miércoles, 30 de octubre de 2013

¡FELICIDADES BURGOSTECARIOS! ¡6 AÑOS EN MARCHA!

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Otro año más, un 24 de octubre de 2007 nació este blog como un intento de que se diera la confraternización y camaradería bibliotecaria, como un intento de bucear en los incipientes beneficios sociales que parecían provenir de la  Web 2.0 , twitter no tenía el tirón que tiene actualmente ni Facebook existía como tal y los blogs se descubrían como un mundo nuevo en el que interactuar con otros era sencillo y francamente divertido.

Y así sin más ni más sólo porque el día era propicio, "El día del libro" nos metimos de lleno en un mundo desconocido.

Gracias al cual, nos conocimos mejor nosotros mismos como bibliotecarios, conocimos a otros, como Frikitecaris (geniales e inspiradores), Bibliotekaro desde Chile, Bipolar en la Universidad, Blogófago impulsor de la Burgosfera, Kokicid, La Acequia y Pedro Ojeda Escudero, Raquel de Gamonal, Manzacosas... nuestro querido manzacosas..., desde Edimburgos nos llegaban habitualmente mensajes y regalos varios, Caín San... y muchos más.... y todo esto se nos regaló por navegar y bucear en la Red, impresionante el conocimiento, la diversión y todo lo obtenido.

Gracias también y de manera muy especial a su continuador que le ha dado al blog un prestigio y una clase fuera de duda, por sus conocimientos, cultura y buen hacer y sobre todo por ser una excelente persona, Lavelablanca, bibliotecario hasta la médula y por lo tanto trabajador infatigable, muchas, muchas, muchas gracias, esta felicitación es casi toda para tí.

Nada más, que este trabajo tan grato e intenso se mantenga todo el tiempo que "gugle" nos deje jejejeje.

Un brindis y unas pastas con "Ruibarbo" para todos. Besos enormes.

viernes, 25 de octubre de 2013

Amantes Libres

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Tengo el derecho inalienable, constitucional y natural de amar a quien yo quiera, de elegir el tiempo que va a durar ese amor y de sustituirlo cada día si es lo que me place. Y ante ese derecho intrínseco ni ustedes ni sus leyes pueden interferir.
Escribe Victoria Claflin Woodhull (1838-1927), de Ohio, en el semanario que dirige junto a su hermana Tennessee (1846-1923) a partir de 1870. Y ese derecho, claro, incluye el disfrute sexual y el empleo de anticonceptivos (pues no son partidarias del aborto). Lo cual no es tan evidente para las autoridades, que, desde 1850 persiguen la difusión y uso de los mismos (curiosamente, tolerados y publicitados en la prensa), dando en la cárcel con los huesos de quienes se atreven a contravenir las reglas.
El grupo de las Amantes Libres abogan porque la mujer pueda repudiar los matrimonios sin amor o los abusivos y que tengan potestad de decidir si desean relaciones sexuales, y llegan a decir que el sexo forzado dentro del matrimonio es violación, tal como podemos leer en el periódico Lucifer, una vez que lo llevan Lilliam Harman, Lillie D. White y Lois Waisbrooker (1826-1909), mujeres, por lo general, librepensadoras, espiritistas y prolíficas escritoras. El amor libre (dentro o fuera del matrimonio o de la unión libre) es uno de los derechos de la libertad social, e impulsa a la mujer a ser amante de su propia persona (ese quiérete a ti misma, que decimos hoy).
La mayoría de ellas pasan años de cárcel, perseguidas por obscenidad, al celebrar ceremonias privadas de unión sentimental o publicitar contraceptivos. Y fueron más allá, al relacionar la violencia con la guerra, y la desigualdad económica entre los sexos y las clases con lo que llamamos males sociales: pobreza, prostitución, injusticias…
También hay hombres en el movimiento Amantes Libres: Josiah Warren, Henry James, Canning Woodhull, etc., que durante más de cincuenta años sorprenden a la puritana sociedad estadounidense.
[Esto y mucho más en Rebeldes periféricas del siglo XIX, de Ana Muiña (La Linterna Sorda, 2008)]

jueves, 24 de octubre de 2013

FELICIDADES BURGOSTECARIOS! 6 AÑOS EN MARCHA!

