jueves, 23 de enero de 2020

El cuerpo camina en la literatura


Lo cojo lo dejo, lo cojo lo dejo…, así unas cuantas veces hasta que decidí tomarlo en préstamo. Es Caminar, las ventajas de descubrir el mundo a pie (2019), de Erling Kagge (1963), escritor, explorador, abogado, coleccionista de arte y editor, y… caminante, tenían que señalar en su biografía. Tal vez, ello ─la mezcla de oficios─ me animó a llevar el libro. Pequeño formato, que trasciende la flanerie y cuenta con sobrados ejemplos literarios de el arte de caminar.
El autor transmite la satisfacción que se experimenta al dar un paso después de otro cuando se camina hasta que se disfruta el instante ─«El paraíso está aquí»─, al transformar las prisas en conciencia, al airear el abortagamiento sedentario con unos minutos de movimiento. Según señala el título, una pradera, un río, una ciudad…  se nos muestran  de manera distinta si las recorremos a pie ─«El paraíso está aquí»─ que si las vemos desde un vehículo. Y no digamos lo refrescante que es extraviarse, no saber dónde estamos. Y la posibilidad de mirar a la gente ─«La faz de todo aquel que pasa junto a mí es un misterio», escribía W. Wordsworth─ Incluso defiende los deportes de aventura (una vez que se hayan preparado concienzudamente), pues el peligro surgido nos conecta con un instante de vida ─«El paraíso está aquí».
Atractiva es, igualmente, la erudición del texto. No podía faltar, claro, El paseo de Robert Walser, y la conversación que mantiene su protagonista anónimo con el inspector de Hacienda, empeñado en hacerle más sedentario para que pueda pagar impuestos a su hora, en la que le dice que necesita pasear para poder escribir ─«con supremo cariño y atención ha de estudiar y contemplar el que pasea hasta la más pequeña de las cosas…»─. Al igual que tampoco Antonio Machado o Milán Kundera, en La lentitud. Así hasta llegar al abuelo del autor, que también fue andando ─qué pensaría─ hasta el lugar en que un pelotón nazi lo fusiló.
[La ilustración es de Tihomir Cirkvenvic].

8 comentarios:

  1. Me encanta caminar por parajes conocidos y también desviarme par explorar los lugares desconocidos. ¡Qué decir si la vida es un camino!

    No conozco ni al libro ni al autor, pero como siempre, lo haces atrayente para la lectura.

    Un abrazo

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    1. Me alegro de que te sean atractivas las presentaciones de estos libros. En este caso, tiene sus particularidades, sin duda.

      Abrazos.

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  2. No hay mayor libertad que esa, no sé si darán nuestros pies para recorrer el mundo, pero recomiendo empezar por el camino de Santiago, aunque últimamente adolece ya de los males de nuestra sociedad hecha de prisas, de los atascos y demás que portamos en las ciudades. Sin embargo todavía se puede encontrar esa quietud y libertad que parece transmitir ese libro nuevo que nos presentas. "Viajar ligeros de equipaje como los hijos de la mar... "

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    1. Efectivamente, Esther, ligeros de equipaje. Desde aquí, no es extraño fijarse en el Camino de Santiago.

      Abrazos.

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  3. En coche nunca podremos admirar un hermoso paisaje o un bello pueblo caminando se descubren personas o cosas muy interesantes.

    Abrazos Ignacio.

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    1. Ya lo creo, Conchi. Tú lo tienes demasiado experimentado con esas hermosas entradas que pones en tu bitácora.

      Abrazos.

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