miércoles, 14 de diciembre de 2011

Silencio

Escribe el hombre de letras Walter Benjamin (1892-1940) que al final de los libros está el silencio. Ése es su objetivo. O sea, que el caudal de palabras que contienen −ya nos llegue a raudales ya gota a gota, dependiendo de la apertura que hayamos dado a nuestro cuerpo y mente, o dependiendo de la capacidad del texto para seducirnos− se sumerge abruptamente al acabar la última línea (se ha suprimido de los relatos el tan sugerente FIN), cual si discurriera por tierras kársticas, y nos deja ante el silencio.

El mismo Benjamin, en un artículo dedicado a Robert Walser (1878-1956), hace referencia a la Tertulia de los Parcos, grupo compuesto por los pintores Arnold Böcklin (1827-1901), Carlo Böcklin (1870-1934) y el novelista Gottfried Keller (1819-1890), los cuales adoraban el silencio. Cuenta que en una de sus reuniones en el café de costumbre, pasado un buen rato, el joven Böcklin habló al aire: «Hace mucho calor». Su padre, al cabo de un cuarto de hora, corroboró: «¡Y que poco corre el viento!». Keller, dejando correr los minutos sin prisa, se levantó y dijo: «¡Ya basta! No puedo permanecer más entre charlatanes».

Y tenemos que recurrir a palabras para nombrarlo.

[La fotografía es Noviembre, de Juan Sevilla, en Flickr].

10 comentarios:

  1. Curiosa anécdota, pero no deja de ser una anécdota. Habrá quien piense que en realidad eran unos raros.

    A mí me encanta el silencio pero a veces echo de menos algunos ruidos.

    Un abrazo.

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  2. Un silencio tras el final de una novela puede ser producto de la nada, cuando un libro no deja huella: ni sentimientos, ni pensamientos (aunque, de creer a Cervantes, nunca es totalmente así). Nada, a veces; algo, otras. Lo malo del silencio es su enigmático significado.

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  3. Claro que es una curiosa anécdota, Elena, casi como un chiste. Y, a veces, viene muy bien un poco de ruido.

    Un abrazo.

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  4. Ya, ebge, el que un libro no deje huella tal vez no significa silencio, ¿no? Bueno, tiene mucho que hablar esto del silencio.

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  5. A mi me encanta el silencio, el otro día un usuario nos dijo que no podía entender como aguantábamos trabajando en una biblioteca que a el le ponía nervioso el silencio,pero claro cada uno con nuestros gustos.
    En cuanto a lo de los libros, si un libro te deja en silencio es que te ha llegado pero pasado un ratito yo necesito comentarlo con alguien, lo que más me gusta de mi trabajo es comentar los libros con los usuarios.

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  6. Distintos silencios, Ayla. ¡Si es que esto del silencio... da para mucho!

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  7. Si queréis verme ejem, ejem, histérica y perdiendo los papeles, ponedme cerca a unas criaturicas pegando voces... también adoro el silencio pero me encanta cuando se rompe con un susurro o con una melodía, sólo hay un momento en que no soporto el silencio y me encanta la radio, en la comida!, siempre será mejor oir la radio que a alguien masticando... manias!!

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  8. Pues sí, Amalia, todo el mundo tenemos nuestras manías. Y nuestros silencios.

    Pero, ¿existe ese silencio del que habla Benjamin?

    Saludos.

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  9. Por supuesto que existe, el silencio del fin es el silencio por excelencia, cuando terminas de escuchar una canción que te encanta, se acaba (el sonido jajaja)y ese silencio uno lo degusta hmmm, te comes un bocado exquisito y hmmmm silencio, terminas un libro que te encanta y hmmm silencio, a mi me gusta también el silencio de "Elias" Dios no estaba ni en el terremoto, ni en la tormenta si no en la brisa suave... del valor del silencio saben mucho en los conventos... por algo será. :D

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