El otoño no ha llegado
todavía a las moreras (al menos a las del Parral), en esos momentos en que se
cubren de fosforescencia crema. Las veo aún demasiado verdes mientras paso con
los versos de Carmen Plaza. Esta economista burgalesa, radicada desde niña en
Barcelona ‒Se esconde el mar, se esconde. / Todas las olas vuelven / al fondo
de tus ojos‒, desde los inicios de siglo se prodiga en versos y relatos. Nos
hace traspasar la triste línea de la gente que se toma los símbolos como
destino:
Eva
Nos
dirán
que la
cosecha será escasa,
que el
invierno helará nuestros párpados
y
habrá llegado el tiempo
de olvidar la simiente.
No
lo creas. Mira a tu alrededor
la luz
frondosa,
el sol
y el agua vistiéndose de gala,
todos
los animales que nos ceden el paso,
sobre
todo mi amiga la serpiente,
que
nos invita a ser felices como dioses,
las
espigas de trigo ofreciendo
el
perfil afilado,
los
árboles que muestran sus impúdicos frutos,
como
esta roja pulpa que te entrego
con todo mi amor, en este
instante.
Se permite sugerir algunas
indicaciones: No hay que tirar nada en
tiempos de escasez. Ni siquiera los disgustos. Se zurcen y pueden servir para
otro traje.
[La fotografía está tomada de Escritores Recónditos].
Genial el poema, aunque no sé si compartir lo de que los disgustos puedan zurcirse y aprovecharse.
ResponderEliminarSaludos.
Jaja, pues puede que tengas razón en lo de los disgustos. Cuanto antes los despachemos, mejor.
EliminarSaludos.