jueves, 26 de diciembre de 2013

Pinturas. Zorikto Dorzhiev

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Cada año por estas fechas nos detenemos en la pintura. Las imágenes pintadas no pueden explicarse ‒son como la poesía‒, aunque sí pueden narrarse, que es lo que solemos hacer en los libros, en las clases de arte o en los catálogos que encontramos en las exposiciones. Están elaboradas en ese lenguaje otro (que diría Gamoneda) en el que transcurre lo indecible, lo que no podemos expresar con palabras. No quiere ello decir que trate, por obligación, asuntos extraordinarios. Al contrario, puede ser una muestra de lo cotidiano o un grito de lo injusto.
En este año nos detenemos a contemplar a Zorikto Dorzhiev, nacido en Uban Ule (Siberia), en 1976, que nos trae ambientes y figuras de Mongolia, con su deje sonámbulo y tonos algo grises, no en vano nace en el seno de uno de los grupos étnicos descendientes de los legendarios mongoles, los budistas nómadas buriatos.
La noche comienza a esconderse.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Belleza

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Me sorprendo ante el bienestar que me inunda al mirar la fotografía de una portada gótica en el periódico, la de la iglesia de San Juan de Aranda de Duero. Son ojivas puras, sin aditamentos geométricos o de figuras, ornamentadas únicamente con su sencillez, abocinadas con naturalidad –una junto a la otra, hacia adentro y hacia fuera, cerrando y abriendo el espacio–, a la vista diaria de quien camine la calle, sin pudor. Me recuesto en la silla de la cafetería y atiendo la suave y cierta corriente que camina mi cuerpo y la satisfacción que se aloja en no sé qué lugar de adentro.
Hace un tiempo escuché que, de bebés, nos atrae más el rostro de nuestra madre si es bello. Y que las madres tienden a ser más solícitas con sus bebés cuando son hermosos que cuando son menos agraciados. (Nos referimos, lógicamente, a las apariencias externas, pues no es cuestión aquí de entrar en lo que es o no es la belleza). Según el programa donde hablaban de ello –en la televisión pública–, se habían hecho pruebas que así lo confirman, lo cual explicaban diciendo que es una tendencia instintiva ancestral de los tiempos primigenios en los que la supervivencia se ligaba a la alimentación de los más fuertes.
Parece, pues, que el compasivo amor tiene tarea extra.

lunes, 16 de diciembre de 2013

Viento Norte

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Sopla viento,
baja la niebla a las calles.
Hace un ciento de años a unos grupos de obreros les da por cavilar sobre el lugar que ocupaban en la sociedad. Fundan periódicos en los que se explican los procesos de cómo los privilegios se han ido acumulando a lo largo de la historia en unas castas y lanzan ideas de cómo entienden que puede corregirse esta situación, barriendo las cortinas de humo que la enmascaran, abriendo las cadenas. Uno de estos periódicos, Tierra y Libertad, en el número correspondiente al 27 de febrero de 1908, inserta algunos pensamientos prestados: el primero del Barón de Nervo:
La patria está donde se ama. La familia, donde se es amado.
El segundo de M. E. Chevreul (1786-1889):
Las naciones están destinadas á fundirse para no formar más que una nación grande que derribará las fronteras.
Años más tarde, Fred Perlman (1934-1985), checo emigrado a Estados Unidos, estudia lo que le ocurre y lo que tiene ante sus ojos y, con sagaz inteligencia, «saca a la luz los mecanismos por los que la miseria cotidiana se reproduce y perpetúa», entre otros en un estudio de (equívoco) título, que ha dado paso a un libro de reciente aparición en español: El persistente atractivo del nacionalismo (Pepitas de calabaza, 2013), en el que afirma que «todo poseedor de capital invertible descubrió que tenía raíces entre los campesinos movilizables que hablaban su lengua materna y adoraban a los dioses de su padre […] habían aprendido de los estadounidenses y de los franceses que aunque no pudieran movilizar a sus paisanos en tanto leales servidores y clientes, sí podían movilizarlos en tanto leales italianos, griegos o alemanes, o en calidad de leales católicos, ortodoxos o protestantes. Lenguas, religiones y costumbres se convirtieron en materiales para la construcción de Estados-nación».
Tal vez, aquellos obreros no repararan en la afirmación de Schiller de que «contra la estulticia hasta los dioses trabajan en vano». O… tal vez sí.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Microlocas. Sucede

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Juntarse. Por las ganas de mostrar o por la inutilidad de esconder o por el placer de compartir; por el deseo de hablar o por la huida de callar o por el gozo de conversar; por el amanecer o por el anochecer o por el mediodía; por la luz o por la sombra o por la claridad. Sucede que compartimos que conversamos que nos movemos que descubrimos.
La tierra literaria contiene numerosos espacios a los que asomarse, visitar, derribar o edificar. Y ahí están las Microlocas (Isabel González González, Teresa Serván, Isabel Wagemann y Eva Díaz Riobello) construyendo el suyo propio, al tiempo que se acercan a la Aldea de F., que en El guardajugas nos mostrara el mexicano Juan José Arreola. Todo en el microrrelato ‒practicado en Taller de escritura creativa Clara Obligado‒ coral, saliendo de la cápsula de este producto acogido por nuestra sociedad y elaborando un texto secuencial (no lejos de los parajes de Spoon River).
Pasa el tiempo y ahí quedan esas cerca de doscientas páginas de La aldea de F. (en las mexicanas Ediciones del Punto de Partida, 2012), en las que se desborda la inteligencia, el humor, la sensualidad, la arquitectura… según corresponde a la juventud de sus autoras.
[Los derechos de la fotografía corresponden a Isabel Wagemann, que todo hay que decirlo].

