sábado, 9 de diciembre de 2017

Nieve blanca (en las medianoches)

No me resisto a poner la fotografía de la vega de mi pueblo y la pose del Moncayo tomada desde el Altillo, pequeño promontorio por el que discurre la carretera desde La Rinconada hasta las Tierras Altas sorianas. Dos años esperando merecen este exordio.
Pensaba comentar el Berlín del historietista Jason Lutes (1967), no el completo (que se va a componer de tres tomos con el que se publicará en 2018), sino el primero, Ciudad de piedras, que se traduce en 2005, y abarca desde el inicio de la República de Weimar, en 1918, coincidiendo con el término de la primera guerra mundial hasta 1929. Esta novela gráfica exige atención continua en su lectura (al menos a mí), por los distintos ambientes que retrata, pasando de unos a otros sin divisiones claras ‒será un reflejo de la vida, me digo‒, y por lo esquemático de muchos de sus diálogos, apoyados en los dibujos, lo que supone que sobreentiendes los silencios.
Pero en estos días de medio fiesta me decido a poner un poema (pues ya hace tiempo que no lo hacemos), está vez del cubano llegado pronto a Estados Unidos, y escritor también en inglés, Gustavo Pérez Firmat (1949), extraído del recopilatorio Sin lengua, deslenguado (2017), en el que está el poemario Cincuenta lecciones de exilio y desexilio (2000), cuyo poema 48 dice:
Mi noche no es medianoche:
es tempranera, inicial: mañana de noche.
No es la noche de los insomnes o los suicidas.
No es la noche del silencio o la ansiedad.
No es la noche del fantasma o del grito.
La mía es noche de certezas, no de dudas:
el sí de la noche.
La mía es noche de claridades, no de sombras:
la luz de la noche.
Mi noche no tiene paredes.
Mi noche vive en la garganta.
Cierro los ojos para ver la noche.
[Salud. A la espera de que la Vida conceda noches blancas a quienes gobiernan la res pública].

8 comentarios:

  1. Espectacular imagen (en estos tiempos). Parece que es de esas que se impregnan en la retina y retorna al cerrar los ojos (al igual que hace Pérez Firmat).

    Saludos.

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    1. Ya lo creo, Anónimo. Se agradecen esas imágenes en vivo en estos tiempos.

      Saludos.

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  2. Muy bonita imagen, me ha gustado mucho igual que el poema que de alguna manera me ha parecido que reivindica el gusto por la noche sin sombras.
    Besos

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    1. Sí, Conxita, es un poema de noche luminosa, de nieve blanca.

      Besos.

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  3. Una imagen muy hermosa Ignacio. Es bonito tener una noche llena de claridades.

    Abrazos.

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    1. Pues eso sucede alguna veces, Conchi. No deja de ser una vivencia especial nocturna.

      Abrazos.

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  4. Que entrada tan completa: foto hermosísima, referencia de un libro para mi desconocido pero de una época muy interesante, poema... Lo dicho una combinación de elementos muy interesantes.

    Abrazos a la espera de que quienes dirigen la política en donde vivo no cometan muchas torpezas porque estamos en el límite de la paciencia :)

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  5. Pues celebremos la combinación, Laura.

    E imaginemos que no cometen esas torpezas.

    Abrazos.

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