

Estamos perfeccionando un sistema de raíles para bibliotecas, en el que las pequeñas vagonetas portadoras de libros y demás documentos se deslizarán, sobre raíles insonoros, con mando a distancia (la que tienen nuestros brazos). Solo nos queda ultimar el sistema para que coloque automáticamente (con CDU, por supuesto) el material en su sitio (es decir, que nos encuentre con inspiración en el momento de ver las letras y números). Se acabaron los odiosos carritos, tan indiscretos ellos.
Nos hemos inspirado en el sistema empleado por la centenaria librería Lello & Irmao de Oporto (en la fotografía, fijarse en el suelo). Dicen que es la más bella del mundo. (Claro, que en Portugal, ya se sabe, todo es lo más de lo más.) Por supuesto que hay un vídeo sobre ella en internet (no es que sea muy allá, pero, si alguien lo desea, le podemos enviar uno más decente).
http://www.youtube.com/watch?v=DwpuTU-SWWI
Nos los van a quitar de las manos.
Mezclamos los huevos con el azúcar hasta que cojan volumen. Posteriormente añadimos el resto de ingredientes, removiendo poco a poco y acabando dando un tute con la batidora para que no queden grumitos en la masa. Cogemos los moldes de papel y lo llenamos con la masa hasta 3/4. Metemos las magdalenas al horno a unos 160-180º C y a ser posible, en modo calor uniforme o ventilador. Si no, pues calor por arriba y por abajo. Cuando estén doraditas, las sacamos del horno y dejamos enfriar en una bandejita cubiertas por un trapo de algodón blanco.
No sé si os quedarán con copete, porque son muy caprichosas en sus formas. Aunque dependerá de vuestra personalidad, ya que dicen que los platos se parecen un poco al cocinero. ¡Suerte con ellas!