RENACER

Debo comenzar esta exposición reconociendo mi reciente incorporación al “fascinante mundo de la biblioteca”, dicho así, como cuando nos vendían los primeros fascículos de cursos caseros de informática en los 80’s. El camino recorrido es corto, pero intenso. En él, he aprendido la diferencia entre bimensual y bimestral (sniff), por fin me animé a buscar el significado de “arribista” e incluso publico modestas colaboraciones en un blog, que antes para mí, no era otra cosa que un lugar donde cada loco contaba cómo le iba feria, un escaparate para snobs, vamos. También he podido comprobar el poder de las palabras y las actitudes; con ellas puedes generar lo que te propongas: agradecimiento, ira, satisfacción, temor... Y mucho más: he visto el instinto de supervivencia de los usuarios (pues yo no he sido, a mi me lo dieron así, pues tu compañero me dijo que sí...), el ángel y el diablo que todos llevamos ahí dentro; he conocido compañeros que aman realmente lo que hacen y seres dignos de viajar con Gollum por las Tierras de Mordor. También he reunido una colección de pps’s , vídeos y archivos curiosos, que han sustituido con dignidad al vídeo de la boda en las veladas nocturnas con los amigos en casa.
Pero hay un detalle, algo lírico, ya lo sé, que me asaltó hace unos días, y es la capacidad de renacer que tiene cada día la biblioteca. Te vas por la noche con la sensación de abandonar un campo de batalla con libros y cedés heridos, estanterías arrasadas, suelos minados de papeles, el aire cargado de olores y que se puede cortar, notas con problemas a resolver, malos humores esparcidos por cada rincón... Te llevas la duda de si podrías haberlo hecho mejor o de si fuiste demasiado duro con éste o aquél, en fin. Pero cuando entras por la mañana nada de esto permanece, sino que todo parece haberse regenerado, el desorden parece ser menos y la biblioteca resplandece como si fuera recién estrenada, e invita a intentar de nuevo dar lo mejor de ti, como el enfermo sanado que se promete eliminar los hábitos que influyeron en su degeneración. Y es que la labor de las personas que limpian, asean y maquillan la biblioteca, y de las que cuidan de sus instalaciones, parece tener un efecto chamánico que depura tanto rincones como vibraciones. ¿Qué bibliotecario no ha sentido esto en un solitario paseo a primera hora por las diferentes estancias? . Así quiero yo renacer cada día y resplandecer para combatir a los monstruos y a las fealdades.

“Como es arriba es abajo”
Hermes Trimegisto