Por una u otra razón, esta
temporada (iniciada en septiembre) no termina de presentarme su normalidad; una
y otra vez se acercan los días de renovar la entrada, sin que haya tenido
tiempo de disfrutar de la anterior y de pasarme, con cierta tranquilidad, por
otras bitácoras. Y no es por falta de material; sin ir más lejos, dejo de lado Breve historia de la verdad (2018) de
Julian Baggini, o La meditación y el arte
de dibujar (2018) de Wendy Ann Greenhalgh, publicada esta en la colección Tiempo
de Mirar. Cualquiera de estas obras daría para una anotación.
Esta vez cabalgaremos entre
lo geek ‒recordemos que el término referencia
a quienes apasiona la informática y los ordenadores‒ y la Generación del 98 de la
mano de dos mujeres: Kameron Hurley y Carmen Baroja Nessi. ¡Qué diferencias tan
abismales ofrece la sociedad para desenvolverse en unas épocas o en otras!
Especialmente, si se pertenece a un colectivo que no detenta los poderes
esenciales del patriarcado. K. Hurley escribe La
revolución feminista geek (2018), tomada en parte con material de su blog;
su lenguaje es beligerante y su estilo es directo, sin que falte el toque de
calidad literaria en su elocuente prosa; reflexiona sobre la lucha contra la
invisibilización de las mujeres, la perseverancia necesaria para progresar como
escritora, la importancia del cambio cultural... que encuentran eco en muchas
personas, interesadas o no en la cultura geek.
Por su lado, Carmen Baroja
Nessi (1883-1950), también escritora de relatos y estudiosa de lo popular, se
vio obligada a vivir bajo el aura de escritores y pintores, que entendían que el trabajo doméstico no
les atañía, de ahí que tuviera que trabajar y solucionar los problemas de
cualquier hogar, empleando en ello buena parte de su existencia. Es lo que
narra en las memorias Recuerdos de una
mujer de la Generación del 98 (rescatadas en el centenario de esa fecha por
Amparo Hurtado). Casada con el editor Rafael Caro Raggio, la vida defraudó sus
expectativas juveniles, salvo por sus hijos Julio y Pío, que se compenetraron
con ella. (No así el Pío hermano, a quien reprocha su excesivo egoísmo, al
igual que a Ricardo). A veces, aparece la duda y, además, la culpa por la falta de rebeldía: «Según
mi familia, no tenía derecho a nada más que a mis labores domésticas, o acaso
yo lo pensaba».
Leí, en su tiempo, las memorias de Carmen Baroja. Son testimonio del "aburrimiento" vital a que estaba abocada una mujer con cierto acomodo de hace un siglo.
ResponderEliminarSaludos.
Efectivamente, Anónimo. El libro contiene una tensión entre las condiciones sociales en que podía desenvolverse una mujer hace cien años y la forma de ser de Carmen Baroja.
EliminarSaludos.
Desconocía el significado de ese término geek.
ResponderEliminarY pobre Carmen Baroja ciertamente tal y como dice Anónimo en su comentario debía ser durísimo esa discriminación hacía la mujer que no quería seguir lo que la época determinaba para ella.
Besos
Yo también lo desconocía, Conxita, el término "geek" hasta que leí el libro. Por eso me gusta de vez en cuando acudir a estas lecturas de gente joven, pues te introduce en un lenguaje -un mundo- inadvertido hasta entonces.
EliminarBesos.