viernes, 30 de abril de 2010

LA IMAGEN DE LA LECTURA

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Con este lema, la biblioteca municipal de Burgos ha organizado el primer concurso fotográfico relacionado con la lectura, con motivo del día del libro.

Las fotos ganadoras se pueden ver en esta dirección
http://www.aytoburgos.es/biblioteca/noticias-y-avisos/resolucion-del-concurso-de-fotografia-la-imagen-de-la-lectura

Para mí las más bonitas son:

Lectura con historia




No hay edad para leer un libro

Un lugar en la mirarda I


Enhorabuena a los premiados y que disfruten de los libros que adquieran con el premio.

Ojala esta iniciativa se repita más veces.

jueves, 29 de abril de 2010

La llegada de las hojas. Sitios, lugares, espacios públicos en línea

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Paseamos estos días por los parques y las orillas del río. Desde el fin de semana se han poblado los árboles de hojas, se ha cubierto el cielo más inmediato de verde. Nos gusta acercarnos de manera especial a un lugar de El Parral: a la rotonda de los tilos. Es un espacio aislado dentro del parque, escasamente visitado, a la vista y, sin embargo, alejado de las transitadas sendas. En apenas unas jornadas, se ha cubierto el suelo de verde, blanco, amarillo, morado…; los árboles que lo componen han llenado sus copas, han convertido en crómlech lo que hasta ahora era una alineación en círculo de menhires. Situarte en el centro, cerrar los ojos y transportarte es todo uno.
Atravesando a diario por este lugar, pensamos que en internet, en la realidad en línea, apenas existen espacios públicos como éste. Incluso los más utilizados, los que creemos más libres –facebukes, tuentis y todo eso–, son productos de una empresa en la que aceptamos sus servicios de tal forma que renunciamos a nuestros derechos de intimidad, de libertad de expresión y de propiedad intelectual; lugares de los que nos pueden arrojar en cualquier momento sin que nos podamos defender. Es como si estuviéramos en una urbanización privada, con escasas llaves repartidas para acceder a ella y ese «abstenerse de entrar todo persona ajena».

Pero no nos queda tiempo para las reflexiones. Tenemos que cumplimentar contraseñas, conceder permisos, elaborar entradas, ir de aquí para allá en un constante trasiego, contestar, intervenir… Será verdad aquella afirmación de Étienne de la Boétie (1530-1563), en la que sostenía que personas y pueblos vivimos en la servidumbre voluntaria.

lunes, 26 de abril de 2010

Memoria, ciudades e imprescindibles

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Las ciudades conforman a la gente que las habita(mos), pero hay personas que infunden sabia a las ciudades en las que viven. Hace apenas cinco meses –regalo de solsticio de invierno– vio la luz el libro Burgos. Memoria de una ciudad (Burgos, Autor, 2009, impreso en Aldecoa), que incorpora colorista cubierta de Néstor Pavón, con algo más de trescientas cincuenta páginas en las que se pasea por los trece siglos de historia de la Ciudad del Arlanzón. Cada capítulo representa, sucesivamente, una época del burgo, en el que en primera persona habla de sí mismo, de cómo se expande o cómo se recoge, de cómo grita o de cómo calla, de cómo reniega o de cómo espera. Fundamentalmente, respira, porque la visión de su autor tiene el optimismo de los amaneceres. Es un libro de archivo, de biblioteca, no de pega; es decir, de innumerables horas de trabajo solitario, de redacción pausada, de contraste, de eliminación, de duda, de café, de cerrar los ojos demasiado tarde, de postergar compromisos, de caminar con él. Por si fuera poco, despliega citas y decires como si tal cosa, como si tomando un vino te deleitara con unos versos de Pessoa o un epigrama de Kundera -«¡En efecto, quien busque el infinito, que cierre los ojos!».

Y decíamos que hay personas que infunden sabia a las ciudades en las que viven. Una de ellas es el autor del libro que comentamos aquí: Fernando Ortega Barriuso. ¡Cuántas páginas anónimas llevan su impronta! ¡Cuánta gente de la que publica libros en Burgos tiene que agradecer sus colaboraciones en la sombra! ¡Cuántas actividades culturales! Es de las/os imprescindibles –aquellas/os a quienes se refería Bertolt Brecht–, de quienes empujan la rueda de la fortuna, de quienes construyen barricadas de agua, de quienes mantiene el rescoldo del fuego.

