jueves, 19 de marzo de 2020

Respuestas al amanecer (Anthony de Mello y el coronavirus)


En estos días de estancia casera, ha aparecido encima de unas cajas el libro de Anthony de Mello (1931-1987) ¿Quién puede hacer que amanezca? (1985). Es de esos encuentros que, cuando suceden, no tienes conciencia de haberte apartado alguna vez de esa persona. Ha estado ahí, en la mezcla de los objetos que coges y dejas diariamente, mimetizado con la luz de ese rincón del hogar, mirando a su alrededor. Hablando en silencio. En todo caso, amable su presencia.
Me digo que no está de más el transcribir aquí un par de pasajes del mismo ─de los más de doscientos que tiene─, pues ese número es suficiente para quedarse con él cada vez que lo convocas. Van ahí:
Evolución
Al día siguiente dijo el Maestro: «Desgraciadamente, es más fácil viajar que detenerse».
Los discípulos quisieron saber por qué.
«Porque, mientras viajas a una meta, puedes aferrarte a un sueño; pero, cuando te detienes, tienes que hacer frente a la realidad».
«Pero, entonces, ¿cómo vamos a poder cambiar si no teneos metas ni sueños?», preguntaron perplejos los discípulos.
«Para que un cambio sea real, tiene que darse sin pretenderlo. Haced frente a la realidad y, sin quererlo, se producirá el cambio».
Profundidad
Le dijo el Maestro al hombre de negocios: «Del mismo modo que el pez perece en tierra firme, así también pereces tú cuando te dejas enredar por el mundo. El pez necesita volver al agua… y tú necesitas volver a la soledad».
El hombre de negocios no salía de su asombro: «¿Debo, pues, renunciar a mis negocios e ingresar en un monasterio?».
«No, nada de eso, sigue con tus negocios y entra en tu corazón».
Salud y rebeldía.

6 comentarios:

  1. Es una sorpresa lo que nos presentas. No conocía a este hombre que, por lo que veo, murió aún joven.

    Dice cosas profundas. No sé si ahora tenemos tiempo para detenernos en ellas.

    Saludos.

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    1. Ya, Anónimo, son días para soluciones más que para reflexiones.

      Aunque nunca están de más.

      Saludos.

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  2. Pues fue lectura de juventud, junto a La oración de una rana, de esas épocas en que uno creía trascenderlo todo. Hoy nos trasciende la vida directamente. A cuidarse todos mucho. Abrazos

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  3. Ya, Esther, la juventud tiene su propia mirada.

    Igualmente, a cuidarse.

    Un abrazo.

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  4. Gracias.

    ¿Por qué no seguirnos?

    Saludos.

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  5. Si recuerdo el título de este libro, porque en aquellos años, fue muy famoso, pero estoy segura que no le llegué a leer. Es muy posible que estuviera entretenida en otros quehaceres.
    Estar con uno mismo, siempre es imprescindible, pero en estos momentos, creo que más.

    Besos

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