viernes, 6 de diciembre de 2013

Regalos

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«”Vives como regalo. No como promesa”, me dice cuando comentamos la semana y hablamos de lo que cada cual vamos a hacer durante los días festivos que se aproximan. El autobús de la línea 07 todavía tarda veinticinco minutos en llegar, así que tomo un café y ojeo el periódico. Entran y salen de la cafetería gente de todos los días: empleadas del supermercado cercano, parados y jubilados, paseantes de perros que atan a las sillas de la terraza (ahora vacía en esta fresca mañana), señoras con el carro de la compra, trabajadores de la biblioteca de la esquina.
»Sobran cuatro minutos al llegar a la parada, así que camino hasta la anterior por el parque y puedo coger asiento libre en ventanilla. Vestidos grises, zapatos con rozaduras, gorros algo brillantes. La ciudad va pasando al lado, nueva. Después de catorce años no he estado nunca ante esos escaparates, en ese paseo, en esas aceras por las que transito casi todos los días. Me invade el bienestar de lo dulce, la dicha de lo inesperado, la niebla en que se (con)funde el sol y la sombra. Los días diáfanos.
»Los versos presentan la ventaja de su elasticidad y, así, aunque pareciera que nada tiene que ver mi estado de ánimo de ahora ‒ese Regalo‒ con el poema Piso amueblado (Valencia, 1985) de Jesús Hilario Tundidor (Zamora, 1935), aquí dejamos sus versos (casi) finales:
¿Lo he merecido? Pues si todo fue extraño
 me consoló la espera de la palabra en la carne del cántico,
 y así nada pedí y ofrecí aquello
 que tuve: el verso
 fiel en cuya piel inmersa iba mi vida, por demás poca cosa.
»Los días mansos».

lunes, 2 de diciembre de 2013

Barriada Prat Vermell (Prado Rojo). Casas Baratas

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A quienes hemos nacido en un pueblo nos resulta difícil, a veces, comprender las complejidades de la ciudad. No entendemos bien cómo resulta la vida en un sitio en el que no existe la balsa donde se crían las ranas de las que se alimenta desde hace muchos muchos años el sacamantecas o el lavadero en el que se cayó tu abuela el día que restregaba los pañales de tu madre. ¿Se verán desde allí las estrellas?
Decía complejidades de ciudad, y entre ellas destacan las barriadas. De ahí que, en nuestro fuero interno, nos resulte gesto de alta dignidad el conocer que hay gentes que habitan por primera vez un lugar. Así sucede en 1929 en Barcelona, fecha en que se produce una (o la) Exposición Internacional y se tiene como necesaria la eliminación de los «tugurios de hojalata y mal ajustada madera» que pueblan las faldas de Montjuich, los cuales producirían un nefasto efecto a quienes visiten los pabellones. Ahí nacen las Casas Baratas de Prat Vermell o de Can Tunis o de Casa Antúnez o de Francisco Ferrer Guardia (de Eduardo Aunós, en la larga noche franquista).
Es uno de sus hijos, Pere López Sánchez, quien nos muestra que las estrellas habitaban sus casas y caminaban sus calles, construyendo un Ateneo Obrero, una Organización Sanitaria Obrera, manteniendo una larga huelga de alquileres ante los abusivos precios y dejadez del patronato oficial que lo gestionaba. La intensa búsqueda por archivos y hemerotecas, la charla con quienes allí vivieron y, en muchos casos, tuvieron que marchar al exilio o la emigración, está dando como resultado un libro y una bitácora. El primero, Rastros de rostros en un prado rojo (y negro), publicado en 2013 (Virus Editorial), 439 páginas plenas. La segunda, algo más reciente, también con el nombre de rastrosderostros, sembrando en el nuevo prado.
Creciendo.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

La máquina de escribir (nos hace sonreir)

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«¡Sabe escribir con todos los dedos!», decíamos señalando a alguien en el patio del Instituto. Era algo completo: competencia básica, habilidad, conocimiento… Lograr escribir sin mirar las teclas suponía robar demasiadas horas a los juegos, olvidarte de la diversión completa durante una buena temporada en vacaciones. Practicar... qwerty (con una sola mano, como extraterrestre). Que te prestaran un método. O te llevaran a la Academia. Utilizar la tira correctora o el líquido secante. En compensación por los baños imaginados mientras consumías las horas delante de ese aparato, recibías ese aura que propiciaba la admiración ajena.
Ese gesto de tomar el folio y asomarlo al estrecho desfiladero sin fondo conocido, mientras con la otra mano se da la vuelta al rodillo y ‒¡milagro!‒ aparece ante nuestros ojos la blanca página. Más tarde, descubrías que no sólo era un equipamiento de oficinistas, sino que quienes se dedicaban a la literatura ‒la gente más moderna‒ escribían a máquina, llenado páginas mientras el folio subía por el rodillo. Underwood, Woodstock, Olimpya, Olivetti... Qué decir de esas escenas de películas en las que el periodista tiraba del folio a medio, con el humeante cigarro colgando ladeado de los labios, y lo lanzaba a la papelera con el gesto que produce la desesperación de no encontrar esa idea brillante que exprese lo que deseas o de no atreverte a hacerlo.


Y las asociaciones obreras que, en cuanto disponían de algunas pesetas, se empeñaban con algún tendero de mente abierta y voluntad generosa, con la máquina en la que poder escribir sus proclamas de libertad.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Tres en uno. Janet Frame en palabras

