miércoles, 2 de diciembre de 2015

Música Dadá sonando Espacios Tangentes



Paseo por las calles y tropiezo con una multitud cargada de bolsas saliendo de los comercios. Es Viernes Negro me dicen. ¿A dónde ir? A la naturaleza, al arte, a la literatura, a la música, claro. Pero, ¿cabe esta locura de consumo ‒«necesaria para el repunte de la economía», dicen‒ en Beethoven o Pisarro o Wolf o en el escarpado barranco? Es más, ¿se puede escapar de ello solo escuchando, leyendo o contemplando? (Y, además, está la migración imparable, sangrante. ¿De dónde sacar valor para el manifiesto y la manifestación?).
¡Ah!
Casualidades. Estaba en Fiachetto (2015), de Hugo Vargas, en donde Duchamp y Cage entablan partidas de ajedrez, y donde asoma LlorençBarber. Y me topo con el Taller de Música Dadá organizado en Espacio Tangente(Burgos) dentro del Festival de Audio Tangente, local que se convierte durante el fin de semana en territorio sonoro de vanguardias, propuestas valientes en esta tierra de secos ancestros. Música es espacio a recorrer por cada quién, afirma Llorenç, precisamente quien imparte este taller, una de esas personas sabias que van esparciendo sus caminos vitales (campanero y escritor, entre otros, del delicioso John Cage [1985]).
Renacer. Batallar con la frágil voluntad que nos lleva a tomar el sol como lagartos. (Abandonar patria, útero y camino [burlar los fusiles y escribir, con el dedo, en el aire ¡¡Vivan los compañeros!!]). Derrumbar el satén, abriendo el oscuro pozo, por si el agua fluye en las simas del fondo. Acercar el oído por si se escuchan murmullos. Lanzar el cubo al brocal. Después, colocar el velo para que no se evapore.
Eso es. Hacer música, sonidos, ruidos, silencios… que van a los oídos, a los ojos, a los espacios habitados de los cuerpos de quienes oyen y ven. Tal vez, a quienes consumen. Tal vez, a quienes emigran.

Plenilunio. Y ahí, en el escenario ‒cuidado descuido‒, a través de cinco historias simultáneas, se abren las calles interrogadoras.

8 comentarios:

  1. Me gusta tu reflexión, ¿de dónde sacar valor para el manifiesto y la manifestación? realmente me ha parecido tan adecuado, ¡qué difícil es ir contra corriente! Cada vez cuesta más resistirse a absurdos consumismos de productos para el gran público...¿Y quién es el gran público?
    Qué difícil es pensar diferente, hacer cosas diferentes, ser diferente.
    Un abrazo

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    1. Ya lo creo, Conxita, vamos hacia las tonterías más absurdas.

      Un abrazo.

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  2. El consumismo puro y duro debe de ser solidario. Y el viernes negro es para eso, supongo, si cuadra.

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    1. Parece un oxímoron. Consumismo y solidaridad no parecen estar muy unidos en el fondo.

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  3. Nos manejan como quieren, proclaman un día negro-consumo y consumimos. La docilidad es alarmante, el encantamiento de la compra de emociones, decepcionante... mucho mejor ese manifiesto del ver, escuchar, (leer).

    Abrazos!!

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    1. Ya lo creo, U-topia, nada que ver la fuerza humana de una y otra actividad.

      Abrazos.

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    2. Hola , me llamo Celia. Gracias por pasarte por mi blog. Yo también te sigo desde ahora. Soy emigrante, aunque en mi caso no por búsqueda de trabajo, aunque sí huía de la que se avecinaba en España. Solo que no sabía que luego vendría aquí. El mundo es una miseria. Deberíamos crear poco a poco una sociedad paralela donde nos abasteciéramos de cosas siemples comprándonos los unos a los otros, pasando de las grandes superficies y de la economía global. Es la única salida, pienso. Vamos derechos a la hecatombe.
      Un abrazo

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    3. Saludos, Celia, y gracias por asomarte y quedarte un rato.
      Fíjate lo que cuentas y, sin embargo, tenemos a Viena como un lugar de fantasía, de música, de arte, de jardines... Sin duda que tú conoces otra Viena.
      Y tienes razón en lo que dices de la sociedad, pero... no hay posibilidad de dar marcha atrás.

      Un abrazo.

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