jueves, 5 de abril de 2018

Eso (o Ello). Inger Christensen


No sorprende -en todo caso, asombraría- que los versos de Vladimir Holan corrieran de boca en boca entre la población de Praga cuando la ocupación nazi o que sucediera algo semejante con los poemas de Sikelianós (musicados por Theodorakis) en la Grecia tiranizada o que en trincheras y barricadas mediterráneas se cantaran los tiempos de cerezas. Es el Sur. Sin embargo, sí que llama la atención que en Copenhague un libro de poemas constituyera un evento de una repercusión tal como lo fue la publicación de Eso (o Ello-Det- en 1969, de Inger Chistensen (1935-2009), autora de Alfabeto, que durante años sonó para el Premio Nobel, cuya impronta devino en fundamental en la literatura escandinava.
Hoy no resulta un texto asequible a primera vista. Requiere lentitud. Pero en su momento (después del mayo), en Dinamarca, sus palabras aparecieron en los muros de las ciudades como forma de protesta política; grupos de música rock cimentaron su éxito en las letras de canciones salidas de estas páginas; algunas expresiones coloquiales danesas nacieron de aquí; incluso -quién lo diría en nuestra tierra- hubo gobernantes que citaban versos en público. “Y salieron corriendo y gritaron Mirad mi corazón / Late como una frase debajo de la piel / Me gustaría tanto amar vuestra aflicción”.
Se concibe como un largo poema (de más de 200 páginas), aunque se divide en pequeños textos, nacido en la época en que el consumismo enseñaba sus garras por el Norte. “Dentro del primer consorcio hay un segundo, dentro del segundo hay un tercero, dentro del tercero un cuarto consorcio, etc. // En el consorcio n.º 1.423 hay un hombre calculando la esperanza de vida de un obrero // El hombre n.º 8.611 ha estado todo el tiempo desvariando sobre el derecho del individuo a su propia vida // Al final de todos los consorcios reunidos hay una dinastía financiera”.
Eso es un camino que nos lleva a un lugar que da sustento a todo. Es oscuro y es luminoso. Conduce a la razón y a lo inexplicable. Al miedo y a la valentía. Es matemática que celebra lo existente. Es una cosmogonía que se crea ante nuestros ojos mientras se balancea la capa de plancton que nos alimenta. “Hay manifiestos enfebrecidos / ofrendas de flores y vino // palomas revestidas de blanco en jaulas / vírgenes escondidas ocultas en ataúdes // anécdotas de caminantes / que van de embriaguez en embriaguez // hierba que vuelve verdes los cerebros / balbuceante belleza senil // en lo más hondo de la iniciativa política”.
[Salud. A la espera de que la Vida conceda eso a quienes gobiernan la res publica. La fotografía es de Michael Kellenter].

8 comentarios:

  1. Un libro de lectura lenta, me gustan... Aunque tengo que adaptar mi nervio a ese ritmo. Estoy con uno de ellos: "Palomar" de Italo Calvino. Este me lo apunto (que bella la foto).

    Abrazos primaverales!!

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    1. Conservaremos ese modo lento de leer. Merece la pena dejar que las palabras se unan a su tiempo (si es que tienen que hacerlo) en nuestro interior.

      Abrazos, eso sí.

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  2. No conozco nada de Inger Chistensen y puede que para mi sea una lectura un poco difícil Ignacio. Gracias de todas formas por tu recomendación.

    Un abrazo de Espíritu sin Nombre.

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    1. Otra vez será, Conchi. Aunque no hay que desesperar si no se le ve significado a un poema (en ese caso). Vamos, eso creo. Es suficiente con gozar de las palabras.

      Abrazos.

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  3. Parece que sea un libro de los que nos puede desesperar por su incomprensión.

    saludos.

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    1. Puede, Anónimo. Pero compensa su belleza y valor.

      Saludos.

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  4. Me has hecho pensar con ese Hoy no resulta un texto asequible a primera vista. Requiere lentitud, cuanta razón hay en tus palabras, hoy todo parece ir demasiado deprisa y parece que gastar tiempo en una buena lectura sea perderlo, cuando se trata de disfrutarlo.
    Besos

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    1. Ya lo creo, Conxita, la sociedad aparta a quienes se detienen (a leer, a pensar, a observar), salvo cuando lo vende.

      Besos.

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