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Vibrante es el timbre de las palabras
cuando las hace sonar el hombre preciso.
Bella la cadencia de los cantos
si el cantor idóneo las entona.
El 29 de enero de 2004 muere Janet Frame, novelista, poeta y escritora de cuentos, neozelandesa nacida en 1924. Recuerdo esos días porque, al enterarme de su muerte, me recorrió un escalofrío por el cuerpo que me hizo sentir lo primigenio de nuestra existencia. Yo la creía fuera del tiempo secuencial. Había leído intensamente sus autobiografías: La tierra del Es, Un ángel en mi mesa, El mensajero de la ciudad espejo. «Salida del primer lugar de líquida oscuridad, y ya en el segundo lugar del aire y luz, registro por escrito la siguiente crónica con su mezcla de hechos y verdades y recuerdos de verdades y su orientación inmutable hacia el Tercer Lugar, en que el punto de partida es mito». Me había enseñado a no caer derrotado ante los símbolos.
Pero no me hacía a la idea de que caminaba hacia ello esa niña salvaje, acomodada a veces a las órdenes ajenas, que exprimía las alegrías y los temores, que vivía las tragedias familiares, que corría las calles y los campos, que recitaba, que escuchaba los cantos de su padre y los poemas de su madre, que bailaba con sus melodías. Vestida con zapatos de suela gastada, pelo algo desgreñado y falda de tartán alisada y brillante de tanto usarla. Instalada en Oamaru, frente al océano, algo que yo tanto envidiaba. Enamorada, como pocas personas lo han sido, de las palabras, de la verdad de las palabras, del significado de las palabras.
«Aquella otra tierra, la que me reveló la señorita Lindsay, de quien nos reíamos porque tenía cara semejante a la de una vaca, con papada, y llevaba zapatos grotescos, de punta apalancada, encerraba todo el sentimiento inexpresado que se agitaba, vivo, bajo la superficie como las lombrices en la tierra, si llovía en exceso; y aquellos sentimientos poseían el secreto de que la nueva tierra podía acogerlos sin sobresalto, horror o necesidad de desquite o de castigo; era, sin embargo, un sitio especial, privado, que la señorita Lindsay describió al leer los versos: Un lugar / al que nadie va, / ni ha ido desde  que / se creó el mundo.
Llevé a casa noticias de los nuevos poemas, los recité una y otra vez, y madre los recibió como el desterrado acoge la visión de la patria perdida mucho tiempo atrás:
―Hoy hemos leído Sonad, indómitas campanas –decía yo.
Y mamá, con un suspiro de reconocimiento, repetía:
Sonad, indómitas campanas, hacia el cielo borrascoso. / la nube fugaz, la luz glacial… ».

Todavía siento hoy cosquilleo en el vientre al nombrarla.

lunes, 18 de noviembre de 2013

VII Salón del Libro Infantil y Juvenil. Burgos 15 de noviembre a 5 de diciembre

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Recalamos en nuestra cita anual con el Salón del Libro Infantil y Juvenil en Burgos, en esta ocasión el séptimo. Es algo anterior a nuestra bitácora, pero nos alimenta savia común, ojos idénticos y, sobre todo, las mismas ilusiones. Tiene lugar del 15 de noviembre al 5 de diciembre de este nuestro año dos mil trece.

Si bien el evento es punto de encuentro entre la juventud e infancia lectora y las diversas actividades que intervienen en la elaboración de los textos: editoriales, imprentas, librerías, bibliotecas, centros educativos, hogares, etc., esta edición se dedica especialmente a la ilustración, de ahí que se imparte un taller especial dirigido a profesionales: El grano por un lado y la paja por otro.

No faltan actividades en torno a cuentacuentos, con intervención de Ciencia Divertida, Anís Teatro, Los Cuentos Músicos, etc., además de cursos para profesorado, madres, padres y demás personas que pululan en torno a las criaturas.

Por si fuera poco, se cuenta con la presencia de Jordi Sierra i Fabra, de sobra conocido en estos ambientes, que dará charlas y tendrá encuentros con todo tipo lector.
Entre las entidades organizadoras no dejamos de citar a las Bibliotecas Públicas de Burgos y la Asociación Burgalesa de Bibliotecas Escolares y Lecturas (ABUBEL), y quedaríamos rematadamente fatal si no mencionamos al personal que atiende las salas y exposiciones, tan ligado en buena parte a Burgostecarios.

Salud

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Sufrimiento

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Escribe Adorno que «dejar hablar al sufrimiento es la condición de toda verdad». Y esta la vamos construyendo con los elementos de que disponemos a nuestros alrededor, según seamos más o menos vulnerables al brillo de los acontecimientos, a la fuerza de quienes exponen opiniones, a la espectacularidad de los argumentos. A la presentación del escaparate. Según seamos más o menos proclives a la reflexión.
El filósofo vallisoletano Reyes Mate, filósofo (ese que nos recuerda con sencillez lo que es la política y lasociedad), impulsor del Instituto de Filosofía del CSIC en los ochenta del pasado siglo, cree que la filosofía contemporánea olvida con demasiada alegría que la sociedad actual está construida sobre el sufrimiento, sobre el siglo más violento de la historia, más devastador, el siglo veinte, sembrado de campos de exterminio, de armas químicas y nucleares. La Filosofía −¡qué paradoja!− construye su edificio desechando una piedra: el sufrimiento.
En su reciente libro La piedra desechada (Trotta editorial, 2013) se interroga sobre cómo pensar hoy la patria y el exilio, la música, el teatro, el tiempo, la política, la religión o la ética. Y de ello concluye que, para vislumbrar un tiempo de esperanza, el tener en cuenta a figuras como la víctima, el olvido, la marginación o el trapero, resulta ser la piedra angular, la imprescindible, la base.
Memoria de la barbarie. Grito de quienes la sufrieron.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Huelgas de Dignidad

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Los empleados de panaderías de Valladolid, ante los abusos de que son objeto, han decidido declararse en huelga. Solicitan cambio de condiciones higiénicas de los locales y limitación del trabajo infantil. La Comisión Federal entiende que es una huelga de dignidad por lo que necesita de la ayuda solidaria, que en este caso corresponde a las sociedades obreras de Huelva, Tarragona, Bilbao y Manzanares, las cuales aportarán cinco céntimos semanales para auxilio de los panaderos vallisoletanos. (Extracto de las actas… de 18 de marzo de 1873).
Tejedor en seda, librero, ebanista, fulista, tallista, profesor de 1.ª enseñanza, cantero, tintorero, albañil, noógrafo, tonelero, agricultor, mecánico, sastre, jalmero, guarnicionero… son los calificativos que siguen a los nombres propios de quienes tienen cargos representativos en el órgano administrativo central de la Federación Regional Española, sección de la Internacional en nuestro país, creada en 1870, la cual aglutina a las primeras asociaciones obreras de resistencia al capital.
Se da el caso único en Europa (y nos atrevemos a decir que en el mundo) de que se conservan los manuscritos de las actas de reuniones que tuvieron entre 1870-1874, y el libro copiador de las cartas, circulares y comunicaciones que enviaban a las comarcas (que así llamaban a lo que hoy decimos autonomías), localidades y oficios. En esta documentación vemos lo difícil que resultó sobrevivir en un ambiente tan adverso, plagado de cárceles, despidos y aun muertes cuando la crisálida de la personalidad se convertía en mariposa en la mente de algun@s trabajador@s.
Se conservan estos manuscritos en la Biblioteca Pública Arús de Barcelona y han sido transcritos y estudiados por Carlos Seco Serrano y María Teresa Martínez de Saas (Ediciones Universidad de Barcelona, 1969): Actas de los Consejos y Comisión Federal de la Región Española (1870-1874), 2 vol.; Cartas, Comunicaciones y Circulares del III Consejo General de la Región Española (1872), 2 vol.
No se entiende nuestro estado de bienestar sin aquellas huelgas de dignidad.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Anillos de melancolía (con Sebald)

