El arte de vanguardia se
pasa la vida huyendo de la palabra, de la figuración, y volviendo a ella de
múltiples maneras. Al fin y al cabo necesita una forma de explicar el contenido
de sus obras. Hasta los graffiti acuden con frecuencia a las onomatopeyas o
directamente a las frases, tal como hace aquel pintado sobre las ruinas de
Pompeya: ¡Oh, muro, no sé cómo has podido
resistir el peso de tanto oprobio!
La literatura lo recibe ‒al
arte‒ con sereno alborozo. Según dice Juan Mata (en Cómo mirar a la luna), la literatura es una estancia de la vida, la
más solitaria y acogedora, la más consoladora también. Hay textos que huyen de
la dulzura, de la expresión acabada, consensuada; que toman el lenguaje como un
objeto a descubrir, y lo hacen en el roce con la vida de la calle, intentando
crear personajes sometidos a crítica en estos nuestros días de crisis.
Este sería el caso de El fin del mundo en las televisiones,
poemario de Diego Doncel, que abre nueve canales en los que pueden verse
imágenes de la mentira, la corrupción o las dificultades que encontramos para
escapar de la insignificancia a la que nos someten los poderes. Eso sí,
finaliza con La Primavera: «Ya no es tiempo de pensar, sino de ver de forma
distinta. / Ya es tiempo de amar lo nuevo como se ama el futuro. / Ponemos la
mirada en los confines como una manera de extender la vida. / La utopía viene.
/ Pero la utopía es tan frágil como la felicidad, tan frágil como esta
primavera. / Recuerda que vivimos en territorios bajo vigilancia».
Mozart, a los 22 años, se
encuentra en París con su madre; esta muere y él no se atreve a decírselo
directamente a su padre. Compone:
https://youtu.be/dwPRo3gTMYk
Me ha gustado mucho esta entrada tan corta como intensa. Me apunto los libros que mencionas. Por cierto el surrealismo siempre de me atrajo de una manera especial
ResponderEliminarUn abrazo
Luz
Gracias, Ele. El surrealismo no es una moda. Es un descubrimiento. En cualquier etapa de nuestra vida puede salirnos a flote.
EliminarUn abrazo cordial.
Ignacio
Muy buena tu reflexión Ignacio, ese arte que huye de las palabras y vuelve a ellas.
ResponderEliminarY excelente el enlace con las "palabras" de Mozart, desconocía la situación en la que la crea, emociona escucharlo.
Un saludo
Es algo, Conxita, que suele suceder. Ves exposiciones vanguardistas y, siempre, tienden a explicar el contenido con palabras aquí o allá.
EliminarSaludos.
Vivimos totalmente vigilados, Ignacio.
ResponderEliminarLa literatura es un magnífico refugio en estos tiempos convulsos. La buena, claro, la que dice y sabe hacer arte con las palabras.
Besos y feliz domingo.
Ya lo creo que es así la literatura, Celia. Esa estancia, aunque solitaria, acogedora.
EliminarBesos a ti.
Hola Ignacio, la literatura es como un balsamo para el espiritu. La reacción de Mozart es comprensible, ante su pena hizo lo mejor que sabia para expresar su pena, componer esta Sonata No.21, el violín de Kyung-Wha Chung suena de maravilla. Gracias.
ResponderEliminarUn abrazo.
La verdad, Conchi, que Morart era un genio de tal calidad que abría caminos donde se pusiera.
EliminarUn abrazo.
Una entrada diversa y única. Excelente elección.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias, Anónimo. Los asuntos de la existencia suelen estar unidos y diferenciados.
EliminarSaludos.
Arte y literatura están unidas de una forma o de otra, me parece que la literatura es una manera de hacer arte, especialmente la poesía llena de imágenes que casi podemos construir en nuestra imaginación.
ResponderEliminarPrecioso el poema.
Abrazos otoñales!!
Así parece que es, U-tpia, el arte literario.
ResponderEliminarAbrazos.