
Autora de versos con los que puede dialogarse en cualquier época (según nos parece). Escritora de las menudencias de los días, deja testimonio de la caducidad, incluida la de cada cual. Por ello se detiene en una cuchara, una camisa o un amarillento periódico. Son apariciones extraordinarias en la sencilla existencia. Y, así, lo efímero puede pasar a la eternidad.
Ay, y que lo único
que quedará de mí sea lo escrito
por mí, lo dicho por mí.
Yo que hallé en lo escondido una extraña familia.
Es el instante raro (según lo llamara José Martí) lo que emociona de algo. Lo esencial es lo que asombra. Lo abstracto le pasa desapercibido si es que no se alía con el detalle. Aunque sea algo tan serio como la muerte:

no es morirse. Es
no haber podido terminar
el dobladillo de la saya
que dejamos sobre la mesa,
oh, qué confiados.
[Fina García Marruz, El instante raro (Antología poética), Pre-Textos, Valencia, 2020, 464 págs.]
Vaya, veo que no soy la única en dar a veces más importancia al detalle que a los grandes acontecimientos de la vida.
ResponderEliminarSaludos.
Ya ves, Elena. Siempre aparece gente gemela.
ResponderEliminarUn abrazo.
Buenos días, Burgostecarios:
ResponderEliminarInteresante y sensible mujer, esposa y madre de músicos, y musa de poetas.
Pongo dos enlaces, que me ha sugerido la lectura de vuestra entrada:
Guantanamera
Aquellas pequeñas cosas
Saludos. Gelu
qué confiados
ResponderEliminarEs una buena actitud ante la frustración por los proyectos rotos, cuya fotografía son esos instantes suspendidos en el tiempo. Como la de ese dobladillo a medio hacer sobre la mesa.