jueves, 14 de octubre de 2010

Relatos de adentro (en Sierra Morena cordobesa)

De vez en cuando, durante nuestros paseos urbanos de la tarde, nos gusta entrar en tabernas desconocidas (o sucedáneos), del mismo modo que los domingos en la mañana deambulamos por algún barrio y tomamos café en alguno de los bares que se encuentran abiertos a esas horas. Nos colocamos al final de la barra o nos sentamos en alguna mesa de rincón y, desde allí –discretamente–, simulando que leemos la prensa, contemplamos la variedad de tipos que aparecen por el local. Tratamos de adivinar sus vidas, los motivos que les llevan a tomar café, vino, cerveza, orujo… Reparamos en el modo en que se relacionan, la conversación que mantienen, las entradas y salidas, la rapidez o lentitud en que consumen, la familiaridad que tienen con el lugar. En definitiva, el respeto que se tienen para que cada cual pueda disfrutar su momento de descanso o para que pueda ahogar, sin reproches, la impotencia vital que siente, reflejada cada día algo más en su rostro, marchitada ya la ilusión que conocieron hace ya años.

También, por este nuestro gusto en escapar a las luces de escaparate librario, leemos con frecuencia relatos de gentes que no están en el candelero literario. Preferimos, además, los que tienen alguna relación con el campo y los pueblos. Los de la ciudad nos resultan más vacuos, sin arraigo, escritos a veces con formalismo de escuela de escritura, basados en argumentos algo forzados. Es por ello que estos días disfrutamos de Relatos de Sierra Morena cordobesa (Cerro Muriano, 2010). Cada narración se entronca en detalles de la tierra –extinción del lobo, persecución a familias judías, amores perdidos, guerra civil, despoblación, etc.– y la protagonizan personajes que nos transmiten vivencias que te encuentras en el ambiente de las aldeas. Gentes ni felices ni desdichadas. Sabemos, al leerlo, que tiene una antigua relación con nuestra persona.

Por si fuera poco, la obra está editada por la asociación para el desarrollo de esta comarca. Nos trasladan a Adamuz, Espiel, Hornachuelos, Montoro, Obejo, Villaharta, Villanueva del Rey y Villaviciosa de Córdoba. Otro más de los intentos de los pueblos pequeños y alejados de las urbes por evitar la desaparición.


Saludos, pues, a la gente cordobesa.

4 comentarios:

  1. Suena bonito, estoy muy sentimental yo con esto del pueblo, ahora que se ha terminado el verano y hemos vuelto a la rutina.

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  2. Gracias por la parte que me toca. Aunque mi pueblo -Nueva Carteya- no está entre los citados, pues pertenece a la campiña cordobesa, lindando con la Subética, me enorgullece que dediques esta entrada a esos pueblos blancos, bellos de mi tierra.

    Un beso.

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  3. Ya ves, Ayla, tendrás que releer en las tardes otoñales y las noches invernales El paraíso perdido.

    No hay de qué, Elena. En verdad que me han entusiasmado bastantes de los relatos que contiene el libro. Igualmente, besos.

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  4. Todos los libros que ha escrito Norbert R. Ibañez han sido sin animo de lucro. Por ahora son cerca de siete, y no ha ganado un euro. Le pregunte porque no publica en papel y me dijo que no tiene dinero para publicar y que a un escritor lo fríen a gastos e impuestos y que por eso de momento los da gratis.

    http://informaniaticos.blogspot.com

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