3 comentarios
Otro año más, un 24 de octubre de 2007 nació este blog como un intento de que se diera la confraternización y camaradería bibliotecaria, como un intento de bucear en los incipientes beneficios sociales que parecían provenir de la  Web 2.0 , twitter no tenía el tirón que tiene actualmente ni Facebook existía como tal y los blogs se descubrían como un mundo nuevo en el que interactuar con otros era sencillo y francamente divertido.
Y así sin más ni más sólo porque el día era propicio, "El día del libro" nos metimos de lleno en un mundo desconocido.
Gracias al cual, nos conocimos mejor nosotros mismos como bibliotecarios, conocimos a otros, como Frikitecaris (geniales e inspiradores), Bibliotekaro desde Chile, Bipolar en la Universidad, Blogófago impulsor de la Burgosfera, Kokicid, La Acequia y Pedro Ojeda Escudero, Raquel de Gamonal, Manzacosas... nuestro querido manzacosas..., desde Edimburgos nos llegaban habitualmente mensajes y regalos varios, Caín San... y muchos más.... y todo esto se nos regaló por navegar y bucear en la Red, impresionante el conocimiento, la diversión y todo lo obtenido.
Gracias también y de manera muy especial a su continuador que le ha dado al blog un prestigio y una clase fuera de duda, por sus conocimientos, cultura y buen hacer y sobre todo por ser una excelente persona, Lavelablanca, bibliotecario hasta la médula y por lo tanto trabajador infatigable, muchas, muchas, muchas gracias, esta felicitación es casi toda para tí.
Nada más, que este trabajo tan grato e intenso se mantenga todo el tiempo que "gugle" nos deje jejejeje.
Un brindis y unas pastas con "Ruibarbo" para todos. Besos enormes.

sábado, 19 de octubre de 2013

Compromiso. Dime con sinceridad...

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No tengo la completa seguridad de que seamos esa mezcla de cómo nos vemos nosotros y de cómo los demás nos ven. A veces atribuimos a otras personas virtualidades que no poseen. Al menos eso ocurre hacia mí cuando alguien conocido me pasa el reciente libro que ha escrito y me dice quiero que lo leas y que me des tu opinión; pero, sobre todo, que sea sincera, ¿¡eh!? ¡Buf!, la vista se me nubla un tanto y alargo la mano algo temblorosa, aceptando el volumen que me ofrece sonriente, temiendo que pueda caérseme y rogando a los cielos que no sea de poesía.
¿Qué te está pareciendo? ¡Es increíble que con esa persona los días transcurran tan rápidos! ¡Bien, bien! ¡A ver si quedamos a tomar un café y me dices! ¡Ya, ya. Tiene fuerza expresiva, tiene fuerza expresiva! Y no sé bien qué hacer durante una temporada, entrando con precaución a los sitios que nos son comunes, mirando antes por los cristales de las cafeterías… Al final, me decido -porque deseo volver a tener agradables despertares- y quedamos y le suelo decir lo que me parece y… tengo una amistad (o conocencia) menos.
Y es que, a la hora de prestar mi opinión me rijo por (si el texto susodicho atiende) aquella indicación de Juan Ramón Jiménez: Tú me llevas, conciencia plena, deseante dios, / por todo el mundo.
Además de lo que escribe Borges en La cifra (1981):
Debo alabar y agradecer cada instante del tiempo.
Mi alimento es todas las cosas.
El peso preciso del universo, la humillación, el júbilo.
Debo justificar lo que me hiere.
No importa mi ventura o mi desventura.
Soy el poeta.
¡Todo por la manía de escribir!

 [Las ilustraciones son Safo y Erinna, de Samuel Solomon (1880). Y Libro nido para la lectura, de Mark Reigelman].

sábado, 12 de octubre de 2013

Los daños del libro. Novelas y mujeres

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Divino favente numine inventa
‘Don precioso del cielo’ llamó la Iglesia a la imprenta en su aparición. Pero el correr del tiempo le hace deplorar que se hubiera descubierto esa «rueda terrible». Así lo pone de manifiesto Antolín López Peláez (1866), leonés de Manzanal del Puerto, muchacho de memoria prodigiosa, habitante de tierras gallegas, que llega a Burgos con una canojía de la catedral en 1893, y a partir de 1905 es obispo de Jaca y Tarragona, desde entonces senador permanente del reino. En 1907 publica su décimo octava obra: Los daños de libro (Barcelona, Editorial Gili), en la que despacha a gusto con la producción editorial que sale de las cada vez más perfeccionadas máquinas impresoras, impregnadas estas maravillas de la mecánica moderna de grande espíritu de irreligiosidad y de inmoralidad. De sus abismos, «brotan con ímpetu de catarata diluvios de tinta venenosa; la inmensa ola negra […] sumerge el orbe en sus más impuras heces y en sus amargos posos y corrompe la atmósfera con sus deletéreas emanaciones».
Por ello, La censura eclesiástica –otra de sus obras, de 1904– se hace imprescindible en la lucha contra el engaño de esas obras que constituyen el cibus animarum, ‘el alimento del alma’, adornadas taimadamente con la galanura de la frase y el brillo de la elocuencia –el fulgor operis y el sermonis pulchritudo (decía Orígenes)–, con la pureza de una dicción sin tacha y la estructura galana y castiza de la frase, con donosos giros del idioma y preseas resplandecientes de estilo, lo cual seduce al lector y le adormece dulcemente con sus arrullos y, como Dalila a Sansón, le corta la cabellera del temor santo. No otra cas realizan esos «bellos espíritus de la incredulidad» como Rousseau, Víctor Hugo, Hoffman, Zola, Renán…
«La lectura de novelas puede concluir por alterar violentamente la regularidad del funcionamiento de los nervios, produciendo trastornos cerebrales muy profundos. Persona tan competente é imparcial en la materia como lo era Tissot, ha hecho esta afirmación: “de todas las causas que han dañado la salud de las mujeres, la principal ha sido la multiplicación de las novelas en estos últimos tiempos”. Las mujeres, sobre todo, reciben intensas emociones con su lectura; y es una verdad, que, como escribe don Rafael Salillas en La teoría básica (Madrid, 1901), “fisiológicamente, la emoción produce constricción ó dilatación de los vasos y espasmo de los músculos orgánicos…. Por causa emocional se producen igualmente exaltaciones y depresiones, claridades y obscurecimientos de la mente”. No es raro que las mujeres entregadas á estas perturbadoras lecturas padezcan de histerismo, tengan pesadillas, y prorrumpam por el menor motivo en llanto nervioso; y algunas hay que al concluir una novela que las ha impresionado mucho, sienten que se les obscurece el entendimiento y les falta la memoria, quedando durante algún tiempo sin saber siquiera dónde están…» (página 150).

