lunes, 9 de marzo de 2009

Plagio e Intertexto


Consideramos el plagio, posiblemente, como la actividad más denostada en literatura. Su comprobación, o sospecha (a veces maledicente, es cierto), marca una trayectoria creadora. Pero… ¡es tan tentador, sobre todo ahora, cortar y pegar! (hasta hace poco se hacía con tijera y pegamento, siendo después el/a copista, quien se encargaba de presentar unitariamente el texto). Hay plagios comprensibles: ¿cómo puede ser original todos los días una persona que tiene que atender múltiples compromisos? No damos para tanto. Otros, son de riesgo: quienes utilizan el trabajo de negros (y son más de los que parecen) corren el peligro de que a alguno se les pague más desde otro lado o, simplemente, que esté poco inspirado en esos días.


Cosa distinta al plagio, a decir de quienes entienden, es el intertexto. La conexión de los párrafos de una obra con los de otra. La utilización consciente de elementos de un texto en otro, retocándolos mínimamente, con el fin de subrayar aspectos comunes. En cierto modo, resulta una variable (antecedente) del hipertexto. Conlleva, por parte de quien lo realiza, la connotación de quererse deudor/a de alguien con autoridad reconocida; la humildad de quien admira; el atrevimiento de quien toma. Inviste.
Un intertexto magistral nos lo ofrece Aleixandre –nuestro poeta Nobel– en el comienzo de una égogla de Nacimiento último:


Pájaros, las caricias de vuestras alas puras
no me podrán quitar la entristecida
memoria


Lo cual nos recuerda de inmediato al modernista Rubén Darío:


Cisnes, los abanicos de vuestras alas frescas


del que Aleixandre se sirve aquí para mostrarnos, ya en el inicio, la equivalencia entre pájaros, cisnes y poetas. Con el fin, seguidamente, de evocar el célebre encabalgamiento de Garcilaso:


No me podrán quitar el dolorido
sentir


con el que Aleixandre certifica la naturaleza del poema, la églogla.


¿Hay quien dé más? Y para que no se diga que lo nuestro es plagio, remitimos al artículo del entendido Ricardo Senabre, «Del intertexto al plagio» (El Cultural, 9-15 mayo 2001).

7 comentarios:

  1. Es que el corta y pega es muy tentador..., irresistible en ocasiones.

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  2. Puf!!! si que es tentador el corta y pega, a mi me encanta, corte por aquí, pega "collejas por allá" es una tentación tan grande... XDDD

    Bromas a parte, es inevitable que la genialidad de algunos inspire a otras mente igual de capaces... muchas veces el descubrir el "posible plagio" me parece que puede llegar a ser una búsqueda un poco canallesca y puntillosa que no debe ocultar "la jeta" de otros... siempre el tiempo pone a cada uno en su sitio. :)

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  3. La diferencia entre el plagio y el intertexto puede ser sutil, pero seguro que existe. Como dice la supe, el tiempo pone a cada uno en su lugar.

    A mí personalmente me encanta reconocer ecos de otras obras en el libro que esté leyendo. Me hace sentir que formo parte de una cadeba que comparte conocimiento, experiencias... (Y como tengo una tendencia terrible a ser una niña-pelota-gafotas me gusta descubrir eso y cualquier cosa que otros puedan pasar por alto; pero eso es otra historia XDD)

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  4. Ya sabéis: lo que no es tradición, es plagio. Todo depende de la desvergüenza con la que se haga.

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  5. Pájaros, las caricias de vuestras alas puras
    no me podrán quitar la entristecida
    memoria

    Cisnes, los abanicos de vuestras alas frescas


    No me atrevería yo a comparar la cosa con otros ejemplos de plagio o intertextualidad. Más bien a lo que se me parece es a unas variaciones sobre un tema. No me parecen culpables de esterilidad creativa ni Aleixandre, en este caso, ni Marin Marais por el de su inspiración en las folías.

    Es razonable pensar que siempre hay casos y casos.

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  6. Está claro que el plagio no está bien, pero como hoy en día está todo inventado, es difícil encontrar nuevas fórmula, no???, aunque siempre hay algún genio suelto, como nuestra vela

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