Al no tener costumbre de leer literatura
moderna, decidí al inicio de verano adentrarme algo en sus relatos. Sin método,
bastante al azar. Cayó en mis manos en primer lugar la novela Fruta podrida (2015), de la chilena Lina
Meruane (1970), a la que siguió Mandíbula
(2018), de la ecuatoriana Mónica Ojeda (1988). Alterné ambas con Ojalá nos perdonen (2012), de la
neoyorkina A. M. Homes (1961). Seguramente por aquello de que la gente de
algunas razas se nos parecen, también he tenido una sensación semejante con
esta literatura. Un lenguaje directo, descarnado a veces, con violencia latente
en muchas de sus escenas, en donde el cuerpo no es tabú, que desarrolla las
historias con agilidad, si bien no exento de reflexiones y descripciones del
entorno.
Las obras de Meruane y de tienen protagonistas femeninas ─dos cada
una─, que cuentan con edades de juventud y primera madurez. Eligen escenarios
aislados, situados en la naturaleza. Las protagonistas, en sus situaciones
enfrentadas, resultan dependientes entre sí. La vida que asoma en un cuerpo
joven, que no tiene inconveniente en despreciarla, y la vida que se asienta en
un cuerpo hacia la madurez, que ya ha previsto las trampas de la perfección.
Abordan los discursos de las instituciones de enseñanza y de salud médica, y la
violencia con que ambos imponen sus intereses y sus criterios. Son, además, una
crítica a esos sistemas, en la certeza de que las propias novelas forman parte
de su producción.
La novela de Homes, diríamos, es algo más pulp-fiction (y más voluminosa), pero se
disfruta con ella igualmente. Los diálogos, de frases breves, la sustentan.
Violencia de hombres, algo de sexo y, al final, la página de agradecimientos a
personas cercanas y lejanas (de Inglaterra, Francia, Holanda, Italia), como si
de un libro de ensayo se tratara. También, una persona madura y una pareja de
adolescentes ─chico y chica─, inmersas en ambientes pluriétnicos, y, por
supuesto, perro y gato, con su canguro, mediando un viaje a África.
Observaciones sagaces para describir la podredumbre de lo que damos en llamar
el alma media estadounidense. Todo ello en 365 días.
Te agradezco las noticias de esta literatura. Salvo a Homes, no conocía a ninguna.
ResponderEliminarY, sí, también me parece que es una manera directa de escribir.
Saludos.
Pues, de nada, Anónimo. Creo que disfrutarás si lees alguna de ellas.
EliminarSaludos.
Hola Ignacio, gracias por descubrirme nuevas lecturas, no conocía ninguna.
ResponderEliminarUn abrazo
Pues, de nada, Conxita. Es un intercambio por tus historias.
EliminarAbrazos.