Le enseño a la Bibliotecaria el ebuk que me prestaron el otro día, para ver qué cara pone. Ella ya los conoce, claro, y hemos hablado del asunto en varias ocasiones, pero no tengo la certeza de saber qué opinión le merecen. «¡800 libros −le digo− caben aquí adentro! Podemos acompañar a la esbelta y pálida Maria Gravilovna en las tierras rusas, viviendo con aparente indiferencia la soledad [que ya sabemos cómo se resuelve] y, desde allí, atravesar el Atlántico para saludar a Sally Carroll, que prefiere cerrar los ojos, ansiando que el tiempo transcurra haciendo inevitable su boda con Harry, que la alejará de la dulce pereza en la que está sumida su vida de chica desocupada del Sur, corriendo el riesgo (casi seguro) de que equivocará su rumbo. Según nos relata El palacio de hielo, de Scott Fitzgerald (1896-1940)».

La Bibliotecaria coge −furtivamente− en la rosaleda del barrio unos pétalos de las flores que nos está ofreciendo este otoño sin lluvia. Me las da para que los guarde hasta que lleguemos a casa. Pero... no tengo en dónde hacerlo.
Eso es, justo eso me imaginaba que pasaría. ¿Dónde se guarda una flor en un libro de metal?
ResponderEliminarSaludos Lavela.
Bueno, Elena, ¡quién sabe!, tal vez dentro de unos años los patios cordobeses se engalanen digitalmente en primavera.
ResponderEliminarSaludos.
Pues yo no me veo poniendo flores virtuales en los libros de acero, aunque no se sequen ni se marchiten, prefiero seguir encontrándolas convertidas casi en papel de seda en libros que no sólo tienen historias sino también muchos recuerdos.
ResponderEliminarAhi ya me has pillado, no tengo solucion.
ResponderEliminarPero hasta que se nos ocurra algo, podemos dejar las flores en el rosal que como bien dices el otoño está siendo generoso y tenemos aun los jardines muy bonitos.
De verdad, Esther, que reencontrarse con los pétalos convertidos casi en papel de seda es una de las delicias de la lectura.
ResponderEliminarBueno, Ayla, todo el mundo tenemos días algo aciagos. ¡No todo iba a ser de color de rosa en el ebuk!
ResponderEliminarQue bonito eso de encontrarte una rosa en un libro, que pena que todavía no me haya encontrado ninguna, papeles varios sí, ;)
ResponderEliminarEl ebook tiene otras ventajas.
Nadia, tal vez no la encuentras porque no la pones, ¿no?
ResponderEliminarjoo es que lo bonito es que la ponga otro y te la encuentres, un compañero se encontró un condón y yo también me he encontrado facturas, algún décimo de lotería caducado... etc.
ResponderEliminarBueno, Nadia, si es por eso... yo sé de un par de libros de la Biblioteca Municipal de Burgos que tienen pétalos de rosa.
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