lunes, 3 de diciembre de 2012

Desacuerdos. Amor en el tiempo

Hay personas con las que estamos en desacuerdos profundos y que, al tiempo, nos producen una corriente de simpatía hacia ellas. Nos resultan cálidas y atractivas. Pensamiento y sentimiento. Dos realidades que no siempre caminan juntas en nuestro interior. Y en nuestro exterior, claro. Bien lo vemos todos los días, por ejemplo, al convencernos de la corrupción en nuestra clase política y, no obstante, acudimos a las urnas como si nada. O al quedar demostrado que el dinero va a las esferas financieras y, sin embargo, dejamos que continúen los deshaucios.

Una de las personas que (en mi caso) da cobijo a esta contradicción es Ernesto Cardenal. Ni su posición marxista ni su posición cristiana terminan de llenarme, pero desde hace muchos años leo con fruición sus epigramas (Te doy, Claudia, estos versos, porque tú eres su dueña […] Me contaron que estabas enamorada de otro / y entonces me fui a mi cuarto / y escribí este artículo contra el gobierno / por el que estoy preso) (Ella fue vendida / a Kelly & Martínez / Cía Ltda., // y muchos le enviarán / regalos de plata. // Y otros le enviarán / regalos de electroplata, // y su antiguo enamorado / le envía este epigrama.) y sus salmos (Escucha mi protesta / porque no eres tú un Dios amigo de los dictadores / ni partidario de su política / ni te influencia la propaganda / ni estás en sociedad con el gánster) y su epitafio para Joaquín Pasos (Aquí pasaba a pie por estas calles, sin empleo ni puesto / y sin un peso) y la oración por Marylin Monroe (Ella soñó cuando niña que estaba desnuda en una iglesia) y…

Y yo soñaba, incluso, con el viaje a las islas del hospedaje, a Solentiname, antes de que se llenara de artistas, cuando los tiburones todavía daban miedo y se leían estrofas del evangelio de Cardenal.

2 comentarios:

  1. Después del pelo que me han tomado a base de derrochar sobre nosotros simpatía, discursos bonitos, abrazos a niños, oropeles, falsas ofertas, promesas de mentira, ahora no me queda ya ni un cabello de tonto. Estoy loco.
    Como locos. Es así así como nos ven desde fuera, como desgraciaítos. Ingenuos, están igual.

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