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A lo largo de días y semanas uno se devana inútilmente los sesos, no sabría −si se le preguntara por ello− si se sigue escribiendo por costumbre, o por afán de prestigio, o porque no se ha aprendido otra cosa, o por asombro ante la vida, por amor a la verdad, por desesperación o indignación, así como tampoco sería capaz de decir si mediante la escritura uno se vuelve más inteligente o más loco. Tal vez cada uno de nosotros pierda la perspectiva en la medida en que sigue construyendo su propia obra, y tal vez por este motivo tendemos a confundir la complejidad creciente de nuestras construcciones espirituales con un paso adelante en el conocimiento, mientras que, al mismo tiempo, ya intuimos que nunca vamos a poder comprender los imprevistos que ciertamente determinan nuestra carrera.
Así escribe W. G. Sebald (1944-2001), en Los anillos de Saturno (traducción corregida en 2008), autor del que si no hemos leído nada, no podemos aparecer en los círculos culturales de nuestros días con cierta prestancia. A decir de Susan Sontag iba para futuro Nobel, cuando la muerte se le cruzó en la carretera. Alemán, nacido en plena guerra mundial, desarrolla su vida profesional en Inglaterra (aunque escribe en su idioma natal).
Ciertamente la suya es una escritura impactante. Que produce filias y fobias a quien recorre sus libros. Para una gente es como leer el Espasa. Para otra, un bocado exquisito. Seguramente es ambas cosas. Su virtualidad es convertir la enciclopedia en novela, en vida. Y, una vez allí, en el terreno de la realidad-ficción, lograr momentos de emoción como se encuentran en pocos de los libros que se escriben con ese objetivo. Emoción alejada de sensiblería, claro. No vayamos a calificarlo de original, pus ya Horacio nos habla del Ut pictura poesis, y Charlotte Brontë practica (entre muchos/as) la pintura de palabras, describiendo largamente cual si pintara con detalle un paisaje o actividad, simulando luces y sombras. Páginas o líneas por las que suspiras al elegir cualquier lectura.
Letras, imágenes, idiomas… Todo en uno.

miércoles, 30 de octubre de 2013

¡FELICIDADES BURGOSTECARIOS! ¡6 AÑOS EN MARCHA!

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Otro año más, un 24 de octubre de 2007 nació este blog como un intento de que se diera la confraternización y camaradería bibliotecaria, como un intento de bucear en los incipientes beneficios sociales que parecían provenir de la  Web 2.0 , twitter no tenía el tirón que tiene actualmente ni Facebook existía como tal y los blogs se descubrían como un mundo nuevo en el que interactuar con otros era sencillo y francamente divertido.

Y así sin más ni más sólo porque el día era propicio, "El día del libro" nos metimos de lleno en un mundo desconocido.

Gracias al cual, nos conocimos mejor nosotros mismos como bibliotecarios, conocimos a otros, como Frikitecaris (geniales e inspiradores), Bibliotekaro desde Chile, Bipolar en la Universidad, Blogófago impulsor de la Burgosfera, Kokicid, La Acequia y Pedro Ojeda Escudero, Raquel de Gamonal, Manzacosas... nuestro querido manzacosas..., desde Edimburgos nos llegaban habitualmente mensajes y regalos varios, Caín San... y muchos más.... y todo esto se nos regaló por navegar y bucear en la Red, impresionante el conocimiento, la diversión y todo lo obtenido.

Gracias también y de manera muy especial a su continuador que le ha dado al blog un prestigio y una clase fuera de duda, por sus conocimientos, cultura y buen hacer y sobre todo por ser una excelente persona, Lavelablanca, bibliotecario hasta la médula y por lo tanto trabajador infatigable, muchas, muchas, muchas gracias, esta felicitación es casi toda para tí.

Nada más, que este trabajo tan grato e intenso se mantenga todo el tiempo que "gugle" nos deje jejejeje.

Un brindis y unas pastas con "Ruibarbo" para todos. Besos enormes.

viernes, 25 de octubre de 2013

Amantes Libres

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Tengo el derecho inalienable, constitucional y natural de amar a quien yo quiera, de elegir el tiempo que va a durar ese amor y de sustituirlo cada día si es lo que me place. Y ante ese derecho intrínseco ni ustedes ni sus leyes pueden interferir.
Escribe Victoria Claflin Woodhull (1838-1927), de Ohio, en el semanario que dirige junto a su hermana Tennessee (1846-1923) a partir de 1870. Y ese derecho, claro, incluye el disfrute sexual y el empleo de anticonceptivos (pues no son partidarias del aborto). Lo cual no es tan evidente para las autoridades, que, desde 1850 persiguen la difusión y uso de los mismos (curiosamente, tolerados y publicitados en la prensa), dando en la cárcel con los huesos de quienes se atreven a contravenir las reglas.
El grupo de las Amantes Libres abogan porque la mujer pueda repudiar los matrimonios sin amor o los abusivos y que tengan potestad de decidir si desean relaciones sexuales, y llegan a decir que el sexo forzado dentro del matrimonio es violación, tal como podemos leer en el periódico Lucifer, una vez que lo llevan Lilliam Harman, Lillie D. White y Lois Waisbrooker (1826-1909), mujeres, por lo general, librepensadoras, espiritistas y prolíficas escritoras. El amor libre (dentro o fuera del matrimonio o de la unión libre) es uno de los derechos de la libertad social, e impulsa a la mujer a ser amante de su propia persona (ese quiérete a ti misma, que decimos hoy).
La mayoría de ellas pasan años de cárcel, perseguidas por obscenidad, al celebrar ceremonias privadas de unión sentimental o publicitar contraceptivos. Y fueron más allá, al relacionar la violencia con la guerra, y la desigualdad económica entre los sexos y las clases con lo que llamamos males sociales: pobreza, prostitución, injusticias…
También hay hombres en el movimiento Amantes Libres: Josiah Warren, Henry James, Canning Woodhull, etc., que durante más de cincuenta años sorprenden a la puritana sociedad estadounidense.
[Esto y mucho más en Rebeldes periféricas del siglo XIX, de Ana Muiña (La Linterna Sorda, 2008)]

jueves, 24 de octubre de 2013

FELICIDADES BURGOSTECARIOS! 6 AÑOS EN MARCHA!

