Cuenta
las almendras,
Cuenta
lo que era amargo y te tuvo en vela,
Cuéntame en medio de todo
aquello.
Había pensado elaborar esta
entrada con el libro Muerte de un
silencio, de Clémence Boulouque, pero no me ha enganchado lo suficiente
como para disolverme en sus páginas, y eso que la (su) historia es merecedora
de atención. No entro aquí a explicar las razones de esta actitud mía (pues la
de la autora ha merecido el elogio de la crítica de los medios). Sencillamente,
en el protocolo, aporto a esta bitácora la cita con la que se inicia el libro,
de Paul Celan, y dejo igualmente la de Ósip Mandelstam, con la que concluye (El paso que nos lleva quedará demasiado
lejos. / Inmortales, las flores. El cielo permanece entero. Y lo que ocurrirá
no es más que una promesa).
Del mismo modo procedo ante
los textos teatrales de Angélica Liddell, El
matrimonio Palavrakis, y ese epílogo esclarecedor que inserta como Lesiones incompatibles con la vida, ante
las que me siento demasiado débil en esta temporada para afrontar con entereza
o lucidez (Mi cuerpo es la crítica y el
compromiso con el dolor humano. / Quiero que mi cuerpo sea estéril, como mi
sufrimiento. / Mi cuerpo es mi protesta. / Mi cuerpo es mi pesimismo. / Gracias
al pesimismo puedo hacerme preguntas. / Las familias se comportan con soberbia,
pensando que su prole va a ser distinta, que sus hijos nunca van a traicionar
como nosotros hemos sido traicionados, que sus hijos nunca van a dañar y a ser
dañados, que los reveses de la vida sin duda van a ser menores y que sus hijos
jamás van a ser culpables de nada. / Mi cuerpo es mi protesta contra las
grandes esperanzas de los padres, contra las grandes pretensiones de los
padres. / …).
Pero es demasiada derrota para estos días luminosos. Escuché el sábado en vivo
una hermosa versión de Ständchen, de Schubert. No está (tal vez, por fortuna) en
la red, pero quede esta:
Salud.
Parece poesía. Es en efecto muy derrotista. Detecto mucho derrotismo últimamente por doquier, incluido el propio en ocasiones. El libro me pica, a pesar de que digas que no te enganchó. Me lo apunto. Intuyo que me puede gustar.
ResponderEliminarGracias y un abrazo.
Ya se ve que el teatro te tira, Celia. Seguro que que sacas un jugo mayor.
EliminarAbrazos.
Me pican todos los que has nombrado :)
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con lo que dice Celia, hay mucho derrotismo por doquier y se tiene que hacer esfuerzos para que no se contagie.
ResponderEliminarGracias por la recomendación pero esta no la apunto.
Saludos
Se entiende lo que dices, Conxita. Es contagioso el derrotismo, como en el amor o el odio.
EliminarSaludos.
Delicioso concierto
ResponderEliminarYa lo creo, Marcos. Me alegro de que te guste.
EliminarSaludos.
Conozco el teatro de Angélica Lidell desde hace tiempo. No es que sea para levantar el ánimo, pero no deja de ser clarividente.
ResponderEliminarHermosa canción.
En eso, Anónimo, sí tienes razón. Son análisis de situaciones que ocurren dentro de muchos muros.
EliminarSaludos.