[Pueden leerse algunos otros libros de Fernado: Breve historia de la ciudad de Burgos, Burgos, la ciudad vivida (con Carlos de la Sierra), Diccionario de la cultura en Burgos, siglo XX, o La ciudad de Burgos durante el régimen de Franco]

jueves, 22 de abril de 2010

Releer. Pasan los días

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Hemos tenido ente manos en el club de lectura La Recolectora, durante estas semanas vacacionales, el libro de Carmen Martín Gaite Nubosidad variable. Es una delicia dejarse atrapar por su prosa, que despliega, con naturalidad, los acontecimientos que se suceden en un día cualquiera y las evocaciones y cavilaciones que tenemos, de modo que parece una actividad sencilla el escribir. (¿Por qué será que casi todo lo que resulta sencillo a los ojos de la gente, es algo que suele costar mucho el hacerlo?). Era un libro que habíamos leído hace más de quince años y se nota el paso del tiempo o, mejor dicho, de nuestro tiempo. Aunque la forma de narrar sigue pareciéndonos igual de sugerente, el argumento nos resulta algo más desfasado, inverosímil en buena medida; nos resulta menos creíble el que, a los cincuenta, dos amigas puedan reencontrarse treinta años después de haber tenido una separación por “amores” compartidos, y que su relación vuelva a ser el centro de su vida al igual que lo fue en la adolescencia.

En fin, tiempo aparte, sus páginas son una grata compañía.

«Las velas iza, en busca de mejores
aguas, la barquichuela de mi ingenio
que deja atrás aquel mar de temores…»
(Dante en el Purgatorio)

domingo, 18 de abril de 2010

Poesía. Versos con fuerza de amor

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Son varias las parejas que se han unido desde la lectura de unos versos. Algunas de ellas han llevado vida en común perdurable; otras, no tanto (pero ello es una historia que ahora no viene a cuento). Entre las primeras –las que han iniciado una relación de por vida–, se encuentra la de la poetisa chilena Winétt de Rokha (1894-1951) y el poeta, también chileno, Pablo de Rokha (1894-1968).
Winétt le envió a Pablo en 1915 su tercer libro de poemas, Lo que me dijo el silencio, que acababa de publicar con el seudónimo Juana Inés de la Cruz. Ella vivía en Santiago y él en Talca. Cuando leyó sus versos y vio la fotografía de la autora que incluía el poemario, le contestó prontamente: «La belleza de tus poemas / es la expresión de tu figura». Y no se contentó con ello, sino que se acercó a Santiago, averiguó dónde vivía y, sin más, se presentó a conocerla. Al año siguiente se casaron (como suele suceder, en contra del deseo de su padre, pues era hija de Indalecio Anabalón y Urzúa, y de Luisa Sanderson Mardones, condesa de Villa Umbría, siendo el pretendiente un mozo poeta de porvenir incierto).

Tuvieron cinco hijas y cuatro hijos, de los cuales Carmen y Tomás murieron tempranamente. Winétt recuerda a Carmen en uno de los poemas de Cantoral (1936): «Su llanto de árbol en tiniebla, / es encogido y amargo; / y su cuerpecito no pesa más que una golondrina […] Yerbas con olor a tierra húmeda / y a toronjil, / aroman su aliento de fantasma». Para Tomás también tiene palabras en Canción de Tomás, el ausente, «Voy a deshojar los innumerables pájaros / para tu navío de sombra». Ella siguió escribiendo.

Allá los corderos mudos,
sacrificados en el marco de la mañana;
allá los volcanes libres y los pensamientos,
los caracoles rubios besando las bocas
de la campanilla jugosas.

Fue una mujer comprometida con la sociedad. Los imponderables de los tiempos y los caprichos de las modas han hecho de Pablo de Rokha un poeta conocido en su tierra, mientras que a Winétt la han mantenido en el descuido, en una de esas claras manifestaciones de injusticia literaria. Algo que trata de enmendar María Inés Zaldívar en «Winétt de Rokha y la vanguardia en Chile», Anales de literatura chilena, núm. 6 (diciembre 2005).