No sabemos dónde han ido a parar hoy este tipo de novelas.

lunes, 7 de octubre de 2013

Pasado y presente

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 Y en lugar de la casta y orgullosa flor de lis, llevaban la más modesta de todas las flores: la violeta. (Joseph Roth, Cien días)
«Vi cómo llegaban. Nos acompaña el dolor. Al nacer, se acerca a nuestra cuna y, en adelante, nos iguala y nos diferencia. Resulta ficticio soñar que nacemos libres y disponemos de los mismos derechos. Únicamente los íntimos dolores que aparecen a lo largo de la vida (y sus correspondientes gozos) nos asemejan. El otro dolor, el que proviene de la necesidad, del hambre o de la miseria no se reparte con equidad.
»Por ello, aquella mañana de mayo (cuando vi cómo llegaban) llevaban prendidas violetas en las solapas. Esa pequeña flor inundaba los pechos de morado naciente en una catarata que se derramaba hasta los pies y tenía los bordes de los caminos que conducían a la gran casa de diminutas estrellas que fueron esparciéndose en las curiosas espigas.
»Me hallaba limpiando de hierba los setos de la parte trasera del palacio, cerca del prado donde la familia y los invitados jugaban al cróquet, cuando una niña señaló hacia los balcones de la primera planta, donde las sirvientas gritaban y gesticulaban ostentosamente con los brazos indicando hacia el otro lado del edificio.
»Creo que eran tres los tropeles que llegaban por distintos caminos, confluyendo, a poco de asomarnos, frente a las verjas del jardín de la entrada principal. Niños, ancianos, mujeres, hombres… emitían un solo sonido –enorme– en el que podían distinguirse la palabras Libertad, Pan, Trabajo, Justicia. El enjambre se convirtió seguidamente en una ola que fue trepando el enrejado. Las espinas de los rosales que rodeaban los barrotes hacían saltar pequeñas gotas de sangre…
»Sin verme, pasaron por encima y expiré cuando las llamas comenzaban a salir por las ventanas de la planta baja. La ayudante de cocina más joven, que ha muerto hace un par de semanas, me ha contado que el humo se vio durante días en kilómetros a la redonda, hasta que la lluvia apocó las brasas».

martes, 1 de octubre de 2013

Cosecha y lluvia

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Se acerca el tiempo de cosechar. Es hora de proveer para alimentar el sensible espíritu durante los largos días invernales. Las ramas miran al suelo bajo el peso del agua. Las hojas maduran. Llega –corriendo– el segador viento con su afilado soplo, voltando el tomento de los tilos hasta posar terciopelo en el suelo. Los pétalos de las tardías rosas se acoplan gustosos, en el volumen de la mesilla de noche, en el diario orillado en los días veraniegos y recuperado en el mimoso octubre. El fruto siena de los álamos se esconde muy conforme entre los poemas. El néctar palmeado de los arces gusta de las páginas valientes de las autobiografías. El trasparente amarillo redondo de las moreras prefiere el dolor. Los olivos… el recuerdo.
Lluvia en la casa
La lluvia, otra vez la lluvia sobre los olivos.
No se por qué volvió esta tarde
si mi madre ya se fue,
ya no viene a la terraza para verla caer,
ya no levanta los ojos de su costura
para preguntar: Oyes?
Oigo, mamá, es otra vez la lluvia,
la lluvia sobre tu rostro.
(Eugenio de Andrade, que repetimos)

Se acerca la primavera de la nieve.