domingo, 3 de octubre de 2010

Abuelas/os, nombres, libros y memoria

Hablábamos hace un tiempo de quienes habían tenido abuela(s) y abuelo(s) en la infancia para contarles historias, refranes o batallas. Y hemos hablado aquí, también, de la poetisa chilena Winétt de Rokha. Este no era su nombre, sino el de Luisa Victoria Anabalón Sanderson (igualmente, su marido no se llamaba Pablo de Rokha, sino Carlos Díaz Loyola); pero ambos creían que podíamos ponernos nombres que sonaran bien −la belleza− aunque no tuvieran ningún significado concreto y, de ahí, que eligieran el de Winétt; lo mismo que procedieron cuando a una de sus hijas le pusieron Lukó.
El abuelo materno de Winétt −políglota y gramático− era irlandés; traducía a Safo y Ovidio; tenía un puesto técnico aceptable en las minas del norte de Chile (explotadas por capital extranjero). Él fue quien le inculcó a su nieta el amor a la literatura. En reciprocidad, ella lo recuerda en Oniromancia:

Tres o cuatro fechas y en la memoria de algunas /
estampas, una visión equívoca, /
eso, de Domingo Anderson, el políglota, /
libros, y libros a la espalda, con ellos de casa en casa, /
libros y libros y libros, /
con ellos de pensión en pensión, encajonados, llovidos, /
rodando, acumulados como piedras de piedra, /
dolor y cansancio y libros, escrituras y escrituras en /
caligrafía de dolor y sueños.
[…]
Abro los brazos estrechando lo inútil inconmensurable: mitos, libros, ríos, libros, desengaños, libros, libros, libros, tú y yo entre los doscientos crepúsculos. [Historias que nos cuenta María Inés Zaldívar en Winétt de Rokha, Fotografía en oscuro. Selección poética, Madrid, Colección Torremozas, 2008].

8 comentarios:

  1. Buenas tardes, Burgostecarios:

    Pablo de Rokha y Winétt, ¡qué pareja maravillosa de poetas!.
    Interesante aportación de María Inés Zaldívar, para que se conozca su obra.
    Me ha llamado la atención la primera fotografía que habéis puesto, que conocía anteriormente por verla repetida en trabajos y escritos “dedicados a las personas mayores”.
    ¡Cuánta riqueza se está desperdiciando, actualmente, al privar a los niños de la compañía de sus abuelos! ¡Y cuánta alegría entraría en esos rostros pensativos, solamente poniendo a su lado a unos pequeños!.

    En fin, cosas del progreso y de los tiempos modernos.

    Saludos. Gelu

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  2. Esto sí que es caminar libreando. Empapado por los libros llovidos (qué impermeable guardará de ese chaparrón). Una vez oí algo sobre llover ranas, pero ¿libros?
    Una mojadura de estas en qué dará, ¿en resfriado letrado? Más de uno lo confundirá con locura quijotesca. Pero a lo mejor es tendencia crítica, que no es mejor.

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  3. Sí, Penélope, la fotografía es algo inquietante. Tal vez le correspondería al texto haber puesto algo más idílico, pero...

    Y, también, tendría que haber un paraguas.

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  4. Abuelos y libros, son dos palabras que me encantan.

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  5. Siempre he pensado que mi vida podría haber sido distinta de haber conocido a mis abuelos y abuelas. ¿Hubiera sido así?

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  6. ¡Fijo! Lavela... la mía también, mis padres ya eran mayores cuando yo nací (pero vamos del estilo a lo que ocurre hoy en día, que es un modo oculto de cargarse a los abuelos) y mi abuelo,ya demenciado por el Alzheimer debía quemar todo lo que se topaba en su camino, incluídos los libros...

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  7. Bueno, en todo caso, brindemos en su memoria, Mafi.

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  8. Yo creo que la vida de uno es distinta solo por el hecho de tener a alguien más a quien abrazar.

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