lunes, 16 de mayo de 2011

Culpa y Conciencia

Claude R. Eatherly (1918-1978) era un joven estadounidense que congeniaba con sus semejantes, en la misma manera que otros muchos lo hacían. Le gustaba el vértigo de los aviones. A los 26 años, la instrucción, la voluntad, las circunstancias… le colocaron en una situación muy especial: pilotar el avión que seleccionaba el objetivo donde lanzar la bomba atómica sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945. No sabía muy bien qué significaba aquello. Erró en los cálculos, pero resultaron 70.000 muertes y 130.000 personas heridas, muchas de las cuales irán muriendo poco a poco. Se ha escrito mucho sobre ello, y sobre su inconveniencia. Se hizo.

El piloto, cualquier persona normal –lógicamente– no podía salir indemne de aquello. Eatherly se volvió introvertido, sufría de insomnio. Nadie le liberaría de su angustia. ¿Qué hacer? Después de intentar asentarse, comenzó a realizar actos sin justificación aparente: falsificar cheques, atracar bancos sin llevarse el dinero, enviar el dinero a los huérfanos de Hiroshima. Tal vez así aplacaría algo del dolor que causó la explosión. Tal vez así, restituiría la riqueza. Todo lo hacía de forma burda, como provocando el que lo condenaran. Su vida familiar se deshizo, al igual que su vida social. De él se apartaron mujeres y hombres.
Atrapado fácilmente, fue sometido a épocas de internamiento en internados militares. Al héroe de guerra no se le trataba de vulgar ladrón. Hasta que terminó encerrado permanentemente en Waco (Texas). A partir de 1959, Claude Eatherly establece correspondencia con el filósofo vienés Günther Anders. Con sus 71 cartas nace uno de los libros más asombrosos sobre la culpa y la conciencia. Se titula: El piloto de Hiroshima. Más allá de los límites de la conciencia (Editorial Paidós, 2010).

8 comentarios:

  1. Pobre hombre, en el fondo un instrumento de manos poderosas no?

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  2. Desde luego la conciencia de este hombre sería un hervidero de imágenes.
    Tenía entendido que se suicidó.

    Un abrazo.

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  3. Sí, Ayla, un instrumento que vivió humanamente la tragedia de su vida. En cambio, el resto de compañeros (quienes soltaron las bombas) vivieron tan felices.

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  4. La de él, sí que fue. El filósofo Gunter le comentaba que eso era lo más humano que podía pasarle: ¡cómo hacer que 200.000 muertos hablasen y perdonasen!

    Un abrazo para ti.

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  5. Gracias por la reseña. Tiene buena pinta.

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  6. Pobre hombre!!! aunque su historia es triste creo que ese acontecimiento le sirvió para profundizar y preocuparse por los demás, es más triste cuando algunos "asesinos" que andan por ahí sueltos, siguen erre que erre en su postura, alegrándose de haber matado y con la connivencia de los representantes de una mal llamada democracia.
    Tiene que ser interesante la lectura de este libro y seguro que enriquecedora, como también lo ha sido esta entrada. Gracias Lavela!
    ;)

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  7. De nada, ebge. Son las lecciones de la historia.

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  8. Es curioso; Mafi, que nos creamos con el dominio sobre la vida de alguien.

    Y de nada (lo de las gracias). Lo que cuenta es que se aprovechen estos medios volcando contenidos, ¿no?

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