jueves, 24 de mayo de 2018

Tierra perturbada (Dalva con Jim Harrison)


“Amábamos la tierra, pero no podíamos quedarnos”, es el proverbio antiguo que Jim Harrison eligió como cita introductoria para Dalva (1988), su mejor novela según afirmaba él mismo y parece que confirman crítica y público. Desde luego que tiene esa impronta que diferencia a las obras singulares. En ella se percibe una prolongada investigación, a pesar de que en alguna de sus páginas ironiza sobre los conocimientos académicos. Pero enfrenta la historia de la nación estadounidense, en notable medida montada sobre la guerra en la que sucede la aniquilación de más de 100 sociedades autóctonas indias, culminadas en la masacre de Wounded Knee de 1890. Para ello, lógicamente, necesitaba estudiar.
Jim Harrison (1937-2016) pasa por ser un escritor de personalidad. De familia acomodada, en la juventud dejó los estudios y viajó -“yo era como un personaje de Bolaños, siempre persiguiendo las cosas más descabelladas”-. Se hizo, así, en la relación pasional con la naturaleza y los experimentos, buceando en viajes de ida y vuelta entre los laberintos de la mente y los placeres del cuerpo. A los siete años fue atacado, sin mediar discusión, por una niña con una botella y perdió casi la visión del ojo izquierdo. Dalva, la protagonista, encarna el espíritu salvaje de la Naturaleza, que nos pide reflexionar sobre la actuación codiciosa de la civilización puritana y grotesca de quienes conquistan creyéndose superiores.
Fiel a su devoción por la poesía española, está presente en el ambiente del territorio de Arizona y en las páginas de Machado  García Lorca, Vallejo u Ortega y Gasset ‒«Cuando no se tienen normas, nada puede ser meritorio; los hombres utilizan incluso lo sublime para degradarse a sí mismos»‒, que se unen a “la literatura viva” anglosajona de Faulkner, Twain o Yeats. Si se dispone de tiempo y ganas para dejar que Dalva nos penetre, puede tener sentido dedicarlo a las cerca de 500 páginas de esta novela estudio.
[Salud. A la espera de que la vida devuelva a su estado salvaje a quienes nos colonizan desde el gobierno de la res publica].

4 comentarios:

  1. Y tanto que está perturbada esa tierra. La existencia de la raza humana se muestra depredadora cuando hay riquezas.

    Saludos.

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    1. Ya, Anónimo, parece que en este caso no hay dudas. Una colonización en toda regla.

      Saludos.

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  2. Interesantes las propuestas que nos muestras.
    Qué pena dan tantas veces los hombres. Ojalá se aprendiera pero parece que no, no lo hacemos.
    Besos

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    1. Demasiado poco a poco, Conxita. Avanzamos en nivel de vida, en base a dejar muertes en la cuneta.

      Abrazos.

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