lunes, 15 de junio de 2015

Confluencias (revolución en palacio)

Pero ahora sé que la vida de cada uno es demasiado corta para ocuparla en vivir las vidas de otros, aunque sean estos aquéllos a los que amas y por los que darías la única vida que tienes...
El miércoles día 3 de junio, el novelista asturiano Fulgencio Argüelles acudía al Club (o Taller) de Lectura del Colegio Arturo Soria de Madrid ‒al que, por suerte afín, me habían invitado‒ para comentar su libro Elpalacio azul de los ingenieros belgas (Acantilado, 2003, ya por la séptima reimpresión).
De entrada, fascinó al auditorio mostrando sus cartas de escritor. El libro se sustenta en una idea principal: es posible (y saludable) vivir sin rencor en una sociedad igualitaria. En la traducción de la realidad que supone la escritura, suceden los momentos en un espacio ‒Asturias‒ y un tiempo ‒hacia octubre de 1934, revolución UHP‒ en el que los personajes interactúan, obedeciendo y creando, en un lenguaje de sugerentes suaves y soberbios sustantivos, desplegados a la manera de la tradición oral (femenina, en este caso). Cada cual en su revolución, interpretando las señales, nadando en los desequilibrios.
Esa tarde, en el invisible calor, respondíamos a la convocatoria de la rutina y a la del deseo y, además, a la de nuestra historia, la de cada cual, que nos había depositado allí por razones anteriores. Si nos hubieran encargado construir el mundo, habríamos abierto lugares para la montaña y el mar, para el trabajo y el descanso, para las mariposas y las flores, para las desilusiones y los fracasos, para el pincel y la pluma, para el martillo y las teclas, para el apoyo mutuo y la revolución, para los caballos y el tren, para la ética y la estética, para la lluvia y las golondrinas, para las auroras y los ocasos, para el silencio y para ti, para…
O, tal vez, sí lo construimos. Gracias, Fulgencio.
(Cierto que terminó el encuentro sin hacerle la pregunta que me ronda desde hace tiempo: ya que has estado en múltiples encuentros comentando este libro, ¿crees que entendemos lo que has querido decir?).

11 comentarios:

  1. También es muy difícil andar en solitario.

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    1. Ya lo creo, Marcos. Hay momentos en que las circunstancias confluyen.

      Saludos.

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  3. Unos construyen el mundo, otros lo desconstruyen para, con las mismas piezas, levantan otro.

    Uno se afana en levantar su propio edificio, y cuando lo va viendo progresar, se da cuenta de que no es enteramente el suyo pues descubre en sus mil detalles elementos impropios, ajenos. ¿Serán las influencias de quienes queremos?

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    1. La ilusión, la ficción es creerse único/a. A veces no viene mal el hacerlo. La complejidad de la vida nos arrastra si miramos a todos los lados.

      Las influencias de quienes queremos y de quienes no.

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  4. Gracias por tu visita, me hubiera gustado que me dejes tu comentario, pero la libertad es libre jaja, interesante Blog, pasaré a leer con más tiempo, amo los libros y las bibliotecas.

    ...Cuando se proclamó que la Biblioteca abarcaba todos los libros, la primera impresión fue de extravagante felicidad. Todos los hombres se sintieron señores de un tesoro intacto y secreto. No había problema personal o mundial cuya elocuente solución no existiera: en algún hexágono. El universo estaba justificado, el universo bruscamente usurpó las dimensiones ilimitadas de la esperanza...

    La biblioteca de Babel (Jorge L. borges)

    abrazos

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    1. Gracias, Adriana, por la visita y el comentario y esa cita de Borges. Disculpa la descortesía de pasar por tu sitio y no decir nada.

      Un abrazo.

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  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  6. ¿Hay mejor manera de pasar una tarde calurosa que charlando sobre libros? Yo no tengo dudas al respecto y tu repaso de esa presentación lo confirma. No he leído nada del autor así que tendré en cuenta tu sugerencia.
    Tener al escritor en esas conversaciones es un lujo.

    Un abrazo!!

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    1. Ya lo creo, U-topia, esos lujos a los que, por fortuna, se presta mucha de la gente que escribe. Mucho más cálidos que las promociones del último libro.

      Abrazos

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