[La anotación va dedicada a quien está recomponiendo su alma, a quien ha atravesado el charco y a quienes miramos].

jueves, 15 de abril de 2010

Si dispusiera de más tiempo, hubiera sido más breve

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Así termina una extensa carta apócrifa, la cual se cree escrita por Mark Twain (1835-1910), y ahora que se celebra en centenario de su muerte, no está de más recordarla. Y lo hacemos porque alude al arte de saber contar las historias en su esencia, a saber tutearse con la brevedad (que ya decía nuestro clásico aquello de «lo bueno, si breve, dos veces bueno»). Nos referimos a los microrrelatos, tan en boga hoy en día. Bueno, la verdad es que también hay quien opina que están de moda no por que el personal esté tocado con el don de la redacción literaria, sino porque es vago y, entonces, no le cuesta tanto escribir una historia en medio folio; lo que pase de ahí ya es otra cosa, pues exige sentarse con seriedad en el duro banco.

Y todo esto viene a cuento porque está abierto el plazo del certamen de microrrelatos de Bar de Blas, un clásico ya en Burgos que va por el cuarto año en que saca esta convocatoria. El plazo de presentación termina el 23 de abril, por lo que hay que animarse rápidamente. Los relatos pueden tener un máximo de ciento setenta y cinco palabras (título aparte), pudiendo presentar dos por cabeza. Como es costumbre en estos trances, se presentará de un lado los relatos, con seudónimo, y junto a ellos la plica.

Está dotado con un primer premio de 300 euros; un segundo de 150 y un tercero de 100. Además, lo cual es interesante, existe un Premio Especial Pura Gula, consistente en cena para cuatro personas, premiando el microrrelato más divertido -¡Qué difícil es serlo escribiendo!-. El fallo se hará público el 27 de mayo.

Pues, bueno, a ver si hay suerte y alguien se invita a una cena.

domingo, 11 de abril de 2010

Las violetas (bolas de cristal)

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Cada inicio de primavera aparecen las violetas en Burgos. Los árboles todavía de invierno, salvo el leve amarilleo de los sauces y algún brote que comienza a abrirse en los castaños. La ciudad es renuente a las flores; solamente, aquí o allá, sorprende el blanco de los almendros, el rosa de los ciruelos y los matorrales de la orilla del río. Y a esta ciudad del frío llegan las violetas. Se agolpan en un arriate del paseo de la Isla –paralelo al Arlanzón–, salpicando el tierno verde de las recientes matas de hiedra que tupen el suelo de este trozo de jardín y se prolongan hacia arriba en los troncos de su centro. Alrededor del follaje rastrero, unos recios ejemplares de almez y de tuya; algo más allá, la pila románica traída de una iglesia en ruinas.

Cada primavera nos acercamos a esta zona, agradeciendo su regalo. Son bola de cristal y alcancía de nuestro sosiego. Las visitamos, mañana o tarde, hasta que se marchita su color, apocándose, y las flores van desapareciendo entre las hojas vecinas. Nos recuerdan nuestra estancia en esta ciudad, que ya se prolonga en todo este siglo. Lo que quedó atrás. Las pérdidas. Los sueños. Los fracasos. Lo que ha llegado. La difícil aventura de comenzar la vida en un lugar nuevo, fuera de la juventud. La casa. La muerte rondando y venciendo algunas amistades. El ciberespacio. El nacimiento de la Vela Blanca -tan alejada la mar-. Las amigas de Burgostecarios. La alfabetización de inmigrantes. La Recolectora.

Crecen desparramadas, sin tocarse, bellas. Lo más difícil y precioso de la vida es la soledad entregada.

Cuando nos ven leyendo por la calle, hay quien nos dice que el exterior es para verlo y disfrutarlo; pero no hay cuidado: escuchamos los pájaros, saludamos a quien se nos cruza, sabemos de las hojas y… nos vemos con las violetas.

jueves, 8 de abril de 2010

Torremozas. Editora de mujeres

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Ya ha llovido bastante desde que nace Ediciones Torremozas. Sucedió en 1982. Lo hizo con la intención de facilitar un cauce de expresión a la poesía escrita por mujeres y al relato corto. Sin ánimos de marginalidad ni de revanchismos. Intentando que los escaparates acogieran estas obras, que las librerías las colocaran en sus estantes, que fueran engrosando los fondos de las bibliotecas públicas, que las pudiéramos adquirir para la mesilla de noche o nos las pudieran prestar para las vacaciones. Que habláramos de ellas. Escasas eran las plumas femeninas disponibles a nuestra vista hasta entonces.

