lunes, 5 de mayo de 2014

Cuerpos (flagelados)

Mi cuerpo desnudo está aquí
y no en otra parte.
Pasa y verás lo que hay
tras el esmalte de dientes.
Pasa y verás.
    (Miriam Reyes, Bella durmiente, 2004)
Apoyada en la amplia balda que tiene el bar a lo largo de la pared que da a la calle, enfrente de uno de sus ventanales, se ve una pareja de mediana edad sentada en taburetes altos de mostrador. Enseguida les traen una caña (para él) y un vino tinto (para ella), y, a los pocos minutos, un par de platos con comida; en uno, unas tapas de bacalao, gulas y berenjena, más un cuenco de patatas bravas; en otro, unas rebanadas de pan de hogaza con tomate y jamón. Apenas se dirigen la palabra. Comen y beben en aparente tranquilidad, que pasaría por tal si no fuera por los movimientos nerviosos de los dedos al llevarse la comida y la bebida a la boca, y la rapidez con que lo hacen; apenas terminan de engullir algo, cuando él coge el cuchillo y corta de aquí o de allá dos nuevos (futuros) bocados.
Sin que sepa por qué, no puedo dejar de pensar en las flagelaciones  que se infringe la gente penitente, especialmente visibles en los cuadros (o películas) de la Edad Media. Seguramente no tiene nada que ver una escena con la otra, según me dicen mis acompañantes (a quienes cuento mi ocurrencia), pero… esto de la sociedad de consumo.
Escribe Estíbaliz Espinoza (en Número e, 2004):
… y de tal forma los acantilados de esta tierra nos
            predisponen al abismo.
A nosotros, los cyborgs  con un pequeño corazón
            y un hígado pequeño.
Nos reproducimos constantes en ese frío.
Pero fuimos como animales muy calientes, muy
            calientes.
Alguna vez…

[Entre tanto libro, se puede leer El poder del cuerpo. Antología de poesía femenina contemporánea, número 53 de la Biblioteca de Escritoras de Castalia].

3 comentarios:

  1. La verdad que los pequeños detalles dicen mucho de nuestra forma de ser.

    Saludos

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  2. Tienen el tiempo justo para comer, y flagelan su sistema digestivo comiendo a toda velocidad. Su penitencia es por haber mordido el gancho o paquete turístico. Un credo consumista en el que autoinmolarse como los antiguos penitentes.
    Bromas aparte, esta vez estamos un poco despistados. Nos pasa como a tus acompañantes.

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