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Otro año más, un 24 de octubre de 2007 nació este blog como un intento de que se diera la confraternización y camaradería bibliotecaria, como un intento de bucear en los incipientes beneficios sociales que parecían provenir de la  Web 2.0 , twitter no tenía el tirón que tiene actualmente ni Facebook existía como tal y los blogs se descubrían como un mundo nuevo en el que interactuar con otros era sencillo y francamente divertido.
Y así sin más ni más sólo porque el día era propicio, "El día del libro" nos metimos de lleno en un mundo desconocido.
Gracias al cual, nos conocimos mejor nosotros mismos como bibliotecarios, conocimos a otros, como Frikitecaris (geniales e inspiradores), Bibliotekaro desde Chile, Bipolar en la Universidad, Blogófago impulsor de la Burgosfera, Kokicid, La Acequia y Pedro Ojeda Escudero, Raquel de Gamonal, Manzacosas... nuestro querido manzacosas..., desde Edimburgos nos llegaban habitualmente mensajes y regalos varios, Caín San... y muchos más.... y todo esto se nos regaló por navegar y bucear en la Red, impresionante el conocimiento, la diversión y todo lo obtenido.
Gracias también y de manera muy especial a su continuador que le ha dado al blog un prestigio y una clase fuera de duda, por sus conocimientos, cultura y buen hacer y sobre todo por ser una excelente persona, Lavelablanca, bibliotecario hasta la médula y por lo tanto trabajador infatigable, muchas, muchas, muchas gracias, esta felicitación es casi toda para tí.
Nada más, que este trabajo tan grato e intenso se mantenga todo el tiempo que "gugle" nos deje jejejeje.
Un brindis y unas pastas con "Ruibarbo" para todos. Besos enormes.

sábado, 19 de octubre de 2013

Compromiso. Dime con sinceridad...

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No tengo la completa seguridad de que seamos esa mezcla de cómo nos vemos nosotros y de cómo los demás nos ven. A veces atribuimos a otras personas virtualidades que no poseen. Al menos eso ocurre hacia mí cuando alguien conocido me pasa el reciente libro que ha escrito y me dice quiero que lo leas y que me des tu opinión; pero, sobre todo, que sea sincera, ¿¡eh!? ¡Buf!, la vista se me nubla un tanto y alargo la mano algo temblorosa, aceptando el volumen que me ofrece sonriente, temiendo que pueda caérseme y rogando a los cielos que no sea de poesía.
¿Qué te está pareciendo? ¡Es increíble que con esa persona los días transcurran tan rápidos! ¡Bien, bien! ¡A ver si quedamos a tomar un café y me dices! ¡Ya, ya. Tiene fuerza expresiva, tiene fuerza expresiva! Y no sé bien qué hacer durante una temporada, entrando con precaución a los sitios que nos son comunes, mirando antes por los cristales de las cafeterías… Al final, me decido -porque deseo volver a tener agradables despertares- y quedamos y le suelo decir lo que me parece y… tengo una amistad (o conocencia) menos.
Y es que, a la hora de prestar mi opinión me rijo por (si el texto susodicho atiende) aquella indicación de Juan Ramón Jiménez: Tú me llevas, conciencia plena, deseante dios, / por todo el mundo.
Además de lo que escribe Borges en La cifra (1981):
Debo alabar y agradecer cada instante del tiempo.
Mi alimento es todas las cosas.
El peso preciso del universo, la humillación, el júbilo.
Debo justificar lo que me hiere.
No importa mi ventura o mi desventura.
Soy el poeta.
¡Todo por la manía de escribir!

 [Las ilustraciones son Safo y Erinna, de Samuel Solomon (1880). Y Libro nido para la lectura, de Mark Reigelman].

