jueves, 26 de febrero de 2009

Entre papel y pucheros: Rosquillas

Para terminar nuestro mes dedicado únicamente a sabrosos postres, vamos a cocinar el plato favorito de Homer Simpson: rosssssss....quillas.
Debo comenzar diciendo que hay varias maneras de cocinar este tipo de repostería: pueden ser fritas, al horno o incluso llevar frutas como la manzana. La manera tradicional de la zona de la ribera es fritas con aceite de girasol y hechas con una masa moldeable en mil y una formas. Por ello es un postre muy adecuado para elaborar en familia, con la ayuda de los niños. Indico que requiere bastante tiempo, ya que aunque las cantidades de ingredientes no son generosas, la masa da para hacer decenas de roscas y todas deben salir de la sartén bien doraditas.
Ingredientes:
* 1 huevo
* 1 taza de café de aceite (mitad girasol, mitad de oliva) frito previamente con un concho de limón --> es lo que se denomina aromatizar el aceite.
* Taza y media de azúcar
* 1 sobre de Arnisel o más concretamente de sosa El Tigre, de venta en supermercados de la cadena Simply. No es que nos vayamos a envenenar (sirve para hacer gaseosa) sino que necesitamos una ayudita química para favorecer el engorde de la rosquilla en la fritura y su posterior conservación.
* 2 cucharadas pequeñas de levadura en polvo
* 1 taza de leche
* 1 taza de anís
* Algo más de medio kilo de harina
* Aceite de girasol en abundancia para freír

El procedimiento es sencillo a más no poder: mezclar todos los ingredientes hasta formar una pasta moldeable que se nos despegue bien de los dedos. Conviene, para hacer las formas, cubrir una mesa o encimera con harina, al igual que nuestras manos. Si no lo hacemos corremos el riesgo de ver pegotes por toda la cocina.
La sartén debe tener suficiente aceite de girasol para que cubra por entero las rosquillas. Y el aceite estar bien caliente, pero no quemando. Así, igual animados por una copilla de anís extra, vamos llenando nuestra cocina de ese olor de la repostería casera de toda la vida. Porque esta es una receta original del pueblo burgalés de La Aguilera.

Se conservan, en parte gracias al arnisel y la levadura, muy bien durante días, no quedándose nada duras. Aconsejo, para que veáis que es verdad, consumir un día después de su fritura. ¡Están mejor que recién hechas!

La semana que viene cambiaremos totalmente de tercio con otros platos menos dulces, pero no por ello menos sabrosos. Descanso de momento para los paladares más golosos... aunque siempre me acordaré de vosotros en sucesivos post.



5 comentarios:

  1. Por un lado, es una pena que se acabe el mes y, con él, los postres tan deliciosos de los jueves.

    Por otro, como dice Pedro, estamos en cuaresma, así que habrá que comenzar con los pescados, legumbres y verduras.

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  2. A mi me pasa como Homer con las rosquillaaasss!!! Se me cae la baba, que ricas, me acuerdo de cuando las hacía con mi madre en el pueblo, que buenos ratos

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  3. Jo, rosquillitas caseras, qué buenas, ahora con los pastelistos de Martinez y esta vida tan estresada me había olvidado de ellas.

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  4. Bueno, ahora con la cuaresma y la Semana Santa llega ese postre tan delicioso que son las torrijas, así que ánimo y a por ellas.
    En cuanto a las rosquillas, que ricas.Estupenda receta.

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