miércoles, 10 de octubre de 2018

De lo geek a la Generación del 98 (Kameron y Carmen)


Por una u otra razón, esta temporada (iniciada en septiembre) no termina de presentarme su normalidad; una y otra vez se acercan los días de renovar la entrada, sin que haya tenido tiempo de disfrutar de la anterior y de pasarme, con cierta tranquilidad, por otras bitácoras. Y no es por falta de material; sin ir más lejos, dejo de lado Breve historia de la verdad (2018) de Julian Baggini, o La meditación y el arte de dibujar (2018) de Wendy Ann Greenhalgh, publicada esta en la colección Tiempo de Mirar. Cualquiera de estas obras daría para una anotación.
Esta vez cabalgaremos entre lo geek ‒recordemos que el término referencia a quienes apasiona la informática y los ordenadores‒ y la Generación del 98 de la mano de dos mujeres: Kameron Hurley y Carmen Baroja Nessi. ¡Qué diferencias tan abismales ofrece la sociedad para desenvolverse en unas épocas o en otras! Especialmente, si se pertenece a un colectivo que no detenta los poderes esenciales del patriarcado. K. Hurley escribe La revolución feminista geek (2018), tomada en parte con material de su blog; su lenguaje es beligerante y su estilo es directo, sin que falte el toque de calidad literaria en su elocuente prosa; reflexiona sobre la lucha contra la invisibilización de las mujeres, la perseverancia necesaria para progresar como escritora, la importancia del cambio cultural... que encuentran eco en muchas personas, interesadas o no en la cultura geek.
Por su lado, Carmen Baroja Nessi (1883-1950), también escritora de relatos y estudiosa de lo popular, se vio obligada a vivir bajo el aura de escritores y pintores, que entendían que el trabajo doméstico no les atañía, de ahí que tuviera que trabajar y solucionar los problemas de cualquier hogar, empleando en ello buena parte de su existencia. Es lo que narra en las memorias Recuerdos de una mujer de la Generación del 98 (rescatadas en el centenario de esa fecha por Amparo Hurtado). Casada con el editor Rafael Caro Raggio, la vida defraudó sus expectativas juveniles, salvo por sus hijos Julio y Pío, que se compenetraron con ella. (No así el Pío hermano, a quien reprocha su excesivo egoísmo, al igual que a Ricardo). A veces, aparece la duda y, además, la culpa por la falta de rebeldía: «Según mi familia, no tenía derecho a nada más que a mis labores domésticas, o acaso yo lo pensaba».

4 comentarios:

  1. Leí, en su tiempo, las memorias de Carmen Baroja. Son testimonio del "aburrimiento" vital a que estaba abocada una mujer con cierto acomodo de hace un siglo.

    Saludos.

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    1. Efectivamente, Anónimo. El libro contiene una tensión entre las condiciones sociales en que podía desenvolverse una mujer hace cien años y la forma de ser de Carmen Baroja.

      Saludos.

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  2. Desconocía el significado de ese término geek.
    Y pobre Carmen Baroja ciertamente tal y como dice Anónimo en su comentario debía ser durísimo esa discriminación hacía la mujer que no quería seguir lo que la época determinaba para ella.
    Besos

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    1. Yo también lo desconocía, Conxita, el término "geek" hasta que leí el libro. Por eso me gusta de vez en cuando acudir a estas lecturas de gente joven, pues te introduce en un lenguaje -un mundo- inadvertido hasta entonces.

      Besos.

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