
Quien trabaja en una biblioteca pública con sala infantil sabe muy bien de lo que se va a hablar hoy aquí; el pobre bibliotecario se enfrenta día a día a una caterva de pequeños seres que, lejos de hacerle la vida fácil, le complica las cosas hasta límites insospechados y hace del martirio a éste la razón de su
existencia. Pero estas criaturitas no están solas, no, vienen respaldadas por otros seres más temibles, si cabe, que son sus adorados papás; éstos además de ser normalmente descuidados en supervisar los actos de sus vástagos, se suelen transformar en hidras venenosas si el abnegado bibliotecario osa decir algo “inconveniente” (según ellos) a sus pequeños.
El bibliotecario se encuentra desvalido, pues, ante situaciones como las siguientes:
1ª La niña del exorcista : A una pequeña en medio de la sala infantil, y sin mediar provocación previa, le da p

or empezar a gritar cual posesa y a patalear sin motivo aparente; tras mirar a sus padres con gesto desconcertado y ver que ellos no hacen nada, únicamente te queda acercarte para intentar calmarla antes de que revolucione el resto del gallinero; pero ella no sólo no se calla sino que sus gritos ascienden trescientos decibelios y tú ya no sabes que hacer.... recurres de nuevo a sus progenitores y ellos con cara de indiferencia te dicen: “Déjala, en Super Nany dicen que si no les haces caso las rabietas no les duran más de cinco minutos....”
2ª Caín y Abel : Dos hermanos de entre seis y ocho años están mirando embelesados la estantería de DVD de dibujos animados; uno de ellos alarga su pequeño bracito para c

oger una carátula, y cuando sonríe con la satisfacción de haber encontrado lo que buscaba, llega el sucesor de Caín y le propina una patada en la espinilla que te duele hasta a ti; Abel sin quedarse atrás (hoy en día nada es igual) le da un tirón de pelo y se queda con un mechón en la mano... así sigue la pelea entre revolcones, tirones de narices y orejas, puñetazos con distinto acierto... vas raudo a separarles y la película sale volando por los aires perdiendo todo el interés para ambos, que se recomponen un poco y siguen mirando la estantería como si nada hubiese pasado... y tú con cara de estúpido te quedas pensando si no habría sido mejor dejarles a ver si acababan matándose...
3ª Pandillas juveniles : Un día cualquiera, el sol penetrando por los ventanales, música suave escapándose del reproductor de Cd’s, es la calma que precede a la tempestad.... y llegan ellos.... entran entre risas y eructos, arrastran sillas y desperdigan sus mochilas por el suelo... se sientan todos en la misma mesa y van en busca de un objetivo muy, muy concreto: estantería del 6 – balda del 61 – libros sobre sexualidad. Una vez han hecho acopio de los que tienen l

a portada más explícita vuelven a sus sitios entre codazos, collejas y carcajadas; te miran de reojo, se vuelven a descojonar, y empiezan a escribir con bolígrafo frases obscenas y dibujos soeces en las páginas del libro. Tú, que lo has visto todo, te acercas desgarrado por el dolor de ver tus libros mutilados de esa manera y antes de llegar a su lado les oyes decir: “como se acerque hasta aquí le toco el culo” y a tí te entra tantas ganas de estrangularlos, de degollarlos, de espachurrarlos contra la estantería más cercana, que en un arranque de contención inexplicable les dices con voz suave pero autoritaria: “haced el favor de abandonar la sala o llamo a seguridad” (como que hubiera seguridad en tu biblioteca) y vuelve a producirse el proceso pero de manera inversa: recogen sus mochilas, se dan collejas, se descojonan y abandonan la sala entre una avalancha de erectos que dejan retumbando en el ambiente....
4ª El amor flota en el aire: son las 17 horas de cualquier tarde, llega un tumulto de n

iños que acaban de salir del colegio y como colofón un grupito de treceañeras con brillo en los labios, minifalda y botas de caña alta seguidas de cerca por otro grupito de imberbes. Cogen sitio en mesas separadas pero cercanas y empieza el trasiego de papelitos, miradas de reojo, risitas incontrolables, y tú que estás hasta el moño de tanta hormona descontrolada te acercas y les espetas: “eh, vosotros, y la tarea para cuándo, ¿eh?”
Y ellos con carita de buenos te contestan: “pe, pero si no hemos hecho nada...” tú te vas a tú mostrador sabiendo que en cuanto les des la espalda seguirán liberando hormona y dándote el coñazo hasta la hora de cerrar....
5ª La tertulia del Café Gijón, en versión Maruja: en toda sala infantil que se precie no puede faltar la tert

ulia de cada tarde, con cinco o seis madres-marujas hablando de lo visto en el Tomate esa misma sobremesa, o de lo capullo que es el profesor de sus niños a los que el muy cerdo tiene manía, y tramando la manera de arruinarle la vida al pobre hombre denunciándole en el Consejo escolar, en la Delegación de educación o en el mismísimo Ministerio si hiciera falta. Huelga decir que mientras estas intrépidas mujeres se entregan al frenesí del despelleje, sus criaturitas gozando de plena libertad se entretienen desbaratando absolutamente todas las estanterías por el mero placer de desordenar sin intención alguna de coger ningún cuentecillo para leer.
Sí queridos colegas, nuestra vida es un infierno y ésta es sólo una pequeña muestra de la cantidad de casos que se nos dan a diario en nuestras queridas salas infantiles; ante la imposibilidad de resucitar a Herodes, o dar a los pequeños un bebedizo para hacerles madurar de repente sólo se me ocurren como posibles soluciónes a nuestros problemas las siguientes, que cada cual escoja la que mejor se adapte a sus gustos o a su perfil castigador:


