Suelo acoger con simpatía
los textos de quienes trabajan en las bibliotecas. Es lo que me ocurre con
Philip Larkin (1922-1983), poeta inglés que en un principio no es que me tirara
demasiado. Pero el hecho de que fuera subdirector en la biblioteca del
University College de Leicester, así como en la de Queen’s University de
Belfast y, posteriormente, en Hull, me animó a leer con detenimiento sus
poemas, algo de lo que me alegro cada vez que vuelvo a ellos. Resulta un observador
de gestos cotidianos (Me senté mirándome
las botas), desde los que inicia unas reflexiones que hacen de sus versos
un proceso, una evidencia de desarrollarse algo que, al final, se transforma en
un instante luminoso en el que se aparean experiencia y suceso.
Hombre adusto, enamorado del
jazz (al que considera imagen adecuada de la mente), no tiene imágenes amables
de la infancia; pasó por ella esquivando la dicha y la desdicha: «No querría
que nadie pensara que no sentía aprecio hacia mis padres […] Pero al mismo
tiempo eran personas difíciles, y la felicidad no era su fuerte. Y esas cosas
se pegan». La edición y traducción que realiza Damià Alou en la reciente Antología poética (2016) dispone de una
selección de poemas que no defraudan, como ese Recuerdo, recuerdo que finaliza en «Nada, y todo, ocurre en todas
partes».
De otro lado están
personajes como Manning, Sweden o Assange, que se encuentran entre los
promotores de WikiLeaks, la cual se presenta como un colectivo de historiadores
del presente dedicados a la construcción de una gran biblioteca (de la rebelión).
La persecución de que son objeto los nombrados no impide que surjan
continuamente voces nuevas que alimentan este centro de documentos que
denuncian abusos y prácticas del poder. Silvia Arana elabora un artículoenunciando los diez tópicos que la organización ha decidido subrayar de sí
misma en los 10 años que lleva de vida.
Según expresa la cita de Carl
Sagan con que termina dicho artículo: «...somos la única especie del planeta
que ha inventado una memoria comunal que no está almacenada ni en nuestros
genes ni en nuestros cerebros. El almacén de esa memoria se llama biblioteca...
la salud de nuestra civilización, el nivel de conciencia sobre los cimientos de
nuestra cultura y nuestra preocupación por el futuro pueden ser medidos en
relación con el apoyo que le brindemos a nuestras bibliotecas».
Larkin, ciertamente, es un poeta que mantiene la lectura y va ganando según se le conoce. WikiLeaks abruma por su dimensión.
ResponderEliminarSaludos.
Ya lo creo, Anónimo. Montar hoy un centro como esa biblioteca muestra cómo cambia la sociedad.
EliminarSaludos.
«No querría que nadie pensara que no sentía aprecio hacia mis padres […] Pero al mismo tiempo eran personas difíciles, y la felicidad no era su fuerte. Y esas cosas se pegan»
ResponderEliminarMe ha parecido muy duro para un niño asumir esa situación, esa evidencia que es así y que acaba configurando su manera de ver y contar la vida. Interesante, como también Wikileaks y tanta información, difícil de clasificar.
Saludos
Sí que es duro, Conxita, y parece que influyó en su carácter. No le gustaban demasiado las criaturas.
EliminarSaludos.
No conocía a ese poeta. Lo anoto.
ResponderEliminarOjalá nunca desaparezcan las bibliotecas, la gente anda por ahí con leyendo con tablets, con lo hermoso que es tener un libro en la mano.
Últimamente voy y vengo, lo digo por si no te comento todo.
Besos, Ignacio.
No tienes por qué preocuparte, Celia, por tus idas y venidas. Ya las veo.
EliminarEs curioso lo presente que puede llegar a ser una presencia a través de estas bitácoras.
Abrazos.
Empezando por el final, me parece que el futuro es tan oscuro como detecto desde hace tiempo. Me encanta esa manera de explicar la función primordial de las bibliotecas: el almacén de una memoria comunal.
ResponderEliminarY no olvido a ese poeta bibliotecario, lo que dices de él me lo hace atractivo (a ver si lo encuentro).
Un fuerte abrazo, ahora sí, otoñal.
Sí, es una definición feliz de las bibliotecas.
EliminarEn cuanto al futuro, estoy bastante de acuerdo contigo.
Abrazos, chica.