Torremozas encauzó su hacer en tres direcciones: Voces nuevas, inéditas o con alguna publicación sin demasiada difusión. Voces consagradas. Voces recuperadas, para firmas del pasado, muchas de ellas de difícil localización. Después vinieron Voces hispanoamericanas y Poetisas de habla no española, traducidas al efecto. Hoy ya cuenta con nueve colecciones y, lógicamente, su selección de Imprescindibles. Además, lleva los premios Carmen Conde y Voces Nuevas, de poesía, y Ana María Matute, de relato.

Son numerosas las mujeres que han iniciado su carrera literaria pública en esta editorial que ha aportado al panorama poético español una frescura como la que solo puede salir de ciertos cuerpos y de ciertas sensibilidades. (Curiosamente, un año después nace Celeste, también vigente hoy, que acoge muchas plumas femeninas de poesía.)

A día de hoy, la editorial dispone de más de quinientas las publicaciones en su catálogo. Aquí vamos a reseñar la antología que realizó en 2002 Luzmaría Jiménez Faro con el título Poetisas españolas, por creer que es, sin duda, uno de los proyectos por los que no pasa el tiempo. De ella, extraemos este poema de Mercedes Alario:

Es hora ya de desatar las cintas
que asían tus estrellas,
desanudar el sol de medianoche
y soltar las amarras
de aquella embarcación de nuestros sueños.
Mas…
¿Cómo saber, entonces,
si es de día o de noche en nuestras viñas?
¿si mi mundo está creándose de nuevo
o agoniza?
¡Cómo sabremos si amanece Dios!

La literatura española tiene una deuda de gratitud con Luzmaría Jiménez Faro (y su compañero, Antonio Porppeta), iniciadora del proyecto y, ahora, con Marta Porpetta Jiménez, continuadora eficiente del mismo. Desde aquí ponemos nuestro pequeño grano de arena.

lunes, 5 de abril de 2010

Biblioteca en Escalada (Burgos)

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¿Qué va a ser de los pueblos castellanos? Recientemente leíamos que una comisión de expertos recomendaba la fusión de pueblos para que puedan resistir la despoblación. Cada vez cuesta más dotar de servicios a las pequeñas localidades y, en especial, mantener una mínima actividad cultural. El desánimo campesino de dentro y la desidia política de fuera no son fáciles de doblegar.
Por ello, nos alegramos de noticias como la presente: «Apertura del Centro Cívico y Biblioteca de Escalada». No todo va a ser megaproyectos y espacios digitales. Este pueblo se halla situado a 60 km de Burgos siguiendo la N-623 en dirección a Santander. El 31 de octubre de 2009 se procedía a dicha apertura, que leemos en sus propias palabras:

«En un ambiente otoñal cálido y sugerente, y auspiciado por la Junta Vecinal y la Asociación Amigos de Escalada, tuvo lugar en el edificio del antiguo Concejo de la localidad, la inauguración del Centro Cívico y de la Biblioteca. Ésta cuenta con más de 500 volúmenes procedentes de diferentes donaciones particulares, que se espera sirvan de entretenimiento y apoyo cultural a vecinos y simpatizantes.
»Acompañados por un vino dulce con pastas (a la antigua usanza), se desarrolló un acto entrañable en el que la lectura colectiva de poemas de Lope de Vega, Machado, Rafael Alberti, José Hierro, García Calvo, Rina Lastres y Whitman, entre otros, se añadió una agradable charla sobre posibles actividades culturales de futuro, a la vez que sobre la importancia de que el pueblo cuente con un espacio público para compartir, en el que cabrán charlas entre vecinos y amigos, lectura, juegos de pasatiempo, etc.»

Desde Burgostecarios les deseamos una cultura propicia.