Vuelvo con las flores en la
retina. La agricultura extensiva las arrincona cada vez más. A los márgenes de
los caminos. A las zonas improductivas de ulagares y tomillos. A las cunetas (si
tienen la fortuna de que no pase por allí alguna cuadrilla fumigadora de las
Diputaciones). Cierro los ojos en la silla del trabajo y las veo ‒blancas,
rojas, moradas, amarillas, azules…‒ disfrutar del viento, al tiempo que las
golondrinas vuelan rasantes a escasos dos palmos de las incipientes espigas de
las cebadas. Un espectáculo bamboleante en verde. Sin apenas amapolas.
En mi ignorancia infantil (que
apenas ha mermado su volumen con los años), me preguntaba cómo es posible que
de un grano sembrado, del que sale una pequeña planta con forma de hierba, de
hoja plana, fuera apareciendo una espiga y, poco a poco, creciera y madurara en
oro. Y cada año el mismo proceso. (A estas alturas, casi prefiero no
contestarme a esa pregunta y asistir ‒maravillado‒ todas las primaveras a la
creación).
Y ahí me encuentro, además,
pudiendo leer a Guilles Deleuze (1925-1995) mientras paseo por los campos
mesetarios de mi pueblo, que no en vano escribió Mil mesetas, y, mientras veo a lo lejos a los labradores (con los
que me encontraré en el bar), a los que no les interesa demasiado la lectura,
me paro a voluntad en las reflexiones del filósofo galo, que vienen a decir que
escribir o pensar es liberar a la vida, que se encuentra prisionera. Claro,
para él, los barrotes los pusieron las teorías platónicas, empeñadas en que
solo somos copias. «¿Y las espigas?», me pregunto.
Dejo que el viento macere a
su gusto el blanco de mi piel.
[El dibujo está realizado sobre una ilustración de Romero Escassi al texto de Gaspar Gómez de la Serna sobre Castilruiz en "Cuadernos de Soria", 1960].
A mi me encantan esas amapolas que crecen en los campos, salvajes, libres, imposibles de domesticar.
ResponderEliminarMe ha gustado especialmente esa frase que nos dejas "escribir o pensar es liberar a la vida, que se encuentra prisionera", realmente es así.
Un saludo de primavera
Es una descripción que tiene su mucho de reflexión, Conxita. Tarea interminable.
EliminarSaludos a ti.
Es incomparable un paseo por el campo verde. Muy acertada la descripción.
ResponderEliminarSaludos.
Ya lo creo, Anónimo.
EliminarPor lo demás, es fácil describirlo.
Saludos.
Ignacio, he venido de casualidad. Supongo que sabes que hay problemas en blogger y no actualiza todos los blogs o posts, este post no lo vi actualizado. A mí me está pasando lo mismo.
ResponderEliminarPor cierto, la inocencia infantil no hay que perderla nunca, si no ¿Cómo vamos a soñar o crear?
Besos
¡Vaya, Celia, qué tostón dan a veces estas tecnologías (aunque son las que nos permiten comunicarnos)!
EliminarTienes razón con lo de la inocencia. Pero, en mi caso, es la ignorancia (jaja).
Besos
Me parece una estupenda manera de leer a Deleuze, integrando su reflexión a cerca de liberar la vida, liberando tu mirada y dejándose sorprender por las flores o por cómo crecen las espigas de trigo.
ResponderEliminarMuy bonito el dibujo. Así que eres de Soria ¿no?
Un abrazo!!
Sí soy soriano aragonés navarro riojano. Todo al alcance de la mano en las faldas del Moncayo.
Eliminar¡Cómo para no leer a Deleuze!
Abrazos.