No deja de sorprenderme que
la promesa que sucede (supuestamente) en el monte Sinaí hace cuatro mil años
entre un Dios y un Pueblo, en la que ambos adquieren compromisos mutuos,
continúe rigiendo hoy tantas vidas y, por supuesto, el sesgo religioso impregne una notable parte de la literatura
desde aquellas sagas irlandesas, siendo durante siglos objeto preferente de la
Inquisición, sin olvidar autores militantes como Bernanos o conversos inesperados como Junoy.
Hace unos meses que se han
editado los Cuentos reunidos ‒Collected Stories, de 1904‒ de Cynthia
Ozick (Nueva York, 1928), una de las autoras con personajes en los que en mayor
medida permanece este pacto milenario, superior incluso a los de Philip Roth o Bernard
Malamud, la cual considera que lo fundamental de una obra es la expresión que
logren captar de su contexto y de la época histórica en que les toca vivir, y
en donde la literatura por sí misma carece de valor, es más, es un acto de
soberbia (contra ese Dios de los mandamientos). Relatos como La maleta (págs. 168-195) es reflejo de
lo que hablamos al comprobar la vacuidad del mundo artístico contemporáneo.
No se crea por ello que la
autora desdeña la forma: «En su voz capté una ironía que me sorprendió,
subrayada con una precisión tan deliberada que se me antojó áspera. Me dio la
impresión de que de cada palabra colgara una fugaz hebra blanca de enorme
pureza, similar a la de la seda virgen, que ella entonces estaba obligada a
cortar diestramente con los dientes».
Sencillamente, creo que la
autora está asustada. Sus personajes (rabínicos) continuamente tienen
tentaciones de paganizarse. Lo hebreo y lo heleno. El pueblo que es minoritario
y extranjero en una sociedad americana que va tragándose las señas de identidad
de quienes entran en su círculo.
Me parece muy interesante tu recomendación. Me quedo con el título del libro y si lo encuentro te aviso.
ResponderEliminarsaludos
De acuerdo, Karin.
EliminarSaludos.
Interesante recomendación, yo también me lo apunto.
ResponderEliminarUn saludo
Pues a ver si te gusta, Conxita.
EliminarSaludos.
Tengo que confesar que no la conozco a la autora. Por otro lado me encanta lo que cuentas de sus cuentos. Un fragmento impresionante.
ResponderEliminarUn abrazo!!
Es una escritura singular, U-topia, sin duda. Además, tiene esa ironía judía tan característica.
EliminarAbrazos.
Un monte, unas piedras. ¡Cuánta historia!
ResponderEliminarSaludos.
Ya lo creo. Nuestra mente es capaz de crear mundos en cualquier lugar.
EliminarSaludos.
El tema me interesa mucho Ignacio, intento buscarlo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Seguro que quedarás satisfecha, Conchi.
EliminarAbrazos.