Nacida en Soria en 1916 y fallecida en Madrid en 1989, Concha de Marco se considera a sí misma como una exiliada (triple). Se licencia en Ciencias Naturales en el Madrid de 1936, año en el que la guerra trunca su previsible «porvenir brillante». Casada con un hombre que sufre cárcel desde 1939 a 1943 y libertad condicional hasta 1954, se convierte en mujer de preso y es confinada al domicilio por su pensar republicano (y luego lo será en la Transición por estar ya descolocada). Desde mediados de los cincuenta, su situación económica mejora sustancialmente y puede permitirse joyas y viajes, pero bajo el paraguas de su marido, Juan Antonio Gaya Nuño (1913-1976), crítico de arte reconocido y amo del dinero. Una mujer dependiente que escribe, traduce, corrige, diseña y cose sus vestidos, y cocina.
Y todo lo hace con soltura,
además de poseer una hermosura física de la que es consciente y presume. Su
obra intelectual es amplia, de la que estima sobre todo la poética –«la poesía
es una función sexual así como el amor es una función intelectual»–: 6
poemarios en vida –Hora 0,5 (1966) o Tarot (1972)–, relatos –El té del psiquiatra (1958)–, varios
ensayos –La mujer española en el
romanticismo (1969)– y abundantes traducciones (que le facilita Consuelo
Berges) –Picasso (1959) de Penrose o La escultura moderna (1966) de Herbert
Read–. A veces en colaboración con Gaya.
«Desgraciados, ignorantes, miedosos, cabrones, mierdas…», «allá se estampen, a quien no saludaré más…». Son palabras y expresiones presentes en sus cuadernos de memorias, en los que se manifiesta sin tapujos sobre la sociedad que le toca vivir. Escritos entre 1974 y 1977, han sido editados en 2018, bajo el cuidado de José María Martínez Laseca con el título La patria de otros. Memorias de una mujer libre. Concha deja el legado del matrimonio (sin descendencia) a la ciudad de Soria, que monta una Fundación con el nombre de él y escribe versos de ella en el firme de sus calles.
Salud
Vidas complejas y complicadas, sin duda.
ResponderEliminarGracias por traerlas aquí.
Saludos
¡Buf!, ya lo creo, Anónimo. Fueron muchos años de oscuridad.
EliminarSaludos