viernes, 29 de junio de 2018

Ecología o catástrofe (Janet Biehl y Murray Bookchin)

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Desde que leí la noticia de que se iba a editar en España la obra de Janet Biehl (1953) sobre la vida de Murray Bookchin(1921-2006), estuve atento a su salida y, cuando esta se produjo el año pasado, una amable bibliotecaria la pidió para la biblioteca del barrio (con lo que creo que esta se ha beneficiado). Janet y Murray se conocieron a mitad de los años ochenta y, desde entonces, establecieron una confraternización que llevó a la pensadora y al ya (re)conocido ecologista libertario a extenderla a los ámbitos de la edición.
Bookchin fue pionero, en 1962, con Our Synthetic Environement, en alertar sobre los pesticidas y la agricultura industrial, el agotamiento del suelo, La contaminación del aire y del agua, la deforestación, la energía nuclear y el advenimiento del calentamiento global, anticipando la necesidad de destetarnos de los combustibles fósiles. Aunque sería la obra de la liberal Rachel Carson, Primavera silenciosa, también de 1962, pero mucho más estrecha y pacata, la que se llevara la gloria, lo que redundó en detrimento del movimiento social ecologista, pues acercó a la gente al umbral de las preguntas cruciales sobre la sociedad y el planeta, pero les hizo ignorarlas.
Janet Biehl, eligiendo un título bimembre, dicotómico, como ya hiciera Rosa Luxemburg con Socialismo o barbarie, realiza un trabajo impresionante con la vida de su compañero desde que la familia judía de este emigrara a Estados Unidos desde Rusia. Él creía que las ideas podían hacer avanzar la historia; si tienes una idea político-social adecuada, la gente puede hacerla suya y puede ponerla en práctica. Su escuela de Vermont enseñaba a cultivar de forma orgánica, construir instalaciones solares y eólicas, y crear huertos urbanos.
[Salud. A la espera de que la Vida enseñe ecología social a quienes gobiernan la res publica. La ilustración es de Arkhip Kuindzhi].

sábado, 23 de junio de 2018

La Recolectora. Club de lectura 2017-2018

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El club de lectura La Recolectora ha terminado la novena temporada en el Palacio de la Isla de Burgos. En estos meses nos hemos extendido en entender la literatura como territorio. Plagada de espacios -playas, posadas, colinas, grutas, volcanes, etc.- en los que se suceden nacimientos, pasiones, conflictos, muertes, etc., los cuales se cruzan y comunican a través de senderos múltiples.

Hemos recogido, tras leer sus páginas, la miel destilada allí y elaborado después con nuestra presencia y nuestras palabras encuentros únicos cada 15 días en la Casa Redonda (en la Biblioteca Pública de Burgos, a la que hay que agradecer su iniciativa y disposición).
Estas han sido las obras comentadas:
Daniela Astor y la caja negra, Marta Sanz
Tuya, Claudia Piñeiro
Todo lo que hay, James Salter
Momentos estelares de la humanidad, Stefan Zweig
El asombroso viaje de Pomponio Flato, Eduardo Mendoza
Tres cuentos, Gustave Flaubert
Las leyes de la frontera, Javier Cercas
Me llamo Lucy Barton, Elizabeth Strout
El hombre que amaba a los perros, Leonardo Padura
Cuatro por cuatro, Sara Mesa
El almanaque de mi padre, Jiro Taniguchi
No encuentro mi cara en el espejo, Fulgencio Argüelles
Una temporada para silbar, Ivan Doig
Ru, Kim Thuy
Arte, Yasmina Reza
La mirada del tiempo, Esther Pardiñas
Frankenstein, Mary Shelley
No todas las lecturas han tenido la misma repercusión. Tuya, Lucy Barton y Pomponio Flato han sido las que menos nos han cautivado. Compensadas colmadamente por Daniela Astor, Momentos estelares, El almanaque o Todo lo que hay, etc. Más la maestría antigua de Frankenstein y Tres cuentos.

Quedamos emplazadas para la próxima temporada.
[Salud. A la espera de que la Vida continúe cuidándonos].

