Cuesta un poco retomar un libro de hace más
de cuarenta años, con todo lo que hay pendiente de leer apilado en la mesa del
rincón. Pero esta vez he realizado ese pequeño esfuerzo de resistir la
tentación de las novedades y he vuelto a aquella celda de la cárcel argentina
de 1974, en la que dos personajes ─un homosexual y un revolucionario─ llenaban
páginas con su devenir diario entre barrotes.
En el fondo, sentía curiosidad por ver si me
resultaba una historia antigua e, incluso, decadente, y comprobar si tendríamos
que dar la razón a críticos y escritores como Vargas Llosa que, en su momento,
se opusieron a que fuera publicada en determinadas editoriales de renombre, al
aducir que su autor “escribía como Corín Tellado”. Y no digamos los círculos
leninistas occidentales, entre los que se encontraba Gallimard en París (con
Ugné Kavellis a la cabeza), que también se negaron a su publicación, con uno de
sus argumentos favoritos: que el desenvolvimiento de la historia no era lo suficientemente
revolucionario o, lo que era más grave aún, que podía ser
contrarrevolucionario.
Manuel Puig (1932-1990), de Argentina a
México, con estancias en Europa y EE. UU., tuvo una vida intensa, bastante
diferente de buena parte de quienes hoy hacen literatura. Así que puede decirse
que es un escritor anómalo, con textos inquietantes y, en cierta medida,
desestabilizadores. Además, fue vanguardista, en el sentido de incorporar
elementos “menores” a sus obras, tal las canciones populares o los relatos cinematográficos
─él se consideraba un director de cine fracasado─, disipando los límites entre
la gran literatura y los subgéneros literarios. A su velatorio y entierro (en
Cuernavaca) acudieron seis personas (incluida su madre, con la que vivía).
¡Ah!, el libro ha pasado el corte con nota.
Lo leí en su momento y sí que era impactante. Ya veo que conserva la frescura.
ResponderEliminarGracias por la noticia.
Saludos.
No lo he leído y tendré que hacerlo después de tu crítica. Pero parece de repente que todo lo que semejaba estar decadente y fuera de lugar vuelve a cobrar plena vigencia. Asusta, porque en las vueltas atrás está de nuevo lo no aprendido y no solo la nostalgia. Un abrazo
ResponderEliminarLa verdad, Esther, que no es que proponga una vuelta atrás, sino que, en su momento, fue un libro "fuera de lugar" para quienes se llamaban la vanguardia revolucionaria y, ahora, parece que (el libro) tenía sus razones hoy vigentes.
EliminarAbrazos.
Al menos, Anónimo, es lo que me ha parecido.
ResponderEliminarSaludos.