martes, 24 de abril de 2018

Soltando lastre. Memorias de Alvajar


Tertuliano se ocupa de la publicatio sui. La práctica de tomar nota de sí mismo y darla a conocer supone que pueden leerse y releerse estos textos con el fin de aprender, al igual que escribir tratados o cartas a las amistades implica intención de ayudarles y, del mismo modo, llevar cuadernos personales -y aquí las bitácoras son un tesoro- facilitan que cada cual reactive las verdades que necesita para vivir (ya Foucault lo señala en Tecnologías del yo y otros textos afines [Paidós, 1990]). Estamos con ello en el antiguo cuidado de sí mismo.
Me están asombrando las memorias de Ana MaríaAlvajar L. Jean (1918-2015), publicadas bajo el título Soltando lastre (2002), que ya revela en su rubro la intención fundamental de su autora al escribirlas: exorcizar el pasado en su conciencia. Según sucede en tantas ocasiones en este país, el asunto central sucede en unas fechas concretas: julio de 1936 cuando se produce u golpe de Estado al que sigue una guerra que durará casi tres años. Ella es más una víctima que la protagonista de lo que narra. El asunto: una familia rota, que ya no vuelve a recomponerse (y ello que ninguno de sus miembros murió, lo que no deja de ser inusual). Una familia liberal con situación cómoda, amante del teatro, la música... Su madre, Amparo, era presidenta de la Asociación Republicana de La Coruña (había sido la primera mujer bachiller de la ciudad). Su padre, César,era un reconocido periodista y personalidad pública laica (que era gobernador civil de Soria en los momentos cruciales). Su hermana mayor, Amparo, es una joven brillante, unidad al equipo de Casares Quiroga (y, más adelante, afamada traductora). Su hermana Teresa tambiénnos dejó su vida en Memorias dunha republicana.
Ana María transmite sinceridad, transido el texto de opiniones fuera de los clichés. Su mundo de cuento de hadas se truncó, su entusiasmo fue cercenado en agraz. En 1936, con 17 años, formaba parte de la Orquesta Filarmónica de La Coruña. Tocaba el violín con soltura, a cuyo aprendizaje dedicaba buena parte de su tiempo. No salió de España hasta la primavera de 1940, por lo que le tocó vivir situaciones y escenas desconcertantes con gentes que habían tenido relación con su familia, entonces en el exilio francés, en las que se desenvolvió con valentía. Al poco tiempo volvió para rescatar a su hermano. Y aquí quedó obligada por las circunstancias, pues el azar y la fortuna son personajes de estas memorias.
[Salud. A la espera de que la Vida suelte lastre en quienes gobiernan la res publica].

2 comentarios:

  1. Pues sí que resulta un libro atractivo.

    Magnífica esa introducción con Terencio.

    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En efecto, Anónimo, tiene esa sinceridad que se agradece en estos escritos.

      Saludos.

      Eliminar

Nos encantan los comentarios y que nos cuentes lo que quieras.