Comienzo a leer El libro rojo (o Liber novus)de Carl Gustav Jung (1875-1963), texto (inédito) ampliamente citado, que no ve
la luz hasta cien años después de escrito ─lo fue entre 1913 y 1930─. No
dispongo de tiempo para dedicarme a él con detenimiento. Tampoco sé hasta dónde
estaría dispuesto a emplearlo, pues su contenido es críptico para una mente del
siglo veintiuno. El atractivo lo tiene en que trae a mi presencia aquel Recuerdos, sueños y pensamientos (1964,
elaborado con Aniela Jaffé), que tan sugerente fuera al caer en nuestras manos.
Antes, cuando este psicólogo escribió Liber
novus ya era una personalidad reconocida. Pero, en ese tiempo, la
literatura y la psicología no habían establecido límites precisos entre ellas,
y eran objeto de experimentaciones continuas (al igual que sucedía en las artes
visuales). Se trataba de explorar y describir la gama completa de experiencias
internas, aparecidas en sueños, visiones y fantasías. De ahí que necesite su
lectura una dosis notable de paciencia y voluntad.
Esta pereza hacia lo pasado ─a dialogar con
el mago Filemón─ es lo que me ha inclinado a leer Sprinters (2018), de la chilena Claudia Larraguibel (1968). Tampoco es que
se salga indemne de la aventura por este libro, al atravesar las diversas
épocas de Colonia Dignidad, establecida en Chile en 1961 por alemanes, que
llegó a ser poderosa (con su propio aeródromo), envuelta en negocios ilegales,
y que se haría tristemente famosa durante la Dictadura de Pinochet, pues
albergó un campo de internamiento y torturas. Presentado como novela, contiene
elementos de no ficción, como testimonios de quienes vivieron en esta colonia,
y otros intermedios, como el guión de varias escenas de cine que la autora
había escrito con el propósito de que se rodara una película (abandonada, a la
postre, por la productora).
Al haberse escrito en varias ocasiones sobre
la actuación de los jerarcas de la colonia en tiempos dictatoriales, C.
Larraguibel intenta una narración desde el interior de la misma, apoyada en
personajes que pudieran vivir en la disciplina de esa comunidad, en cuya cúspide se hallaba el todopoderoso promotor ─el
tío Paul (Schäfer)─, al que servían día y noche un grupo de niños (llamados sprinters), que utilizaba para saciar su
pedofilia en los abusos sexuales (de lo que se rodó en 2013 el documental Los niños de Paul Schäfer).
Hola, leo tu nueva entrada sobre libros que siempre me parecen muy interesantes, pero que hoy, me sorprendes y muy gratamente con este libro de C.G.Jung y es como si el propio autor, nos estuviera conectando desde ese más allá, que él no despreciaba, porque hace unos días reencuentro en mi biblioteca desordenadas el otro que mencionas" Recuerdos, sueños, pensamientos", que leí, pero que, como bien dices, hay que volverlo a releer y así lo pensaba hacer, tanto que lo tengo aquí a mi vera, mientras te escribo.
ResponderEliminarMe gusta investigar en los sueños del dormir y como a Jung, Freud, no me acaba de convencer.
Ya he visto que este libro está en PDF y aunque prefiero el papel, mientras lo encuentro, lo iré leyendo poco a poco y a dosis pequeñas.
Muchas gracias por traerlo hasta aquí.
Un saludo.
Me alegro, Ele, de que te resulte sorprendente la anotación presente, por la coincidencia en Jung.
EliminarSon gratas estas conexiones que se producen sin más conocimiento que la sensibilidad común hacia algo.
Seguro que disfrutas el "Liber novus".
Abrazos
Dos libros que seguro no encontraremos en la lista de los más leídos con que nos bombardean para regalar en navidad.
ResponderEliminarEl libro de la colonia debe ser espeluznante, no me animo con él de momento.
Un abrazo.
Es duro, Laura, pero no espeluznante. Lo ha construido en una novela, huyendo de las escenas "sangrientas".
EliminarAbrazos.
Interesante la lectura que has elegido. Siempre es enriquecedora, aunque no sea fácil o necesite más tiempo para entender lo que desea transmitir el autor.
ResponderEliminarSaludos ⭐
Ya, karin, el tiempo nos tiene en sus manos con demasiada frecuencia.
EliminarSaludos.
Vaya si son sesudos estos supuestos que nos traes a colación, al menos el primero.
ResponderEliminarJung era un personaje singular, aunque demasiado "colgado" en la religión (según mi modo de ver).
Intentaré leer el libro chileno, pues el documental es sobrecogedor.
Saludos.
Puede que tengas razón, Anónimo, en lo de Jung. Llama la atención esa dependencia.
ResponderEliminarSaludos.