Los estudios que hace unos años
se hicieron sobre el siglo veinte recogen los acontecimientos que se producen
durante los cien años que ocupa, principalmente en la cultura de Occidente o en
la órbita y el prisma de la misma. Por lo general, se dice que ese siglo
comienza con esperanza, basada en los avances de la ciencia, que iba a propiciar
el progreso de la sociedad, algo que año a año es desmentido por las crueldades
que se suceden en distintos territorios. No todo el mundo opinaba así, claro.
Baste leer a José Martínez Ruiz (1873-1967) en Notas sociales, Literatura, Charivari o Boemia, escritas entre 1895
y 1897, para ver que sostiene la incapacidad de la entonces recién implantada
socialdemocracia de resolver los problemas, pues considera que la civilización
europea está moribunda, incapaz de regenerarse; entrado el siglo veinte, este
autor se transmuta en Azorín y…
Y también hay un acontecimiento
literario que sucede en 1900, que no recogen los manuales de Historia: la
publicación de El mago de Oz, escrito
por Lyman Frank Baum, cuando cuenta con cuarenta y cuatro años, e ilustradas
por William Wallace Deslow. Una historia fantástica que desea amoldarse a las
corrientes pedagógicas del momento y a la infancia de la era industrial. Según
decía en la breve introducción a la primera edición: «Aspira a ser un cuento de
hadas modernizado, en el que se mantienen la alegría y la fantasía, y se
suprimen las penas y las pesadillas». Según suele suceder, su éxito fue
rotundo, aunque nadie sepa exactamente a qué obedeció. De ahí que el Historiador de Oz compusiera otros catorce
textos ambientados en este país.
Desparecen las hadas, los genios
o los enanos. Nada de acontecimientos espeluznantes, de los que puedan
extraerse moralejas. La moral ya la incluye la enseñanza de la época. Ahora se
pretende solo el entretenimiento.
La realidad completó la fantasía
de Dorotea en nuestro camino a Oz.
Gracias, Julie, por acercarte.
ResponderEliminarParece como si, a lo largo de la vida, un tornado nos diera vueltas y vueltas. Una vez, el rugiente viento nos trae aquí, luego nos lleva allí. En un cuento todo sucede por la intervención de la magia inescrutable.
ResponderEliminar