sábado, 9 de abril de 2016

Unión más allá de la muerte

 En los castaños de Indias del Paseo de la Isla, si te detienes con atención en los momentos cálidos del día, puedes ver el desplegar de sus bulbos ‒impresionantes‒ y sientes que presencias una función de la vida, sientes que eres algo de esa hoja flor que recubre lentamente las desnudas ramas del invierno. Lo natural, lo popular, lo intelectual se unen en múltiples momentos. Mientras lo observo, me viene a la cabeza aquel poema y cantinela que tan conocida era, que en el pueblo nos llamaba la atención por su título, Lux aeterna, del que después he sabido que lo compuso en 1889 Juan Menéndez Pidal (hermano de Ramón) y que, al igual que el follaje del castaño, se extendió rápidamente por España, conociendo múltiples versiones.
            Era la voz de lamento de la joven que muere, sospechando que su novio la engaña con otra (No madre mía / ¡y el pérfido juraba / que me quería!). ¡Cómo sonaba en nuestros oídos infantiles aquel pérfido! Y, sobre todo, las descripciones musicales (En los robles oscuros / solloza el viento; se apagan las estrellas / del firmamento; / el río entre los álamos / reluce y pasa; / ni crujir una viga / se oye en la casa; / la candileja / que ardió toda la noche / de lucir deja). En fin, con la candileja también nos las teníamos algo oscuras. Pero nos gustaban estas formas de recitar y cantar, mezcla de elementos populares y pluma culta, que volvía a las calles para ser transformada al gusto.
            Algo parecido a lo sucedido en Irlanda ‒esa fecunda tierra‒ con She moved throught the fair, poema y canción que, desde hace algo más de cien años conoce múltiples versiones. Aquí es él quien, después de que ella desapareciera (tal vez por su posición social más encumbrada), con el correr de los años, siente que vuelve (Y suavemente ella entró, / Sus pies no hicieron ningún alboroto, / Se acercó a mi lado, / Y esto es lo que ella dijo, / No será un largo amor, / Hasta el día de nuestra boda). Unido su camino al de los momentos convulsos de la patria gaélica, puede decirse que no hay cantante con interés en lo folk que no la interprete. Aquí elegimos una voz ya de los sesenta, Anne Briggs (la del delicioso Blackwaterside):

Nos vemos en la eternidad.

9 comentarios:

  1. Me encanta la música irlandesa.
    Bella descripción de lo que somos en realidad, parte de la naturaleza, como esa flor. Es difícil en estos tiempos volver a estar conectados con lo que de verdad somos.
    Besos, Ignacio y feliz fin de semana.
    Gracias por explicarme lo de la Cuetos:)

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    1. Cada vez algo más desconectados, Celia, por lo que vemos.

      Besos.

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  2. Qué juego dan nuestras infidelidades! Será por exceso de amor?

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  3. Qué juego dan nuestras infidelidades! Será por exceso de amor?

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  4. Muy hermosa esa conexión entre el ser humano y la naturaleza, algo que no está separado, o no debiera, sino intrínsecamente unido por la vida.

    Me encanta la música irlandesa.

    Un abrazo!!

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    1. Realmente nos hace personas únicas el sentir la proyección en la naturaleza.

      No está mal tu gusto musical.

      Abrazos.

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  5. Son muy interesantes esas uniones de lo popular con lo intelectual (pues todo puede ser culto). Casi podríamos decir que constituyen gran parte de lo que producimos culturalmente.

    Saludos y gracias por estas anotaciones.

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    1. Seguramente lo culto debe mucho a la gente especial de los pueblos. Tan olvidada.

      Saludos, Anónimo.

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