lunes, 4 de mayo de 2009

Antonio Pereira González. Los cuentos y la muerte

Este lunes hablaremos, por ser de la tierra, de un escritor que ha muerto recientemente. Buena parte de su vida la vivió en el desierto de la Dictadura.

Antonio Pereira González nace en Villafranca del Bierzo (León) el 13 de junio 1923 y muere en León el 25 de abril de 2009 (los caballeros castellanos van a morir a la capital). Buena parte de su obra ha quedado esparcida desde temprana edad en periódicos y revistas, pero hemos tenido la fortuna de que desde 1967 ya se publicaran sus libros de cuentos (Una ventana a la carretera), lo que ha llegado hasta 2006 (Cuentos del noroeste mágico). Entre sus antologías podemos hablar de Me gusta contar (Taller de Mario Muchnik, 1999). También echó su cuarto de espadas con la novela.

Gustaba de contar cuentos en público y, precisamente, con tal actividad intervino en la película El filandón (1984). Escritor de naturalidad, se dio temprano a la poesía, por su capacidad de condensar emociones (en 1972 sale Contar y seguir, y en 2006 Meteoros, obra completa); quedando inmerso después en el cuento, por su poder sugerente, género que exige precisión de lenguaje y atención narrativa. Aquí fue logrando una gradiente complicidad con el público lector. En este menester aportaba humor e ironía (a veces con parecido burlón).

El último tramo de su vida estuvo plagado de homenajes a su figura y de invitaciones a actos culturales. En todos ellos, con su mujer Úrsula, dejaba patente su estar natural, ocurrente y campechano, que tanto atraía a la gente joven que estaba a su alrededor.

Como no podemos ponernos aquí a contar de viva voz uno de sus cuentos, nos inclinamos por dejar una de sus poesías más resultonas, el Fado de la limpiadora:

A las seis de la mañana
fregar el Banco.
Todo de mármol.
A las diez de la mañana
fregar la iglesia.
Toda de piedra.

A la siesta son los patios
de las señoras.
Todos de losas.

Al anochecer la esperan
largos pasillos.
Todos ladrillo.

Cuando se rinde en el sueño
un ángel le hace caricias
en las rodillas.

Que la tierra le sea leve.

4 comentarios:

  1. Es una pena R.I.P., a ver si leo alguno de sus cuentos ...

    ResponderEliminar
  2. Una edificante promesa, Mafi. Y compensada actividad.

    ResponderEliminar
  3. No he tenido el gusto de leer nada suyo, así que yo también le haré un pequeño homenaje en mi sofá.

    ResponderEliminar
  4. Yo sí que leí la noticia el dia de su fallecimiento, pero hasta entonces no sabía de su existencia, a ver si un día busco alguna de sus obras, que parecen muy interesantes

    ResponderEliminar

Nos encantan los comentarios y que nos cuentes lo que quieras.