martes, 2 de diciembre de 2008

Lecturas Obreras (I). Lectura colectiva. Las cigarreras




No es que sea muy correcto el título general que hemos elegido para esta serie, ya que difícilmente una lectura puede ser obrera, patronal o clerical (por hablar de algunos calificativos). Pero es apropiado para el tema que nos ocupa, según veremos a continuación.
Con frecuencia se habla del analfabetismo de las clases obreras en la España del siglo XIX y primera mitad del XX, pasando seguidamente a señalar el embrutecimiento de las mismas. Lo cual no deja de ser una especie de leyenda urbana, construida en su momento para argumentar la incapacidad que tenían sus integrantes de representarse y de expresar sus propias aspiraciones.
Uno de los colectivos que desmiente esta leyenda es el de las cigarreras, oficio manufacturero frecuente entre mujeres y niñas en las fábricas de tabaco de Sevilla, Cádiz, Alicante, Madrid, Gijón… El salario de destajo, por encima de la media, les suponía en muchos casos la independencia del hombre y de la Iglesia. (Por lo que no se libraron de ser tachadas de ligeras.) Fueron las inauguradoras del movimiento obrero femenino y de la solidaridad social, llegando a revueltas sonadas ya en 1830 y creando sociedades de socorro mutuo. Llevaban sus bebés al trabajo y los acunaban con una cuerda atada a las piernas mientras liaban el tabaco. Consiguieron salas de lactancia y guarderías en algunas fábricas (les interesaban más los derechos sociales que los políticos, a diferencia del sufragismo europeo). Inspiraron música (Carmen, de Bizet), literatura y pintura (Gonzalo Bilbao fue su pintor, cuyo cuadro Las Cigarreras [inspirado en Las Hilanderas] encabeza esta anotación).
Y la lectura contribuyó a la emancipación de estas mujeres. Algo a lo que las descripciones folclóricas, e incluso académicas, no suelen prestar atención. El trabajo manual posibilitaba que uno de los oficios dentro de las fábricas fuera el de lectora (una especie de hora del cuento alargada). Trabajaban agrupadas por mesas y, sobre el bullicio habitual, la voz lectora colmaba el silencio. Los periódicos y gacetillas proporcionaban noticias; los libros y folletones remitían a otra realidad y, al tiempo, conectaban con ella. Ambos abrían la puerta a un mundo sin ataduras, reivindicativo, libre, esperanzador. Emilia Pardo Bazán en su obra La Tribuna (ambientada en el sexenio revolucionario) nos dice: «En cada taller hay dos o tres lectoras de noticias. Sus compañeras les abonan el tiempo de trabajo perdido».
A finales del XIX fueron legando las máquinas de liar –el ruido– y, con ellas, las huelgas para destruir estos artefactos que iban eliminando sus puestos de trabajo, en las que ya destacaron mujeres leídas como María la Niña y Victoriana la Muñeca.
Nuestro homenaje a su autonomía y a la palabra escrita.
(Idea surgida en la lectura de la obra Rebeldes periféricas del siglo XIX, de Ana Muiña.)

17 comentarios:

  1. Muy interesante Lavela.
    Las mujeres siempre hemos sido guerreras y revolucionarias ¡qué remedio! por el tipo de trabajo a desempeñar y quizás, por la necesidad de evasión de la realidad ante la dureza de muchas situaciones, entiendo muy bien que leyeran... ¡qué majas! :)

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  2. Mando cancion del grupo burgales

    Yesca

    "Rosita la cigarrera"
    y Timoteo el barrendero

    -Canciones de Moda-

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  3. Gracias, Mafi. Es verdad, las mujeres habéis tenido que trabajar duro en esto de la igualdad. Además, sin colectivos como el de las cigarreras, difícilmente se entendería la vida actual. Sus sociedades de socorros mutuos eran la seguridad social de hoy. A quitar la venda de la opresión, le llamaban superación moral. La lectura colectiva fue definitiva en muchos casos.

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  4. Gracias otra vez Lavela!, como siempre aprendo cosas de lo que escribes; además, teniendo en cuenta mi gusto por "la hora del cuento" me han dado ganas de pasar un ratito como cigarrera.