domingo, 17 de junio de 2018

Feria del Libro

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El vienes de la anterior semana visité la Feria del Libro de Madrid. La lluvia intermitente hizo que se pudiera acceder a los mostradores con comodidad, aunque conllevaba el incomodo de sortear paraguas en los pasillos. Iba con intención de buscar un libro, pero ya se sabe que vienen a las manos otros hasta que la bolsa va pesando lo suficiente como para dar por finalizadas las adquisiciones.
Comencé con el psiquiatra Guillermo Rendueles y su Las falsas promesas psiquiátricas, en que plantea la utilidad de buscar alternativas colectivas basadas en el apoyo mutuo y las redes sociales para afrontar problemas que nos angustian ‒acoso laboral, crisis económica, violencia en las aulas, cárceles, angustia del paro, etc.‒ y rechaza los psicofármacos como mercancía. El malestar no depende de la psique individual sino de las relaciones de explotación y sumisión.
Paseando paseando topé con numerosas “celebridades” de las letras que estaban firmando en las casetas. Quise saludar a Marta Sanz, pero (me) parece que si no compras alguno de sus libros no tiene sentido ocupar su tiempo. Así que me detuve en donde firmaba Pilar Adón y compré los relatos de La vida sumergida (además de uno de poemas para regalar), en el que me estampó «Para Ignacio, con todo mi afecto, este libro de sueño, aprendizaje, lecturas, entre árboles y casas. En este Retiro de lluvia, un fuerte abrazo».
Iba buscando la biografía que Chalotte Gordon ha elaborado sobre Mary Wollstonecraft - Mary Shelley. Madre e hija han tenido uno de los nacimientos más emblemáticos del territorio de la literatura, sucedido en 1797. La autora de Vindicación de los derechos de la mujer (1792) murió 10 días después de dar a luz a la autora de Frankestein (que estoy leyendo) a causa de unas fiebres paurperales que le indujo el médico que le extrajo la placenta por no haberse lavado las manos. En el fondo del escenario, William Godwin con Disquisición sobre la justicia política y su influencia en la virtud y felicidad de la gente, y Percy B. Shelley con La revuelta del IslamLaon y Cythna, or The Revolution of the Golden City.
Y, ya se sabe, algo desconocido para cultivar la sorpresa: Saturno de Eduardo Halfon (Guatemala, 1971), carta amarga de un narrador algo desquiciado a un padre severo y devorador.
[Salud. A la espera de que la Vida enseñe a leer a quienes gobiernan la res publica].

lunes, 11 de junio de 2018

Neurociencia para Julia (Xurxo Mariño)

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Hace unos días leí que iba a desarrollarse en Burgos una especie de maratón científico en el que intervendrían una media docena de divulgadores de diversas disciplinas (que van de gira por el norte de España). Coincidió, curiosamente, con que había sacado de la biblioteca del barrio un libro de uno de ellos, Xurxo Mariño, Neurociencia para Julia (2012), en el que trata de darle un tono literario al viaje de exploración a la máquina de la mente que propone. Me gusta mezclar lecturas de textos científicos con los habituales de literatura.
No me ha defraudado. Preguntarse por ese yo que a todo el mundo nos sale o que tenemos cuando nos situamos frente a otras personas es un ejercicio de humildad, relacionado con esa curiosidad que, de acuerdo con el autor, nos hace interrogarnos sobre su procedencia, su modo de generarse o la relación que se establece entre la mente y el cuerpo. El texto resulta una explicación del sistema nervioso (central y periférico) con el que percibimos lo de fuera y construimos la imagen que tenemos de ello, con la que actuamos en el día a día. Dendritas, axones, sinapsis… nos configuran. En el encéfalo elaboramos la ilusión de personas y cosas con las que nos relacionamos y a las que llamamos realidad. Uno de los elementos con el que lo hacemos es la imaginación, preciosa herramienta con la que contamos.
No está claro el momento en que se genera en el cerebelo la conciencia, la mente o el yo. Hay diversas hipótesis sobre ello. En todo caso, lo importante es continuar estudiando los fenómenos que las propician y -no olvidemos- desechar los cuentos que se escuchan con relativa frecuencia, como ese de que sólo utilizamos un 10% de nuestro potencial mental.
Eso sí. Hay algo que no me ha convencido del libro: el intento de convertirlo en un relato dirigido a Julia, la supuesta adolescente. En fin, que no he traspasado el umbral de la credibilidad (literaria).
[Salud. A la espera de que la Vida desmonte las ilusiones de quienes gobiernan la res publica].

martes, 5 de junio de 2018

La Ruta de las Damas (Tristan Corbière)

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Las flores fúnebres
que llaman tembladeras
harán crecer del todo
tu risa terrosa
y los miosotis
esas flores de mazmorras…
Me atraen las historias montadas sobre poemas, y más todavía si estos últimos son elípticos. Ya sabemos que un poema no se explica, pero sí se interpreta y estas historias a las que me refiero son eso, una interpretación de los versos que tiene delante quien la escribe. Es lo que hacen ‒hicieron en 2002‒ Rubén Pellejero y Denis Lapière en Un poco de humo azul… montado sobre seis versos del simbolista Tristan Corbière (1846-1875), extraídos de su obra Los amores amarillos, ‘Les amors jaunes’ (con los que iniciamos esta anotación), que Velaine lanzara a la fama al incluirlo en sus poetas malditos.

Digamos que este humo azul es un cómic, evocador del sufrimiento y amor que sucede en una dictadura en la que se tortura. Un escritor (de teatro) es arrestado y en el trayecto de la prisión al cuartel que cada tres semanas recorren quienes están detenidos, son esperados por mujeres en las cuestas serpentinas donde el camión que los transporta sube lento. Allí les pasan cigarrillos, y una de ellas escribe cada vez un verso del poema "Pequeña muerte para reirf" de Tristan Corbière, que mantiene con esperanza a uno de ellos en el acuerdo tácito de que aguantará hasta que termine el poema. Antes de llegar al final… se produce la salida. El cómic tiene el añadido que anexa un dossier mostrando la génesis y desarrollo del mismo y las figuras principales.
“no te pongas pesado: ataúdes de poetas para los enterradores son siempre juegos, estuches de violín que suenan el vacío… te creerán muerto –los burgueses son tontos‒, ¡ve presto, ligero peinador de cometas!, las hierbas al viento serán tus cabellos...”.

[Salud. A la espera de que la Vida haga aterrizar a quienes gobiernan la res publica].