jueves, 20 de mayo de 2021

El niño de las chabolas (Azouz Begag)

 Se han cruzado en mis jornadas cercanas alguna novela –El cuento de la criada, Tres días y una vida– y algún ensayo –Humano, más humano (Una antropología de la herida infinita), Biología cuántica– que no desmerecerían estar comentados en estas páginas, pero me inclino a hacerlo con El niño de las chabolas (1986) de Azouz Begag (1957), porque tiene la frescura de narrar una vida concreta y, además, la infancia de un niño que se cría en una zona de chabolas cercana a Lyon, Villeurbanne, en los años sesenta del siglo pasado. Quienes tienen afición al cine han podido verlo en El chico de la Chaaba (1998).

Begag es conocido por ser autor de novelas, ensayos y guiones de cine, además de haber sido ministro para la Igualdad de Oportunidades (2005-2007) de Francia. Completa su existencia con la investigación en el Centro Nacional de Investigación Científica en las áreas de economía y sociología. Por ello, sus ensayos y novelas reflejan los problemas de las fronteras y los de la integración de los beurs, jóvenes argelinos de origen magrebí.

Sus padres son de Argelia, pero él nace en Francia. Su padre, analfabeto, le dice un día: «este libro es un pájaro». Y Azouz, efectivamente, voló después de empeñarse en el estudio para salir de las penurias de las chabolas. Sus propios amigos y primos le reprochan que, con el estudio, desee parecerse más a los franceses que a los árabes. Le dicen que es un traidor. Pero él continúa su impulso interior, sin dejar de vivir en su ambiente: recibe palizas de su padre, el que todo lo puede en la familia, o roba una bicicleta y le cambia el color para poder ir con la pandilla del barrio.

Tiene genialidad y rebeldía, y las cultiva en todas sus consecuencias.

10 comentarios:

  1. El aporte que ha dado Argelia a Francia es significativo. Y un autor como este, lo demuestra.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Efectivamente, Alí, la colonización absorbe lo colonizado.

      Saludos

      Eliminar
  2. En su momento, lo escuché. Es la voluntad para dejar de ser carne de cañón.

    Gracias por recordarlo.

    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Una respuesta ingeniosa: la voluntad para dejar de ser carne de cañon.

      Saludos

      Eliminar
  3. Pues otro que me apunto, me estoy leyendo El pan a secas de Mohamed Chukri, también en los años 60 y la penosa situación de los niños en Marruecos. Gracias por descubrirme otro autor de estas temáticas y esas latitudes, me gustan mucho. Quizás si los leyeran más se entenderían mejor muchas cosas.

    ResponderEliminar
  4. Estoy de acuerdo, Esther. La penosa situación que cambiaría si las sociedades del Norte y los poderes del Sur tomaran otros acuerdos.

    Abrazos

    ResponderEliminar
  5. Me lo anoto Ignacio, me parece una propuesta muy interesante, ese a pesar de que todo parece que está en contra, él sigue con su empeño. El poder de la lectura como acceso al conocimiento, a intentar cambiar aquello que parece predeterminado.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. De acuerdo, Conxita, si te da tiempo a leerlo, seguro que lo disfrutas.

      Abrazos.

      Eliminar
  6. Tomo nota Ignacio, gracias por traerlo.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar

Nos encantan los comentarios y que nos cuentes lo que quieras.