lunes, 2 de febrero de 2009

Lecturas Obreras (III). Lectura colectiva. El Apostolado


Podríamos subtitular también: el campesinado andaluz. Andalucía, especialmente la Baja, vivió el último tercio del siglo XIX y el primero del XX un despertar obrero notable, acompañado de conmociones sociales que asustaron a las fuerzas vivas y que fueron reprimidas duramente. Su devenir nos ha dejado nombres que todavía hoy evocan estas luchas: La Mano Negra (1883), los Sucesos de Jerez (1992) o la matanza de Riotinto (1898). Poco se sabe de las escuelas obreras que proliferaron en este tiempo. Nos contentamos con tachar de analfabeta a esa sociedad. Pero paremos en un dato: de los siete jornaleros ajusticiados acusados de pertenecer a La Mano Negra, cinco sabían leer y uno ejercía de maestro.

Juan Díaz del Moral (1870-1948) fue testigo de aquel ambiente. Su curiosidad le hizo ahondar en el conocimiento de los hechos y, con lo adquirido, publicó un libro en 1929 (Historia de las agitaciones campesinas andaluzas) que nos deja estas descripciones: «…no olvidaremos nunca el asombroso espectáculo. En el campo, en los albergues y caseríos, dondequiera que se reunían campesinos, a las habituales regocijadas conversaciones de variados asuntos había sucedido un tema único, tratado siempre con seriedad y fervor: la cuestión social. En los descansos del trabajo (los cigarros) durante el día, y por la noche, después de la cena, el más instruido leía en voz alta folletos o periódicos, que los demás escuchaban con gran atención […] ¡Cómo! ¡Pero si todo aquello era la verdad pura, que ellos habían sentido toda su vida, aunque no acertaran a expresarla! Se leía siempre; la curiosidad y el afán de aprender eran insaciables; hasta de camino, cabalgando en caballerías, con las riendas o cabestros abandonados, se veían campesinos leyendo; en las alforjas, con la comida, iba siempre algún folleto.»

Se leían periódicos anarquistas y anticlericales: Tierra y Libertad, El Corsario, La Conciencia Libre, El Productor, La Anarquía, El Rebelde… o folletos y libros: En el café, Entre campesinos, Las ruinas de Palmira, El 1.º de Mayo, La conquista del pan, ¡Huelga de vientres!… Los textos decían que toda persona, por el hecho de nacer, tiene derecho al banquete de la vida y que nadie es digno de acumular riquezas con el trabajo ajeno. Se hablaba, además, del respecto a la mujer y la igualdad de sexos en el hogar y en la sociedad; el amor a la naturaleza y a la cultura; la lucha contra el alcoholismo, el tabaco y los juegos de azar; el control de natalidad; los abusos del clero y del ejército…


Los hombres y mujeres que propagaban estas lecturas eran apóstoles de La Idea. Finalmente –testifica el notario de Bujalance– se creó un ambiente que consiguió en unos años lo que la Iglesia no había logrado en casi dos siglos: terminar con las rencillas entre pueblos vecinos y entre la misma gente del lugar.

8 comentarios:

  1. En algunas ocasiones y lugares, muchos hombres y mujeres han soñado a la vez con Utopía, pero el sueño siempre ha quedado ahí. ¡Que lástima!
    En estos días de frío me imagino sentado bajo un olivo, en algún lugar de Andalucía, leyendo al calor del sol sobre cómo los humanos podrían vivir un mundo mas justo. Ayyyy!!

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  2. Quizá esté equivocada, pero una de las cosas que más me ha llamado del post es el alto índice de analfabetismo de la época. ¡Y eso que no hace tantos años de ello!

    Eso sí, no podían vivir sin libros, aunque fuera por boca de otros.

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  3. El librito del que quiero hablar hoy aquí trata de los primeros años de la revolución bolchevique y de sus consecuencias directas para un grupo de intelectuales, poetas, artistas, escritores y bibliófilos rusos. Entre 1918 y 1922, un reducido grupo de intelectuales mantuvo abierta en Moscú, contra viento y marea, una librería en la que llegaron a poner a la venta sus propias bibliotecas personales, así como los libros que les iban llegando por parte de particulares, fruto de saqueos en casas de la burguesía o la aristocracia, o sencillamente pertenecientes a bibliotecas que poco a poco iban vendiéndose para que sus dueños pudieran llevarse algún mendrugo de pan a la boca.

    Fue una librería que, por un lado, nutrió de obras prohibidas o censuradas por el nuevo régimen a los lectores más osados, valientes, heroicos o interesados del momento; y por otro, procuraba poner un poco de orden y concierto libresco en la radical estatización de todo que llevaron a cabo los bolcheviques.

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  4. Qué bonito el texto de las lecturas obreras, gracias lavela.

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  5. La librería de los escritores: nos nos has dicho el título del libro de esa hermosa historia.

    Gracias, Ayla.

    Dual2. Hace cien años no existía la enseñanza oficial en la escuela. Mucha gente aprendió a leer y escribir en las escuelas de los sindicatos, pagadas con cuotas de trabajadores, y atendidas por maestras/os, en muchos casos con conocimientos rudimentarios, pero que eran perseguidos y con frecuencia ingresaban en la cárcel.

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  6. Qué interesante relato Lavela, siempre nos dejas con ganas de más; profundizaré en el tema (cuando la vorágine carnetera cese y nos dé resuello...) o mejor, esperaré ansiosa la próxima entrega de tus "Lecturas obreras" , me encantan.

    Se hablaba, además, del respecto a la mujer y la igualdad de sexos en el hogar y en la sociedad; el amor a la naturaleza y a la cultura; la lucha contra el alcoholismo, el tabaco y los juegos de azar; el control de natalidad; los abusos del clero y del ejército…

    Plena actualidad, oye, y nos consideramos avanzados y modernos, jua, jua, me río yo.....

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  7. Estupenda entrada Kapov, muy bien.

    El analfabetismo es una cepo... realmente mientras no supieran leer, podrían leerles y decirles lo que quisieran. la cultura permite al hombre formarse como persona, como individuo y como ciudadano, efectivamente era un auténtico apostolado.

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  8. La lógica de un poder sin contrapesos no admite inconsistencias con sus principios. Se extiende a todos los ámbitos de la actividad implacable y aplasta a su paso cualquier vestigio de impureza.

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