sábado, 12 de octubre de 2013

Los daños del libro. Novelas y mujeres

Divino favente numine inventa
‘Don precioso del cielo’ llamó la Iglesia a la imprenta en su aparición. Pero el correr del tiempo le hace deplorar que se hubiera descubierto esa «rueda terrible». Así lo pone de manifiesto Antolín López Peláez (1866), leonés de Manzanal del Puerto, muchacho de memoria prodigiosa, habitante de tierras gallegas, que llega a Burgos con una canojía de la catedral en 1893, y a partir de 1905 es obispo de Jaca y Tarragona, desde entonces senador permanente del reino. En 1907 publica su décimo octava obra: Los daños de libro (Barcelona, Editorial Gili), en la que despacha a gusto con la producción editorial que sale de las cada vez más perfeccionadas máquinas impresoras, impregnadas estas maravillas de la mecánica moderna de grande espíritu de irreligiosidad y de inmoralidad. De sus abismos, «brotan con ímpetu de catarata diluvios de tinta venenosa; la inmensa ola negra […] sumerge el orbe en sus más impuras heces y en sus amargos posos y corrompe la atmósfera con sus deletéreas emanaciones».
Por ello, La censura eclesiástica –otra de sus obras, de 1904– se hace imprescindible en la lucha contra el engaño de esas obras que constituyen el cibus animarum, ‘el alimento del alma’, adornadas taimadamente con la galanura de la frase y el brillo de la elocuencia –el fulgor operis y el sermonis pulchritudo (decía Orígenes)–, con la pureza de una dicción sin tacha y la estructura galana y castiza de la frase, con donosos giros del idioma y preseas resplandecientes de estilo, lo cual seduce al lector y le adormece dulcemente con sus arrullos y, como Dalila a Sansón, le corta la cabellera del temor santo. No otra cas realizan esos «bellos espíritus de la incredulidad» como Rousseau, Víctor Hugo, Hoffman, Zola, Renán…
«La lectura de novelas puede concluir por alterar violentamente la regularidad del funcionamiento de los nervios, produciendo trastornos cerebrales muy profundos. Persona tan competente é imparcial en la materia como lo era Tissot, ha hecho esta afirmación: “de todas las causas que han dañado la salud de las mujeres, la principal ha sido la multiplicación de las novelas en estos últimos tiempos”. Las mujeres, sobre todo, reciben intensas emociones con su lectura; y es una verdad, que, como escribe don Rafael Salillas en La teoría básica (Madrid, 1901), “fisiológicamente, la emoción produce constricción ó dilatación de los vasos y espasmo de los músculos orgánicos…. Por causa emocional se producen igualmente exaltaciones y depresiones, claridades y obscurecimientos de la mente”. No es raro que las mujeres entregadas á estas perturbadoras lecturas padezcan de histerismo, tengan pesadillas, y prorrumpam por el menor motivo en llanto nervioso; y algunas hay que al concluir una novela que las ha impresionado mucho, sienten que se les obscurece el entendimiento y les falta la memoria, quedando durante algún tiempo sin saber siquiera dónde están…» (página 150).

No sabemos dónde han ido a parar hoy este tipo de novelas.

6 comentarios:

  1. Buenas noches, Burgostecarios:

    Copio unas citas de Plinio el Joven
    · "Nullum esse librum tam malum ut non áliqua parte prodesset."
    o (No hay libro tan malo que no sirva para algo)Epist. 3,5
    "El mayor número de los males que afectan al hombre provienen del hombre mismo"
    He buscado en la Red alguna información sobre D.Antolín López Peláez. He visto su afición por los libros.
    ¡Qué curioso que los efectos nocivos de las lecturas lo fueran solo para las mujeres!
    También me ha llamado la atención, el amor del Señor Obispo por la agricultura,
    y he ido hasta Albares de la Ribera, donde aún hay vides. Dejo un enlace, para conocer algo de esos hermosos paisajes y sus gentes.

    Saludos.

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    1. Gracias, Gelu, tus aportaciones siempre tan interesantes. (Por cierto, aprovechamos uno de tus enlaces para la entrada, pues, como bien sugieres, no hemos puesto ninguno).

      Feliz día

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  2. Qué oscuro es el temor, el miedo a lo desconocido... Y qué equivocados estaban al temer de los libros, si justamente es la ignorancia, la causa de tanta intolerancia e incomprensión entre pueblos. Si nos conociéramos más, nos odiaríamos menos.
    Hay un libro lleno de citas y cuadros que se llama "Las mujeres que leen son peligrosas" de la Editorial Maeva. Es delicioso, te lo recomiendo. Retrata y describe a todas aquellas mujeres que osaron abrir un libro en tiempos de ostracismo.
    Un beso

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    1. Gracias, Mere, haré por encontrar el libro.

      Tienes razón, además, en lo de que la lectura libre nos abre vías de entendimiento. ¡Qué manía en controlar las lecturas!

      Besos

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  3. Qué barbaridad. Al señor López le veo muy alterado. No hay duda de que le ha dado un "espasmo de los músculos orgánicos". Y menos mal que únicamente de los orgánicos, que si también de los otros..., terrible solo de pensarlo.

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    1. Ya lo creo, ebge, el hombre estaba algo alterado. ¡Cuántas energías empleadas en prohibir!

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