sábado, 12 de octubre de 2013

Los daños del libro. Novelas y mujeres

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Divino favente numine inventa
‘Don precioso del cielo’ llamó la Iglesia a la imprenta en su aparición. Pero el correr del tiempo le hace deplorar que se hubiera descubierto esa «rueda terrible». Así lo pone de manifiesto Antolín López Peláez (1866), leonés de Manzanal del Puerto, muchacho de memoria prodigiosa, habitante de tierras gallegas, que llega a Burgos con una canojía de la catedral en 1893, y a partir de 1905 es obispo de Jaca y Tarragona, desde entonces senador permanente del reino. En 1907 publica su décimo octava obra: Los daños de libro (Barcelona, Editorial Gili), en la que despacha a gusto con la producción editorial que sale de las cada vez más perfeccionadas máquinas impresoras, impregnadas estas maravillas de la mecánica moderna de grande espíritu de irreligiosidad y de inmoralidad. De sus abismos, «brotan con ímpetu de catarata diluvios de tinta venenosa; la inmensa ola negra […] sumerge el orbe en sus más impuras heces y en sus amargos posos y corrompe la atmósfera con sus deletéreas emanaciones».
Por ello, La censura eclesiástica –otra de sus obras, de 1904– se hace imprescindible en la lucha contra el engaño de esas obras que constituyen el cibus animarum, ‘el alimento del alma’, adornadas taimadamente con la galanura de la frase y el brillo de la elocuencia –el fulgor operis y el sermonis pulchritudo (decía Orígenes)–, con la pureza de una dicción sin tacha y la estructura galana y castiza de la frase, con donosos giros del idioma y preseas resplandecientes de estilo, lo cual seduce al lector y le adormece dulcemente con sus arrullos y, como Dalila a Sansón, le corta la cabellera del temor santo. No otra cas realizan esos «bellos espíritus de la incredulidad» como Rousseau, Víctor Hugo, Hoffman, Zola, Renán…
«La lectura de novelas puede concluir por alterar violentamente la regularidad del funcionamiento de los nervios, produciendo trastornos cerebrales muy profundos. Persona tan competente é imparcial en la materia como lo era Tissot, ha hecho esta afirmación: “de todas las causas que han dañado la salud de las mujeres, la principal ha sido la multiplicación de las novelas en estos últimos tiempos”. Las mujeres, sobre todo, reciben intensas emociones con su lectura; y es una verdad, que, como escribe don Rafael Salillas en La teoría básica (Madrid, 1901), “fisiológicamente, la emoción produce constricción ó dilatación de los vasos y espasmo de los músculos orgánicos…. Por causa emocional se producen igualmente exaltaciones y depresiones, claridades y obscurecimientos de la mente”. No es raro que las mujeres entregadas á estas perturbadoras lecturas padezcan de histerismo, tengan pesadillas, y prorrumpam por el menor motivo en llanto nervioso; y algunas hay que al concluir una novela que las ha impresionado mucho, sienten que se les obscurece el entendimiento y les falta la memoria, quedando durante algún tiempo sin saber siquiera dónde están…» (página 150).

No sabemos dónde han ido a parar hoy este tipo de novelas.

lunes, 7 de octubre de 2013

Pasado y presente

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 Y en lugar de la casta y orgullosa flor de lis, llevaban la más modesta de todas las flores: la violeta. (Joseph Roth, Cien días)
«Vi cómo llegaban. Nos acompaña el dolor. Al nacer, se acerca a nuestra cuna y, en adelante, nos iguala y nos diferencia. Resulta ficticio soñar que nacemos libres y disponemos de los mismos derechos. Únicamente los íntimos dolores que aparecen a lo largo de la vida (y sus correspondientes gozos) nos asemejan. El otro dolor, el que proviene de la necesidad, del hambre o de la miseria no se reparte con equidad.
»Por ello, aquella mañana de mayo (cuando vi cómo llegaban) llevaban prendidas violetas en las solapas. Esa pequeña flor inundaba los pechos de morado naciente en una catarata que se derramaba hasta los pies y tenía los bordes de los caminos que conducían a la gran casa de diminutas estrellas que fueron esparciéndose en las curiosas espigas.
»Me hallaba limpiando de hierba los setos de la parte trasera del palacio, cerca del prado donde la familia y los invitados jugaban al cróquet, cuando una niña señaló hacia los balcones de la primera planta, donde las sirvientas gritaban y gesticulaban ostentosamente con los brazos indicando hacia el otro lado del edificio.
»Creo que eran tres los tropeles que llegaban por distintos caminos, confluyendo, a poco de asomarnos, frente a las verjas del jardín de la entrada principal. Niños, ancianos, mujeres, hombres… emitían un solo sonido –enorme– en el que podían distinguirse la palabras Libertad, Pan, Trabajo, Justicia. El enjambre se convirtió seguidamente en una ola que fue trepando el enrejado. Las espinas de los rosales que rodeaban los barrotes hacían saltar pequeñas gotas de sangre…
»Sin verme, pasaron por encima y expiré cuando las llamas comenzaban a salir por las ventanas de la planta baja. La ayudante de cocina más joven, que ha muerto hace un par de semanas, me ha contado que el humo se vio durante días en kilómetros a la redonda, hasta que la lluvia apocó las brasas».

martes, 1 de octubre de 2013

Cosecha y lluvia

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Se acerca el tiempo de cosechar. Es hora de proveer para alimentar el sensible espíritu durante los largos días invernales. Las ramas miran al suelo bajo el peso del agua. Las hojas maduran. Llega –corriendo– el segador viento con su afilado soplo, voltando el tomento de los tilos hasta posar terciopelo en el suelo. Los pétalos de las tardías rosas se acoplan gustosos, en el volumen de la mesilla de noche, en el diario orillado en los días veraniegos y recuperado en el mimoso octubre. El fruto siena de los álamos se esconde muy conforme entre los poemas. El néctar palmeado de los arces gusta de las páginas valientes de las autobiografías. El trasparente amarillo redondo de las moreras prefiere el dolor. Los olivos… el recuerdo.
Lluvia en la casa
La lluvia, otra vez la lluvia sobre los olivos.
No se por qué volvió esta tarde
si mi madre ya se fue,
ya no viene a la terraza para verla caer,
ya no levanta los ojos de su costura
para preguntar: Oyes?
Oigo, mamá, es otra vez la lluvia,
la lluvia sobre tu rostro.
(Eugenio de Andrade, que repetimos)

Se acerca la primavera de la nieve.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

¿Quién es quién? El cristal de la muerte

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¿Quién es quién? Nuestra cara es la máscara del carnaval cotidiano. Busquemos donde busquemos, busquemos en quien busquemos, nunca nos encontraremos a nosotros mismos sino cuando ya no podamos contárselo a nadie. Entonces, cuando ricos de silencio se nos revele claramente quiénes fuimos, empezará otro teatro, otra escena que nadie podrá ver: la elocuencia de una nueva infancia, un principio que es un final, la mentira visible de nuestra identidad. La Muerte es una máscara de cristal.
Escribe así Dionisio Cañas, tomellosino recogiendo en Nueva York literaturas hispánicas y derramando versificaciones como la que dedica a la vida de Billy Tipton (1914-1989) en La balada del hombremujer (2008, Colección Desatada de Editorial Egales). Ese hombre –Billy– enamorado del jazz a tal punto que disfrazó su ser femenino –Dorothy Lucille Tipton– en apariencia masculina y vivió el malditismo nómada de la cultura norteamericana, envuelto en su pasión musical, con cierto renombre como pianista y saxofonista, aunque sin lograr un virtuosismo que le hiciera sobresalir.
 

