Mis amistades saben que
regalarme un libro es un pequeño fastidio y, aun así, lo hacen. No abro el
cuidado envoltorio casero en el momento ni le quito, en su caso, la etiqueta de
la librería con el espero que te guste. Lo dejo tal cual y lo aparto al borde
de la mesa hasta que nos levantamos, después de conversar animadamente, y me
llevo intacto el escondido don. Tengo en casa cuatro puntos cardinales en los
que voy dejando las liberalidades. Allí permanecen durante meses y, sin
preocupación, pueden cumplir el año. Eso sí, cuando les llega el turno y los
leo, hablo cumplidamente con quien me lo traído.
Hace unos días cogí el
envoltorio que había en el Norte. Es Para
Isabel. Un mandala, de Antonio Tabucchi (1943-2012). Me lo regaló Alejandra
en los idus de marzo. Lo recuerdo perfectamente. No tiene dedicatoria. Sí un
pétalo de rosa púrpura en la página 62.
Sus páginas elaboran los
nueve círculos de la milenaria figura, desde Evocación a Regreso –pasando por
Orientación, Absorción, Reintegración, Imagen, Comunicación, Temporalidad y
Dilatación–, en los que se construye la representación de una realidad. Isabel,
desaparecida, atrae a Tadeus (el de los cien nombres), sumergiéndolo en una
búsqueda viajera, en la que se encuentra con un determinado personaje en cada
uno de los espacios circulares: la niñera de la infancia, el grupo de la
resistencia a la dictadura, el carcelero, el fotógrafo, el cura, Magda, el
poeta… caminando hacia el centro, el lugar donde desaparecen los caminos, el
lugar donde podemos ser.
Isabel no lleva anillos. La
luz rodea sus dedos, dejando las sombras en el décimo. Sus manos transmiten
presencias en los breves instantes que se dan. Después, se escucha la Sonata de los adioses de Beethoven. El
violín con Les adieux, l’absence, le
retour.
P. D.: Resulta díficil
coprender que haya tanta gente clamando porque le aten más corto.
Se ve que tus amistades tienen fe en tus lecturas, porque regalar algo y que no lo abran...
ResponderEliminarExcelente mandala. Saludos.
Ya ves. Conste que a veces me entran tentaciones de abrirlo, pero después, al leerlo y hablar sobre algo que casi no recuerdan, suele satisfacerles bastante. Y es una excusa para vernos de nuevo.
EliminarSaludos.
Caramba, a fecha de hoy, aceptaría cualquier libro regalado. ¿Será bueno este? Tabucchi acostumbra a hacer buenos regalos...
ResponderEliminarSaludos.
Es un libro singular, sin duda. Es fácil que alguien te lo regale.
EliminarSuerte y saludos.
Pues tienes razón con tu posdata.
ResponderEliminarHe leído cuatro obras de Tabucci, la que recuerdo más es Sostiene Pereira, pero hace años que no leo nada suyo.
Hay que reconocer que esa costumbre de no abrir los libros no la había visto nunca. ¡¡Qué curioso!!
Abrazos!!
Yo lo veo así, U-topia, pediría libertad, pero nunca un gobierno más cercano (agobiante).
EliminarAbrazos.
"caminando hacia el centro, el lugar donde desaparecen los caminos, el lugar donde podemos ser"
ResponderEliminarDesde luego. Los caminos disuelven nuestro ser.
¡Y nos pasamos la vida caminando (o en camino)!
EliminarParece interesante el libro de Tabucci, lo tendré en mente, curioso tu ritual con los libros,a mí por ejemplo, me encanta empezar por el final, no tengo paciencia para esperar...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Lavela
Bueno, pues lo tuyo también es curioso, María. Esa impaciencia ante el desenlace.
EliminarAbrazos.
El único que he leído de este autor ha sido Sostiene Pereira . Ignacio, a mi me ocurre lo contrario que a ti, cuando me regalan un libro ¡estoy deseando abrirlo! El último que he recibido ha sido (Lo que no te mata te hace más fuerte) de (David Lagercrantz).
ResponderEliminarUn abrazo.
Si es que ya ves, Conchi, cada cual tenemos nuestras (inocentes) manías.
EliminarDisfruta de la fortaleza.
Un abrazo.