martes, 11 de agosto de 2009

Biblioteca Circulante de Castropol

Hubo una vez… Sí, en 1921 se puso en marcha en Castropol (Asturias) un proyecto cultural y educativo que tomó como base la biblioteca. Lo impulsó un grupo de jóvenes, entre los que se encontraba Vicente Loriente como persona más notoria. No parecía que pudieran llegar muy lejos: estaban en una zona de agricultura y ganadería, sin conexión con ambientes en los que se acostumbraba a realizar actividades intelectuales. Pero atesoraban decisión y tenían las ideas claras, así que comenzaron a andar. Deseaban construir algo que se fundiese con el ambiente; no un local con un cartel que hiciera de cortina para quienes no tenían familiaridad con las letras, no; anhelaban descubrir un volcán que expandiese lava por las laderas.

De ahí que iniciaran el proyecto de una biblioteca circulante, considerando la sección infantil –¡hace noventa años!– como uno de sus pilares; incidieron, además, en ofrecer un fondo de agricultura que se adaptaba a la zona; señalaron los valores populares de la gente que vivía allí; elaboraron guías de lectura y otra serie de publicaciones; se atrevieron con la programación de conciertos, conferencias, sesiones de cine, títeres… –¿nos recuerda algo?–; organizaron excursiones. Es así que crearon, con el tiempo, una red de bibliotecas en el Concejo hasta el número de doce.

No es de extrañar que Cossío, María Moliner, Vasconcelos, Rubió o Juan Vicens se deshicieran en elogios hacia este empeño que, al inicio de los años treinta, estaba consolidado en la zona. Pero la alegría duró poco más: en 1936, la reacción decomisó y destruyó el material; quienes colaboraban directamente sufrieron penalidades e, incluso, la muerte. Las sombras volvieron a inundar las páginas del largo libro del invierno.

Así nos lo cuenta Xabier F. Coronado, Memoria de la Biblioteca Popular Circulante de Castropol: biografía de una red de bibliotecas a través de sus publicaciones, Oviedo, KRK Ediciones, 2008.

8 comentarios:

  1. Menos mal que no se pueden destruir los recuerdos.

    ResponderEliminar
  2. La biblioteca de Castropol desarrolló una magnífica labor cultural, y seguro que con muy pocos medios personales y económicos. Muchas veces el entusiasmo supera obstáculos a priori insalvables.

    ResponderEliminar
  3. La cultura siempre sufre el varapalo del miedo

    ResponderEliminar
  4. Es que con los políticos hay que venderles las ideas que uno tiene como si fueran de ellos, si no vamos listos, jamás anteponen el bien social al fin político y de partido.

    ResponderEliminar
  5. Por cierto, que es una zona para poder pasar unos días en este tiempo, ¿o no?

    Intercambio bibliotecario

    ResponderEliminar
  6. Fue muy buena la misión y la idea de esta gente, la pena es la pena, pero esto demuestra que muchas veces hace más el que quiere que el que puede, a ver si tomamos estos ejemplos y los ponemos en práctica hoy día, que hay muchos sitios a los que no llega la biblioteca

    ResponderEliminar
  7. Por cierto, que es una zona para poder pasar unos días en este tiempo, ¿o no?

    Pues si, la zona es bonita para hacer una escapadilla.
    Como se nota que es verano sólo necesitamos hablar de un sitio, para querer visitarlo rápidamente.

    ResponderEliminar
  8. Hola a todos, soy Xabier F. Coronado, autor del libro Memoria de la Biblioteca Popular Circulante de Castropol, y envío un saludo a todos los Burgostecarios. Tan sólo deciros que me agrada que hayan puesto esta entrada sobre la historia de la Biblioteca Popular Circulante de Castropol.
    Para cualquier información o comentario sobre este tema tan interesante o cualquier otro relacionado, me pongo a vuestra disposición:
    xabierfcoronado@gmail.com
    Un saludo cordial a todos y enhorabuena por el bolg que está muy interesante.

    ResponderEliminar

Nos encantan los comentarios y que nos cuentes lo que quieras.