¿Cómo era su vida amorosa? ¿Puede entenderse que ni sus esposas ni sus tres hijos (adoptivos) estuvieran al tanto de su transformación, sucedida en los años cuarenta? Los últimos veinte años de su vida, desahuciado de los escenarios por una artritis, serían de soledad cuando los vivió en una casa rodante.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Cuentos de familia

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En estos días finales de verano coloreados por las rosáceas flores del árbol de Júpiter y de las rosas de Siria –asientos de Asia Menor–, mientras los coches amanecen sudados en la rosada de la mañana, me viene a la mente la niña del cuento que deseaba ser huérfana y ansiaba quedarse sola en el mundo para disponer de todos los juguetes y contemplar la llanura despreocupadamente.
Homero. Ilíada es un texto basado en el relato homérico clásico, de cierta consistencia, necesitado de varias horas para su lectura, lo que no fue óbice para que fuera leído en el otoño de 2004 en espacios públicos de Roma y Turín, a los que había que asistir pagando entrada y a los que acudieron más de diez mil oyentes-videntes. La sesión de Roma se retransmitió en directo por radio, teniendo constancia de que numerosas personas permanecieron hasta su final dentro de sus coches en los aparcamientos.
Su autor, Alessandro Baricco, es de sobra conocido por regentar una escuela de escritores (de nombre Holden [que, por cierto, a su creador, Salinger, le están amargando el descanso eterno]) y por ser un excelente novelista, es decir, un agudo observador de costumbres y de la condición humana. Pues bien –decimos–, su autor, a la hora de explicar el éxito de prolongada audiencia en los aparcamientos, se inclina por admitir que no lo fue tanto por la emoción del texto (al imaginarse, por ejemplo, a Eneas herido en el fragor de la batalla, protegido por los dioses al esconderlo bajo un pliegue de su manto), sino “a lo mejor solo fue porque estaban hartos de su familia”.
Literatura y familia.

[Niña con juguetes es de Nelson Romero, tomado del interesante blog El hurgador, arte en la red]

viernes, 13 de septiembre de 2013

Pacíficas bibliotecas (incendiadas en el sueño)

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En fácil asociación de palabras, podemos unir bibliotecas y paz o sitio en el que se favorecen sentimientos pacíficos. Seguro que si les preguntamos a madres y padres acerca de los lugares en los que sienten que sus adolescentes retoños les proporcionan menos quebraderos de cabeza, en las respuestas ocuparía uno de los primeros puestos la biblioteca del barrio (aunque otra cuestión sea lo que opine el amable personal de estos centros sobre ello).
Charles Bukowsky –El incendio de un sueño– tiene un poema significativo sobre la capacidad de influjo de las bibliotecas en templar caracteres:
La vieja Biblioteca Pública de Los Ángeles
muy probablemente evitó
que me convirtiera en
un suicida,
un ladrón de bancos,
un tipo que pega a su mujer,
un carnicero o
un motorista de la policía
[…]
Aquella biblioteca estaba
allí cuando yo era
joven y buscaba
algo a lo que aferrarme
y no parecía haber
mucho.
No nos asombran estas palabras viniendo de todo un Bukowski. Y menos nos extraña la conmoción que sufrió cuando, en 1986, su biblioteca sufre un incendio que permanece activo durante siete horas. El fuego y el agua (de los bomberos) inutilizaron unos 400.000 ejemplares, muchos de aquellos en que este adolescente se había salvado del naufragio primero.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Vladimír Holan. La partera

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En la acera

Es una vieja vendedora de periódicos
que cada día llega cojeando hasta aquí...
Cuando agotada ya no tiene fuerzas para llevarlo,
suelta el paquete de "Ediciones extraordinarias",
se sienta encima y se adormece...
Los que pasan delante
están tan acostumbrados que ni siquiera la ven,
y ella, misteriosa y muda como una sibila,
esconde lo que debiera ofrecer...

Empieza a llover…

Camino hacia el trabajo en esta cálida mañana con ausencia de viento y de voces humanas. Los patos agradecen la lluvia de tormenta caída hace escasas horas y el esquelético río Arlanzón revitaliza las cintas de sus riveras. En paralero al camino arbolado, los coches circulan con estridente zumbido. Leo a Vladimír Holan (1905-1980), una vida entregada a la poesía, traducido por Clara Janés Nadal (1940-), tal vez la persona que conoce su enigmático mundo de manera más singular. Es uno de sus libros esenciales: Avanzando (1943-1948), escrito en la época en que sus versos esperanzadores y de resistencia estaban en la boca de los habitantes de Praga durante la ocupación nazi; pero llegaron los rusos –a quienes saludó– y concluyeron que su posterior poesía –la que arriba leemos– era decadente, por lo que fue prohibida.


Pienso en que lo que puede hacerme hermoso no es el brillo que encontraré (y tanto atrae) al cruzar la puerta del nuevo edificio. Pienso en la la partera de Van Gogh

martes, 3 de septiembre de 2013

Por si (todavía) dispones de tiempo... y te apetece

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Si hubiera podido elegir, habría elegido la música […] Mi madre tocaba el calvincémbalo, y lo que ella tocaba con tanta perfección y pulcritud fue como la gota sin fin que penetró en mi cabeza. Así me encontré yo con el hecho de que iba por la calle y no podía dejar de cantar.
Escribe Clara Janés en una de las páginas de Jardín y laberinto (1990), texto con cuerpo de planto, y lo dialoga en La voz de Ofelia (Siruela, 2005), ese pequeño libro tan grande. La música. Parte de ese mundo que nos llega fuera de las órdenes y las imposiciones de cada día. Así que si no has gastado todo tu tiempo durante este veraniego mes, puedes (si quieres) emplear parte de él escuchando algunos acordes llegados de las manos de Khatia Buniatishvili  y Yuja Wang provenientes de Brahms. Nos vamos a lo fácil, dejando por ahora sus acercamientos a Horowitz, a Taub y a nuestro preferido: Skriabin (1872-1915), que recogió los ecos y los plasmó en partituras; ¿de dónde emergieron?; poco importa ahora si estaba interesado en vaivenes teosofistas o si –ciertamente– es el demonio quien inspira sus sonatas blancas y negras, su mesiánica, su éxtasis, su poema del fuego.



