¿Cómo
olvidar esa mañana
en que
asaltaron mi pecho
las mariposas?
Aunque no sea muy frecuente,
sí que es posible toparse con textos literarios que son concebidos en un estado
especial. Pareciera que las autoras o autores fueran tocadas por alguna musa
que transportara a su hacedor a espacios desconocidos hasta entonces y que le
dictara las palabras a escribir, o bien que despertara una facultad creadora
inusual en ellas/os, que les lleva a elaborar obras de un tirón.
Es el caso de Alma, de Manuel Machado (¡Que las
olas me traigan y las olas me lleven, / y que jamás me obliguen el camino a
elegir!), o de El guardador de
rebaños, de Alberto Caeiro, es decir, Fernando Pessoa, en lo que se tiene
por uno de los momentos de gracia de la poesía (Yo nunca guardé rebaños / pero es como si los guardara). Y lo mismo
le sucedió a Claribel Alegría (1924) con Umbrales,
el libro al que le pertenecen los versos que inician esta anotación.
Claribel estaba muy unida a
su marido, el escritor y periodista Darwin J. Flakoll, Bud, incluso firmaban colaboraciones como Claribud. En una época en
la que este se recuperaba de una enfermedad, en 1992 ‒él muere tres años más
tarde‒, Claribel siente una alucinación al entrar la noche y comienza a dictar
el largo poema de Umbrales, en el que
suceden los cambios que desgarran nuestra vida. Durante unas horas habla los
poemas y Bud los va transcribiendo. El resultado es un libro duro y entrañable,
en el que logra su pretensión literaria: ser transparente sin resultar banal.
Aquí está su compromiso con
lo que le rodea (Vallejo, España, Hiroshima, El Mozote, Tenancingo, etc.) y su
mundo mítico (Deirdre, Lilith, Kukulkán), incluido Merlín, que extrayendo de la
manga su varita
dibujó
en el polvo
un pajarito
renco.
«Es
como tú»
me dijo
«si
aprendes a volar
vas a morir mejor»
Hola Ignacio, eres una fuente de conocimiento, ya que cada vez que paso por tu blog conozco a algunos personajes de los cuales no había escuchado hablar. Muy interesante tu entrada.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Conchi. Me alegra que te resulte útil y atractiva la bitácora.
ResponderEliminarEs lo que tiene trabajar en una biblioteca. Estás en contacto con múltiples obras.
Abrazos.
Interesante Ignacio, ¿las musas existen o es el trabajo duro?
ResponderEliminarYo soy del las que cree en las musas y también en el trabajo, pero estoy de acuerdo contigo que hay escritores y especialmente algunas de sus obras que parecen escritos bajo su total influencia y nos permiten disfrutar de maravillas.
Un saludo
Me resulta cierto lo que comentas. La base es el trabajo. Después... hay quienes se encuentran con la fortuna de la posesión creadora.
EliminarSaludos.
Cuando se leen cosas así, se desearía quedar poseído por "esa".
ResponderEliminarSaludos.
¿Y quién no, Anónimo?
EliminarYa sabes, no hay que perder la esperanza.
Saludos.
Cuanta razón tienes con lo que comentas del llamado "estado de gracia" de algunos escritores/as en un momento determinado. No conozco Umbrales ni a su autora, pero me has cautivado con lo que cuentas.
ResponderEliminarAbrazos!!
Vale, U-topia, ¿qué mas puedo pedir que cautivar con la historia contada?
EliminarSomos débiles.
Abrazos.
Yo como U-topia he quedado cautivada y no me lo pienso perder.
ResponderEliminarLas musas sí existen, o la inspiración divina, ya lo creo.
Gracias, Ignacio.
Besos.
Pues si lo lees, Celia, ya me cuentas. No siempre nos dicen lo mismo los textos.
EliminarBesos.