Una paloma ha anidado en el aféizar de la
ventana de la biblioteca en este mes de agosto. Inusual. La primera vez que
ocurre algo semejante en este mundo de estanterías. Ello me remite a uno de los
libros que leo este verano: Tainaron,
cartas desde otra ciudad (1988) de la finlandesa Leena Krohn (Helsinki,
1947), autora reconocida en su tierra de novelas, cuentos, literatura infantil
y ensayos, que elige un dístico de Angelus Silesius (1624-1677) para encabezar
la obra: «No estás tú en el lugar, el lugar está en ti».
Como suelo hacer con cierta frecuencia, elegí
al azar el libro en la estantería de novedades de la biblioteca (en este caso
del centro de la ciudad), pensando que sería una lectura ligera, veraniega,
algo fantasiosa ─elegante, por lo que pude ojear─, que me entretendría los días
que iba a pasar en el pueblo frente a la seriedad del Moncayo, pero el texto ha
resultado ser una reflexión sobre el modo en que se estructura la sociedad, con
el toque de ironía que permite la descripción de escenas ilusorias.
Y es que se trata (a la manera que hiciera
Mark Twain en Cartas desde la tierra)
de las misivas (no electrónicas, y sin respuesta) que envía un personaje
desconocido que ha llegado (de visita o para vivir) a una ciudad habitada por
insectos, trasmutada en un lugar con alma, desde el que va revelando
situaciones que no son otro asunto sino propuestas sobre la muerte, la soledad,
el amor o la sabiduría. Por momentos, parece que estamos ante los coros de una
obra griega clásica o la fantasía romántica.
Atrás queda el océano arqueado. La paloma ya
tiene polluelos.
Genial, la nueva vida llamando a la ventana.
ResponderEliminarSaludos.
Pues sí, aunque ya han llegado los servicios de "mantenimiento" del edificio y ha desaparecido.
EliminarSaludos.