Imprescindible (para nuestra vida) la capacidad de oír colores –sinestesia– de este compositor y pianista ruso. Así como la de Clara Janés y Vladimir Holan de percibir la belleza entre el dolor del solitario destierro, presintiendo lo más allá, lo que está en la naturaleza –hojas, trinos, crepúsculos, rosas…– del entorno en que nacemos.

[La ilustración está tomada de artsandarchitecture.wordpress].

martes, 27 de agosto de 2013

Nacer (celebración en las Bibliotecas)

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Prácticamente, en todas las entradas de la bitácora mencionamos alguna obra de creación, ya sea literaria, pictórica o musical. Así, libros, canciones y cuadros pasan por nuestras líneas, en la mayoría de ocasiones porque nos han sorprendido agradablemente.

Y hoy celebramos algo más universal: el nacimiento, tal vez la creación más impactante que conocemos. El momento más demiúrgico que nos da la Naturaleza. El más humano. El más divino. Dos criaturas han venido en este verano dentro del personal de las Bibliotecas Municipales de Burgos.



¿Quién dice que las bibliotecas están en crisis? Felicidades.

(A quien ella sabe, pronto se las daremos. ¡Animo!)

[El cuadro de Caro-Delaville es Mi mujer y sus hermanas, 1904].

lunes, 19 de agosto de 2013

Leer en agosto

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Me limita la sencillez
Leer en agosto, en este tiempo aislado de la cotidianidad, sintiendo la compañía del calor del día y el frescor de las noches, en estos días de calles semivacías. No me acostumbro a la literatura. Me solivianta en muchas ocasiones. Desconozco si por el vacío suyo o por el mío. Así, leo Lluvia de hielo, de Peter Stamm, con lo enigmático de sus personajes, con la desorientación con que se mueven en el mapa de sus páginas, y no logra entusiasmarme.
En cambio, el lenguaje escuchado desde la niñez tiene –para mí– calidez en su solo deslizarse musical. Por ello, releo despreocupadamente los poemas de Ceremonia de la inocencia, de Ángel Sánchez Pascual, transpirados de exactitud (de lenguaje) y belleza:
Olvídate del alba y abandona
ese temblor de tanta amanecida
como llevas. Tú te hallarás más tuyo
si avanzas con el sol y con la sombra,
si sigues la creación del horizonte
como una línea al trazo de los ojos.
Déjate que te acoja la jornada,
que te aloje su huella, que te estalle
su inclinación al fin, y su declive
te clave los destellos del crepúsculo.
[…]
Mides el miedo con amor, que más
que miedo tiene timidez, y más
que todo el mundo tus razones para
poner la vida en el perdón, y para
desprender muy de ti los que más es tuyo:
tu pureza, que es tu comportamiento
más íntimo, y es el que más estimas,
porque, ¿qué hay tan importante como
sentir la exactitud de darse limpio?
Y es que el perdón es acto que no pierde
su propio sacrificio, porque es don,
no solo ofrecimiento que produce
piedad, sino también arriesga, vence,
redime la venganza, el egoísmo,

hasta alegrar tu sangre gota a gota.
[Read es de Isaac Salazar.]

martes, 13 de agosto de 2013

Martes y trece

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La palabra une la huella visible con la cosa invisible, con la ausente, con la cosa deseada o temida, como un frágil puente improvisado tendido sobre el vacío

                 (Italo Calvino)

En estos días en los que las golondrinas van dejando algo vacíos los cielos de Burgos y en los que vienen las magnolias a sus calles y parques, andamos en compañía de los pensamientos de Calvino. Y entre vuelos y nacencias nos visitan los negros sonetos del místico Jean-Baptiste Chassignet (1571-1635), así este CCCLXXXI (con traducción de Marie-Cristhine de Michel y Luis Alberto de Cuenca, en Clarín):

He querido viajar, pero al final el viaje
me ha hecho retirarme –malcontento– a mi casa.
He querido quedarme a solas en mi estudio
y, al fin, la soledad me ha resultado odiosa.

He querido embarcarme, mas la navegación
de la vida a la muerte me ha hecho desesperar.
He querido, por puro placer, labrar la tierra
y, al fin, he despreciado la vida del labriego.

He querido probar las ciencias y las artes,
y, al fin, nada he sabido. He corrido los riesgos
de cruentos combates: la guerra ahora me ofende.

¡Ah, la imbecilidad del ánimo curioso
que todo lo desea, descontento de todo,
y, dudando, no llega a saber nada cierto!
 

Lo dicho, martes y trece. Salud.

jueves, 8 de agosto de 2013

Ramas y raíces

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No tengo país natal y, por supuesto, me alegra esta falta de raíces pues me libera de un sentimentalismo inútil.
Escribe Ödön von Horváth (1901-1938), autor de una interesante producción literaria. De Viena había viajado a Budapest, Praga, Teplitz-Schönau, Milán, Zúrich, Bruselas, Amsterdam y París con el objetivo de continuar hasta Estados Unidos y salvar así la vida, pues estamos en 1938 y el nazismo persigue a los judíos. Parece mentira pero es así. Uno de los personajes de la obra de Horváth Juventud sin Dios (1937) muere por una rama. Y a este autor tan dado a los presentimientos, a las premoniciones, le da un vuelco el corazón al encontrarse una tormenta en la mañana del 1 de junio y enterarse de que uno de los rayos cae en la cúpula del Pantheón. Por la tarde, mientras camina por los Campos Elíseos, se cobija, al igual que otros siete transeúntes, debajo de un castaño… que atrae un rayo y él, que mide más de metro noventa, cae fulminado, tal vez comprendiendo que le estaba destinado.

En sus bolsillos se encuentra un poema, dos páginas de una novela por escribir y algunas fotografías de mujeres de la mala vida. En su habitación de hotel –l’Univers, refugio de inmigrados– quedaba el manuscrito de Adiós Europa y dos vasos de vino vacíos.
Afirmaba que la conciencia es la auténtica censura de que disponemos, de la que nunca deberíamos de desprendernos.