    Es bueno recordar que no siempre las cosas han sido como son para valorar lo que se tiene y seguir persiguiendo lo que aún no se ha alcanzado.

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  5. Hermoso sumergirse en aquélla época y hermosa la lucha por los derechos.Y no sabría explicar porqué exactamente, pero más aún cuando la encabezan mujeres.

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  6. Ay Lavela, con tu texto me has transportado a esa época tan apasionante y tan dura de la España preindutrial; quizá por el influjo de "Carmen", o los relatos costumbristas de la época siempre me ha gustado mucho y me ha parecido increíble el tesón, el empuje y el coraje de estas mujeres precursoras de los logros laborales del siglo XX, y que , por desgracia, poco a poco se están perdiendo. Esta sociedad parece que camina como el cangrejo, hacia atrás en vez de luchar por conseguir nuevos logros y metas :(

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  7. Mira que si... anda que si nos asomamos por encima de los burkas... qué tristeza... :((((

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  8. Pues sí, a mí miedito me da.. mira que estamos en Al-Ándalus y como se lo propongan con ahínco me veo obsevando el mundo enrejado :***

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  9. me veo obsevando el mundo enrejado :***

    coñe!, pues ibas a observar poco, certifico. Hace poco un amigo volvió de Afganistán y trajo uno... no se ve un pimiento!, no me extraña que le puedan atropellar a una así :(

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  10. Muy bueno Lavela, lo que aprendo y aprenderé contigo.
    Lo cierto es, que las mujeres siempre han sido las que han tirado del carro.


    me veo obsevando el mundo enrejado :***
    Hay culturas en las que las mujeres valen menos que las boñigas, que triste, si eso que seguro que si no tienen una mujer al lado, ni comen, ojala esto cambie pronto.

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  11. Siempre me ha parecido un gesto hermoso: que unas personas en el trabajo, sin cobrar un salario de aquí te espero, destinen unos centimillos para pagar a otra mientras les lee.

    Habrá más.

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  12. Como tú muy bien dices es un gesto muy hermoso y eso que tendrían lo justito para mantenerse y sacaban dinero entre todas para pagar a alguien para que les leyera, cuanto nos queda por aprender.

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  13. Recuerdo mi primera visita a Gijón. Me llamó la atención el término "las cigarreras". Supongo que las emplearían por la misma razón por la que algunas firmas internacionales recurren a niños y mujeres: lo de los dedos finos, ideales para según qué tareas, sean éstas liar cigarros o fabricar zapatillas. La historia se repite.
    Curioso el detalle de la falta de interés por la reivindicación de derechos políticos para la mujer en estas proletarias en aquella España totalmente incapacitada para comprender cualquier reivindicación, menos la de igualdad con el hombre

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  14. En Gijón hubo una fábrica de tabaco. Sé de la bisabuela de un amigo, que fue lectora en ella.

    Sobre los derechos políticos, no es que los desdeñaran, sino que no los ponían en primer lugar -sufragismo. Los unían con los derechos sociales -escuelas, guarderías, higiene...

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  15. Hola amigas y amigos Burgostecarios. Soy Ana Muiña, la autora de Rebeldes periféricas. Quería felicitaros por vuestra estupenda idea bloggera, así como agradeceros que os hayáis hecho eco del libro. He visto que habéis abierto un apasionante debate sobre los derechos políticos y los derechos sociales. En Rebeldes se matizan mucho estos conceptos. Los derechos de asociación y de reunión, de libertad de expresión, de huelga... son derechos netamente políticos pero además son derechos colectivos. El derecho al voto es un derecho político individual. Tanto las cigarreras como el resto del movimiento obrero español del siglo XIX no pararon de reclamar todos estos derechos políticos colectivos unidos a la demanda de derechos laborales, educativos y sociales (matrimonios civiles y parejas de hecho, legitimación de los hijos habidos fuera del matrimonio eclesiástico, entierros civiles...). Primaron las expresiones colectivas frente a las individuales (el sufragio).

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  16. Miguel nos manda vía correo a título informativo como surgieron los cerillos... Gracias

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