miércoles, 21 de noviembre de 2012

As. Valor de las palabras

Hay autores de narraciones o poemas con propensión a que los incluyamos en libros explicativos de literatura. Uno de ellos, por su sencillez y hondura, es Pedro Salinas Cuando leemos poesía, nos topamos con las palabras. En principio, parece que todas tienen valor poético similar, pero no es así. Si leemos ruiseñor, pena, mariposa… sentimos una predisposición distinta hacia el poema que si nos topamos con adoquín, hierba o murciélago.

Mañana. La palabra

iba suelta, vacante,

ingrávida, en el aire,

tan sin alma y sin cuerpo,

tan sin color ni beso,

que la dejé pasar

por mi lado, en mi hoy.

Pero de pronto tú

dijiste: «Yo, mañana…»

Y todo se pobló

de carne y de banderas.

Se me precipitaban

encima las promesas

[…]

¡Mañana! Qué palabra

toda vibrante, tensa

de alma y carne rosada,

cuerda del arco donde

tú pusiste, agudísima,

arma de veinte años,

la flecha más segura

cuando dijiste: «Yo…»

(de La voz a ti debida) [La mariposa es de Noelia76]

2 comentarios:

  1. No puedo evitar que me entre la ternura ante la palabra murciélago. Esos bichejillos que se afanan por el aire con un ahínco de campeones, siempre moviendo sus alitas, que apenas planean, y siempre atareados. Aletean, plas, plas, plas, plas... ¡Ñam!. Y así todo el rato. Son simpáticos los murciélagos.

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  2. Aunque hay que tener algo de suerte, ebge, para verlos. O intención.

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