Alejandro Lerroux (1864-1949), el Emperador del Paralelo, tal como nos dice el título del magnífico ensayo sobre él, obra de J. Álvarez Junco, subtitulado La demagogia populista (Síntesis, 2005), llenaba grandes espacios de gente que iban a escucharlo, hombres (por lo general) que enardecían ante la palabra vibrante del orador político. En sus actos-espectáculo se producía una catarsis, un destapar los sentimientos para, una vez aireados, volver a guardarlos, no sin antes quedarse con el convencimiento de que Lerroux era el redentor (de lo que sea) y tendrían que votarlo en las próximas elecciones. En el paroxismo creado llegaba a decir que habría que entrar en los conventos y hacer el amor (entonces se decía violar) a las monjas. La gente vibraba, abrazaba a quien tenía al lado (sin conocerlo de nada), quedaba encantada de su experiencia. Tenían su héroe. [Dicho sea de paso, puede colegirse que lo virtual existe desde hace mucho tiempo]. El resultado fue que le votaron durante más de treinta años, hasta que le salpicó la corrupción próxima. 
José Ortega y Gasset (1883-1955), que tenía un sentido de la observación y reflexión poco común, comenzó a escribir en 1929 (en El Sol) los artículos que darían paso a La rebelión de las masas. Había entrevisto que la masa se estaba adueñando de la esfera pública; la masa sin moral, necesitada de heroicidades. Los sentimientos: esas pequeñas criaturas… (tan manipulables).
Pero también hace cien años, en grandes espacios públicos –plazas de toros, teatros, etc.– se hablaba a la gente desde otra perspectiva: desde el pensamiento. Se le decía: «¿Quién construye los edificios?, ¿quién pone los ladrillos en las frías mañanas de invierno? Y, entonces, ¿por qué no puedes acceder a una vivienda digna y, en el caso de que lo hagas, es con un sacrificio de años? Cultívate, lee, discute, no dejes la sociedad en manos ajenas. Tú eres tu única heroína, tu único héroe». Y no se le pedía que hiciera profesión de nada.
[Esta memoria mía ha olvidado a cuenta de qué escribo estas cavilaciones].
José Ortega y Gasset (1883-1955), que tenía un sentido de la observación y reflexión poco común, comenzó a escribir en 1929 (en El Sol) los artículos que darían paso a La rebelión de las masas. Había entrevisto que la masa se estaba adueñando de la esfera pública; la masa sin moral, necesitada de heroicidades. Los sentimientos: esas pequeñas criaturas… (tan manipulables). Pero también hace cien años, en grandes espacios públicos –plazas de toros, teatros, etc.– se hablaba a la gente desde otra perspectiva: desde el pensamiento. Se le decía: «¿Quién construye los edificios?, ¿quién pone los ladrillos en las frías mañanas de invierno? Y, entonces, ¿por qué no puedes acceder a una vivienda digna y, en el caso de que lo hagas, es con un sacrificio de años? Cultívate, lee, discute, no dejes la sociedad en manos ajenas. Tú eres tu única heroína, tu único héroe». Y no se le pedía que hiciera profesión de nada.[Esta memoria mía ha olvidado a cuenta de qué escribo estas cavilaciones].
Nos manipulan y cada vez mas, se supone que las nuevas tecnologías y la comunicación de masas, nos hace más libres pero también más manejables.
ResponderEliminarTodas las mañanas al leer la prensa me enfado por ello, algunos periódicos son tendenciosos, estos son los mejores, se dejan ver el color y punto. Todo respetable al menos teniendo la suerte de poder comparar y sacar propias conclusiones.
Otros son manipuladores, casi dan miedo, juegan contigo y dicen sólo lo que tus sentidos quieren ver y escuchar.
Pero yo se que detrás de todo esto, Lavela quiere hacer su pequeña crítica al mundial, como un balón ha movido y ha sacado a la calle a todo un país, cuando motivos más importantes nos dejan quietos en la tumbona.
Yo me quedo con lo positivo, al menos sirve de unión y de alegría que es lo méjor que tenemos en la vida.
En el fondo la masa, el populacho, los hombres, todos, llevamos dentro un alma rebelde que no nos atrevemos a lucir y cuando otros lo hacen por nosotros, sí que en masa respondemos... cobardes, eso somos, cobardes pero en grupo valientes y luego tonto el último.
ResponderEliminarEsa manera de actuar puede ser o siempre es irreflexiva y conduce a auténticas barbaridades... la bastilla, los hutus y los tutsis, todas las estupidas guerras, la toma indiscriminada de las fuentes en las ciudades... en fin, la unión hace la fuerza pero la fuerza ¿quién la frena o quíen la mide? no sé tampoco porque estaba diciendo esto... ;)
Esta claro que para poder hablar con sentido hay que saber de lo que se habla, si bien es cierto, hemos llegado a un punto en que cualquiera puede decir lo que le pase por la mente, y encima siendo una tontería que todo el mundo le siga, como dice el anuncio de Aquarios "El ser humano es extraordinario", para bueno como ha sido el mundial que ha movido a muchísima gente y nos ha hecho olvidar por un ratito lo agobiados que estamos por los estudios, la crisis, familia, etc., pero también para lo malo, guerras, genocidios, etc.
ResponderEliminarGracias, Ayla, por recordarme los del mundial (¡esta memoria mía!), y por quedarte con la alegria y unión.
ResponderEliminarMafi, buenos apuntes con la cobardía y la valentía.
Nadia, también es positivo olvidar a ratos los problemas.
Bueno, sufro demasiado desde que escribo en estas bitácora.
Los pensamientos son marionetas de las palabras, y estas las caretas del que sabe. La prensa reproduce ya no sólo opiniones sino algo más profundo: modos de pensar. Estos son las formas en que los hombres generamos las ideas, en que las forjamos. Estas ideas son los ladrillos de las opiniones. Menos mal que hay muchos otros canales de información (como lo son las bibliotecas, por cierto) que si no, ya haría tiempo que seríamos un cuerpo de autómatas.
ResponderEliminarAprovecho la referencia de Ayla sobre el fútbol para Felicitar a los campeones, que nos han hecho gozar como enanos con el juego y el buen sufrir.