Me balanceo estos primeros
días de enero, mientras paseo por el monte, entre la prosa de Bohumil Hrabal (1914-1997)
y la de Sarah Waters (1966). Entre personajes hombres y personajes mujeres
–¿acaso no es social toda literatura?–. Entre autor y autora. Entre un decir
implícito, simbólico y un expresarse explícito, cercano (siempre con la
frescura de lo literal a lo literario). Entre poco más de cien páginas y casi
quinientas. Entre párrafos generosos que incluyen diálogos sin señales tipográficas
y pequeños párrafos que acompañan a abundantes conversaciones señaladas en
líneas aparte con su guión largo.
Tierno
bárbaro fue escrito por Hrabal en 1973, después de que su autor
fuera aislado por las autoridades que terminaron con la primavera de Praga. Es
un canto al genio del pintor y amigo V. Boutník, que se quita la vida meses después
de la ocupación de los tanques. «Y Vladimír seguía emocionado ante el árbol
solitario y hablaba tiernamente: Igual que este árbol, todo en mis hojas está
conectado a la tierra… este árbol para mí es de cristal, veo cómo la savia sube
por el vidrio del tronco… observo exactamente adónde van las raíces y los vasos
capilares, veo también todas sus fases en cualquier época del año… un poco de
imaginación y todo se hace más claro y, por tanto, más humano». Por entonces,
Hrabal vive solo en su casa en el bosque de Kersko.
El
lustre de la perla, título dado aquí a Tipping the Velvet, está escrito en 1998 y narra la peripecia de
una mujer, Nancy, cien años antes, entre sus 18 y 25 abriles –y ya conocemos el
verso más famoso del siglo XX, «Abril es el mes más cruel»–. Mi vida no dio
para tanto en esa edad, por lo que me rindo ante los abismos vitales en que se
sumergen otras personas. Aquí, la protagonista ha crecido en un tranquilo lugar
de la costa inglesa, pero es ese raro fruto de alguna ostra, y en un instante
queda seducida por una cantante de mussic-hall, con la que inicia su vida
independiente. Claro, es una novela, y por lo tanto hay traiciones. Buena vida,
esclavitud, pobreza. De ese modo puede pasar a ser amante de las despreocupadas
damas de la burguesía y aristocracia, sáficas en sus salones, Y de las
avanzadas de la vanguardia obrera.
Ambas obras son exaltaciones
de la extravagancia, negaciones de lo convencional, desesperadas bocanadas de
libertad.
[Habrá quien haya visto
la miniserie Tipping the Velvet].
Curioso discurso del cabrero (a las cabras).
ResponderEliminarSaludos.
Ya, Anónimo, Hrabal crea un mundo que escapa a lo tradicional.
EliminarSaludos.
He leído varias novelas de Hrabal, aunque no esta de la que hablas, me gusta bastante su fino humor y sus historias.
ResponderEliminarBuscaré algo de Sarah Waters.
Un fuerte abrazo, Ignacio.
La verdad que el hombre engancha un poco cuando lo lees.
EliminarEspero que Waters te guste.
Abrazos.
No conozco ninguna de las dos propuestas que haces.
ResponderEliminar"Me rindo ante los abismos vitales en que se sumergen otras personas", ¡¡uff qué frase!!
Saludos
Son formas literarias curiosas, Conxita, sobre todo la de Hrabal. Y, ya ves, mi vida no tiene demasiado interés.
ResponderEliminarSaludos.